Reunión con los becarios de Escoles Solidàries

Los Garcías, 25-8-2012
Salimos antes de las 7 de la mañana para coger el bus camino a Teustepe. Son dos horas de camino, pero es uno de los puntos mejor comunicados entre las comunidades integrantes del programa de Escoles Solidàries. Allí vamos a reunirnos con los becarios de este programa. Justo cuando llega el bus, oímos una vocecita que nos llama. ¡Es Nielson! Quería acompañarnos para que no fuéramos solos hasta allí y a María le daba miedo que nos perdiéramos, ¡así que lo llevamos de guardaespaldas!
Escoles Solidàries, entre otros proyectos, lleva a cabo un programa de becas para alumnos de secundaria con pocos recursos. En estos momentos la ONGD se está retirando de estas comunidades, pero no antes de que los alumnos becados acaben la educación secundaria.
Asisten a la reunión unos 20 jóvenes: la mitad de ellos están aún estudiando y la otra mitad ya acabaron la secundaria y sus vidas han seguido caminos diferentes. Esto es lo que más nos interesa: ver si realmente el haber tenido la posibilidad de estudiar ha cambiado sus vidas.
En la reunión les hablamos de nuestro proyecto, compartimos con ellos algunas de las historias que hemos recogido y ellos nos hablan de su opinión acerca del programa de becas y de lo que están haciendo en estos momentos. También les pedimos que rellenen unos cuestionarios para que nos resulte más sencillo seleccionar a algunos de ellos para entrevistarlos, a la vez que recogemos información útil para Escoles Solidàries y ADEILS la organización local con la que colaboran.
En el instituto nos encontramos con Bismark, el profesor con el que estuvo Javi la otra vez. Javi tenía muchas ganas de verle y le da un gran abrazo con una sonrisa de oreja a oreja. Nos alegramos mucho de encontrarnos de nuevo, y tenemos ganas de ver al resto de la familia. Cuando acaba la reunión, Raúl nos lleva a Barranco Alto. Allí nos reencontramos con don Pedro y Susana, los padres de Bismark, con su hermano Héctor, sus mujeres, sus hijos... ¡y Rosibel! Aunque no estaba tan unida a ella como a María, me alegro mucho de verla. A Javi se le ve especialmente feliz. Yo apenas compartí un fin de semana con ellos, ¡pero Javi estuvo casi un mes! Son una familia encantadora y pasamos un rato charlando con ellos, pero pronto nos tenemos que ir. Prometemos volver otro día con más tiempo.
Cuando vamos de camino a Los Garcías, María nos llama y nos dice que sigamos en el bus hasta Santa Lucía: tiene ensayo con el coro de la iglesia. ¿Qué es lo que no hace esta mujer? Nos quedamos a cenar en el pueblo: un gran plato con ensalada, tajadas (plátano frito) y pollo. Cada plato aquí cuesta apenas 30 córdobas (1€); lo mismo en Managua cuesta más del doble. Y, como es sábado por la noche y estamos contentos, compramos una botella de ron Flor de Caña de 7 años, nuestro favorito desde que estuvimos aquí.
Llegamos a casa y nos ponemos a beber mientras charlamos. Yo no estoy muy animada ¡pero Javi y María beben por mí! Hacia el final de la noche se toman las copas de un trago mientras cantan rancheras y hasta intentan bailar alguna. Al día siguiente María tiene que cantar en la misa y nos pregunta si la vamos a acompañar... dudamos que nos vayamos a levantar para ir.
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