10 años después... otra vez con Antonio en la montaña

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Santiago de Chile, 5-6-2013

Los dos primeros días en Santiago no hacemos mucho. Antonio trabaja todo el día así que nosotros nos quedamos en su casa escribiendo, haciendo copias de seguridad de nuestras fotos y vídeos en Intenet y descansando un poco ya que a Mayte le duele bastante la garganta.

Por las noches salimos a cenar por ahí y conocemos a más amigos de Antonio, como Paola y Robin una pareja joven y llena de energía que están tratando a Antonio de maravilla durante su “exilio” chileno.

Ni que decir tiene que, al igual que pasó en Bogotá con Luís, Antonio nos ayuda sufragando algunos de los gastos que conllevan tanta vida social, ya que si tuviéramos que pagar esas cenas con nuestro magro presupuesto lo íbamos a tener difícil. Lo bueno de estar con amigos de verdad es que estas cosas no nos hacen sentir mal. Todos sabemos que si la situación fuera al revés, nosotros haríamos lo mismo. Lo importante en estos casos no es el dinero, es compartir un rato con los amigos.

El fin de semana aprovechamos que Antonio no trabaja y salimos de excursión. El sábado subimos al Cerro del Naranjo. La caminata, que comienza a media hora de Santiago, es algo más dura de lo esperado ya que el desnivel acumulado debe  estar cerca de los mil metros. Mayte está aún un poco tocada de la garganta pero aún así sube muy bien y todos disfrutamos de un  espléndido día de sol. Las vistas desde la cima, donde pisamos los restos de la última nevada que el sol derrite a marchas forzadas, son magníficas.

Es la primera excursión a la montaña que hago con Antonio desde aquella primera salida a los Picos de Europa, hace ya bastante más de 10 años. ¡Como pasa el tiempo!

Al día siguiente nos levantamos un poco tarde pensando que vamos a dar un paseo por Santiago, pero cuando salimos al salón, Antonio ya está desayunando y vestido para la batalla con su ropa de montaña de nuevo. Va a alquilar un 4x4 y nos vamos al Cajón del Maipo, un gran valle recorrido por una pista de tierra, al final del cual hay unas aguas termales.

Parece que hoy hay bastante nieve allí y, como ha vuelto a salir buen día, hay una caravana enorme de coches que se dirigen hacia allá para pasar el domingo. Antonio está sorprendido, otras veces ha llegado en menos de una hora, pero hoy la cosa va para largo. Finalmente llegamos al valle y comenzamos a recorrer la pista. Llega un momento en el que hay demasiada nieve y vemos a muchos coches parados a los lados del camino.
Nosotros intentamos subir confiando en nuestro potente 4x4 alquilado pero no hay manera. El coche patina y se va para todos los lados. Delante viene otro 4x4 de frente, parece que arrastra a un  cochecillo que no sabemos como ha llegado hasta allí. El pequeño coche va dando tumbos, patinando de un lado al otro de la carretera de forma peligrosa. Nosotros vamos marcha a atrás para dejarle paso y que no nos golpeen. A nuestro lado pasa un tipo esquiando por la carretera. ¡La escena es un poco extraña!

Finalmente aparcamos en un parking improvisado  y, mientras Mayte espera descansando, Antonio y yo caminamos por la nieve durante un trecho. En algunos puntos nos hundimos hasta las rodillas así que decidimos regresar. Los únicos que están subiendo lo hacen con esquíes de travesía o con raquetas, y para llegar hasta arriba así  hay que salir muy temprano. Decidimos regresar, pero al menos hemos visto un bonito paisaje, hemos tenido contacto con la nieve y lo hemos pasado bien.

Los primeros días de la semana siguiente la pasamos trabajando en casa, renovando el pasaporte de Mayte en el consulado español (le quedaba poco para caducar) y haciendo algunas visitas. Lo más significativo es el día que pasamos recorriendo el centro de Santiago. Visitamos y comemos en el mercado del pescado, subimos al cerro Santa Lucía, donde disfrutamos de unas magníficas vistas de la ciudad, buscamos tiendas para que Mayte compre piedras e hilos para hacer artesanía, paseamos por las calles...

Lo que más nos gusta del centro es la plaza de armas. Más que la plaza en si, lo que no gusta mucho es el ambiente que se respira: hay artesanos, artistas, músicos y protestas, muchas protestas, pero de eso ya hablaremos en el siguiente post.