Nepal

Hace ya casi siete meses, en India, vivimos una de las experiencias que más nos impresionó por la carga cultural, religiosa y emocional de la misma: la ceremonia del aarti. Lo que no esperábamos era volver a vivirla aquí, en Kathmandú.
No podemos evitar emocionarnos. Nos recuerda al principio de nuestro viaje, cuando la vimos por primera vez en Varanasi. Ya hace bastante tiempo de aquello, y nos trae buenos recuerdos. Nos miramos el uno al otro. Luego yo miro a mi madre y me alegro mucho de poder compartir este momento.

Dicen que las penas compartidas se dividen y que las alegrías compartidas se multiplican, y así es. En este caso compartimos la experiencia de viajar por Nepal con mis padres.

Nos despertamos en un hotel bonito y limpio, muy diferente a la mayoría de los sitios donde hemos dormido durante el trekking. Después de una buena ducha, salimos a descubrir Pokhara. Sus habitantes se ríen un poco de nosotros cuando preguntamos “¿Dónde está el lago?” La mayor parte de la ciudad de extiende a sus orillas, pero nosotros llegamos anoche y estamos totalmente desubicados. Una vez localizado, paseamos junto a él, cruzándonos con mujeres que lavan la ropa, niños bañándose y turistas, casi todos montañeros y hippies. Es un día soleado y disfrutamos del paseo, aliviados por poder andar sin cargar la mochila en nuestra espalda.

Nos levantamos a las 6:30, después de una noche espantosa. Gallinas corriendo por el tejado de hojalata, ratones saltando, perros ladrando en la puerta y gallos saludando al sol mucho antes de tiempo.