Conociendo a los padres de María

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Peña de Cafen, 7-9-2012

Hoy María se ha levantado muy temprano para ir a Managua. Tenía que comprar unas telas para hacer los vestidos que sus alumnas llevarán en el festival que se celebrará el día 14 de este mes. Nosotros nos quedamos en casa con los niños. María ha dejado hecho un poco de arroz y nosotros hacemos tortilla de patatas (¡en fuego de leña!) y ensalada para todos. No debe habernos quedado muy mal, ¡hasta los perros y el gato de María hacen cola para probarla!

Cerca de la una cogemos una pequeña mochila y salimos a coger el bus a Boaco, donde nos encontraremos con María. Vamos a ir a visitar a sus padres y pasaremos allí la noche. En total son tres horas de camino. La zona donde viven se llama Peña de Cafen y debe su nombre a las grandes plantaciones de café que había en la zona hace años.

La casa de los padres de María está a la orilla de la carretera y detrás de ella tienen un campo en el que cultivan limones y naranjas, incluidas unas de la variedad “naranjas valencia”. Enfrente tienen más campos y algunas vacas.

Cruz y Adrián nos reciben con un gran abrazo y una sonrisa igual de grande. Está lloviendo y nos invitan a entrar a su casa. Es muy humilde, hecha de madera. Cruz, su madre, nos ha preparado una cena riquísima y tan abundante que no nos la podemos acabar: sopa de gallina con chayote, guineo hervido y elote. Suena a chino, ¿verdad? El chayote es una verdura parecida al calabacín, el guineo es un tipo de banana que utilizan para cocinar y el elote es la mazorca de maíz hervida. Cruz es una mujer abierta y encantadora. A sus más de 60 años no para de hacer cosas y de ir de aquí para allá, aunque algunos problemas de salud la han obligado a bajar el ritmo.
Mientras Cruz acaba de preparar la cena, empezamos a conversar. Adrián, el padre de María, nos habla de su infancia. Procede de una familia humilde, sus padres eran agricultores y no pudieron darle una buena educación. Tal vez por eso tenía tan claro que justo eso era lo que les quería dar a sus hijos.

Desde que su mujer y él decidieron casarse y tener hijos, empezaron a hablar sobre cómo los querían educar. Ambos tenían la misma idea: hacer todo lo posible para que pudieran estudiar pero que también aprendieran del trabajo en el campo. Así, María y sus hermanos aprendieron a trabajar y amar la tierra. Adrián nos cuenta que sus amigos le incitaban a salir de fiesta con ellos, pero él lo tenía claro: el fruto de su trabajo no era para gastarlo en alcohol, sino en sus hijos.

Y consiguió su objetivo: todos sus hijos lograron estudiar. Uno de ellos está en Costa Rica trabajando y los otros cuatro son profesores en escuelas cercanas a Santa Lucía, la comarca donde nacieron y donde siguen viviendo.

También charlamos un rato con un joven de 20 años, vecino del lugar. Nos habla de lo mucho que le gustan los idiomas y de su ilusión de estudiar periodismo. Nos comentan también que en Peña de Cafen hay una escuela, a la cual llegan niños de otros pueblos recorriendo largas distancias a pie o a caballo.

Como hace mal tiempo, el televisor está estropeado y al día siguiente hay que levantarse temprano, enseguida nos vamos a dormir. ¡Y no son ni las 8 de la noche!

Estamos muy contentos por haber conocido a los padres de María. Eso nos ha permitido entender de dónde ha sacado esa energía, esas ganas de trabajar y mejorar, esa forma de educar a sus hijos y de luchar por el bien de su comunidad.