Montañas y migrañas

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El Chaltén, del 13 al 16-4-2013

Hacemos un stop en nuestra etapa de autostopistas: hoy viajamos a El Chaltén en bus gracias a nuestra amiga Georgis que nos ha conseguido los billetes (¡gracias guapa!)

Mucha gente nos había dicho que El Chaltén es más bonito que El Calafate, por eso nos sorprendió encontrar un conjunto de hostales, restaurantes, agencias de trekking y muchos edificios en construcción. No tiene aspecto de pueblo, sino de complejo turístico a medio hacer. Estamos prácticamente en temporada baja, con poca gente en las calles y muchos negocios cerrados, y eso tampoco ayuda demasiado.

Otra cosa son sus alrededores. Desde El Chaltén salen varios recorridos (algunos de horas, otros de varios días) en torno al monte Fitz Roy, uno de los más conocidos de la Patagonia, quizás el trekking más popular después de las Torres del Paine. Nosotros aquí nos conformaremos con hacer un par de excursiones cortas.

La primera tarde subimos al mirador de los cóndores y al de las águilas. El primero está a una media hora de camino y desde él se ve el pueblo, el río y algunos picos. El segundo, una hora más allá, nos sorprende por las preciosas vistas que nos ofrece, al nuestros pies una llanura, alrededor montañas de distintas tonalidades de verde, marrón y rojo, al fondo el lago Viedma. A veces no es necesario hacer grandes caminatas para disfrutar de un paisaje espectacular.

Nuestro segundo día en El Chaltén amanece bastante gris y las predicciones dicen que va a llover, por lo que decidimos descansar una jornada y a la mañana siguiente subir al llamado Lago de los Tres, a los pies del Fitz Roy.

El día de la subida parece que el clima tampoco acompaña demasiado: mientras ascendemos, unas nubes bajas no nos permiten disfrutar de la vista del valle y las montañas. Cuando llegamos al primer mirador, no se ve nada más que una densa niebla. Un poco decepcionados, seguimos subiendo con la esperanza de que el día mejore. No hemos andado ni 10 minutos cuando Javi mira hacia la derecha y exclama:

- ¡Mira! ¡Ahí está el Fitz Roy! ¡Se ve todo!

Efectivamente, las nubes se han ido como por arte de magia y podemos observar claramente el Fitz Roy y sus vecinos, el  Poincenot y el Saint Exupery. Nos llama la atención el nombre de este tercer pico, bautizado así en honor al autor de “El Principito”, escritor y aviador, conocido en Argentina tanto por sus vuelos sobre los Andes como por ser el autor de uno de los libros más leídos del mundo.  A los pies de las montañas queda  el valle donde los árboles adquieren los típicos tonos otoñales que ya hemos observado en otras zonas de la Patagonia. Es más bonito de lo que imaginaba.

Un poco más adelante, entramos en una zona de bosque. Yo voy delante, medio girada porque voy hablando con Javi. Cuando me vuelvo, me doy cuenta de que hay algo en el tronco del árbol que queda justo a mi lado. No sé lo que es, pero es grande y está a mi altura, e instintivamente doy un salto hacia atrás. Me tapo la boca para ahogar la exclamación que me sale al ver un pájaro carpintero gigante.

- ¡Es como el Pájaro Loco! -digo en voz baja, sorprendida, sin dejar de observarlo.

El animal, ajeno a nosotros, sigue picoteando la corteza del árbol en busca de insectos para alimentarse. Tiene una cabeza roja muy llamativa que acaba en una cresta y el cuerpo es negro. A los pocos segundos, empieza a trepar por el tronco, dando pequeños saltos y enganchándose con sus garras. Luego sale volando y se posa en otra rama llamando a su compañera, que tiene la cabeza negra y se encuentra en la copa del árbol contiguo. Estamos muy contentos de haber podido verlo de cerca. No tenemos la misma suerte con los huemules (un espécimen de ciervo en peligro de extinción pero que se puede ver fácilmente por aquí)  y los pumas, que también habitan esta zona.

Seguimos nuestro camino y un par de horas después llegamos al último tramo antes del Lago de los Tres: una empinada subida por un camino de piedras. Al final tenemos nuestra recompensa... a medias. Porque si bien el lago de aguas turquesas, rodeado de montañas y pequeños glaciares es precioso, la cima del Fitz Roy está cubierta por las nubes, por lo que la escena es parcial. Paramos a comer y a esperar que se despeje, pero una hora después las nubes siguen ahí, así que decidimos bajar tras asomarnos a un precipicio al este del lago desde el que se ve una laguna al fondo y el glaciar que la alimenta.

Tras una hora de bajada, no hacemos sino llegar al valle, cuando nos damos la vuelta y vemos la cima de las montañas totalmente despejada. ¡Qué rabia!

Empezamos el descenso hacia el pueblo, durante el cual vemos de cerca un águila que, tras dejarse tomar varias fotografías a muy corta distancia, levanta el vuelo ante nosotros. Vemos también un denso mar de nubes en la cabecera de otro valle cercano que parece derramarse sobre él como una cascada. Disfrutamos la caminata hasta el final y cuando llegamos a El Chaltén el sol ya se ha escondido. Estamos cansados, así que nos acostamos pronto; queremos descansar.

No dormimos muy bien porque un grupo de jóvenes israelíes están armando escándalo hasta las 3 de la mañana, pero lo peor llega al día siguiente. A eso de las 10 de la mañana, me doy cuenta de que no veo bien; es como si una parte de mi campo de visión hubiera desaparecido. En su lugar, hay una línea brillante, intermitente: son los síntomas de una migraña “con aura”. Me ocurre muy de tarde en tarde, una o dos veces al año, y me ha tocado hoy. Lo que me sorprende es que sea tan fuerte. La medicación que tomo en estos casos tampoco ha servido de mucho. No puedo hacer nada más que acostarme, cerrar los ojos y dejar pasar las horas. Nunca lo había pasado tan mal con un dolor de cabeza, ¡incluso se me saltan las lágrimas! Ya a las cinco de la tarde, empiezo a recuperarme. Si mañana me encuentro bien, saldremos en autostop hacia un pueblo situado más al norte y que, igual que el glaciar (LINK), se llama Perito Moreno.