Acercándonos a los niños de El Patio

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Medellín, 14-1-2013

Son las 9 de la mañana y vamos caminando hacia El Patio-Albergue Don Bosco. Es un edificio antiguo pero bien conservado que se encuentra situado junto a una iglesia. En la puerta de esta, varios indigentes duermen o piden limosna.

Nos acercamos a la puerta de El Patio y un guardia de seguridad nos abre la reja que da acceso al edificio. Allí nos espera Johanny, el joven coordinador del centro. Johanny nos habla brevemente de la historia de la Fundación Ciudad Don Bosco (a la que dedicaremos un post próximamente) y nos explica en detalle el funcionamiento del centro.

En El Patio Don Bosco atienden a la llamada niñez y adolescencia en situación de calle.

- No es lo mismo que los niños de la calle -nos aclara Johanny-. Los niños de la calle son los que están solos, sin familia ni nadie que cuide de ellos, y afortunadamente ya casi no hay. Los niños en situación de calle sí que tienen familias, pero por diversas circunstancias pasan mucho tiempo solos en la calle. Viven en barrios peligrosos y corren el riesgo de juntarse con malas compañías, de integrarse en una banda criminal... A veces los niños pequeños son usados como “carritos”: las bandas los usan como soplones y para transportar armas o drogas.

Estos niños y jóvenes, de edades comprendidas entre los 8 y los 18 años, encuentran en El Patio un lugar seguro donde reciben educación, alimentación, atención médica, psicológica y pedagógica. Un equipo interdisciplinar se encarga de dar cobertura a todos estos ámbitos. Todos los niños están en régimen de internado y sólo salen del centro acompañados por los educadores.

- Antes salíamos a buscarlos por los barrios, pero ahora nos los derivan directamente desde Bienestar Social, de la alcaldía. -nos explica Johanny cuando le preguntamos cómo llegan aquí los niños.

- ¿Y no es peligroso ir por esos barrios? -le pregunto.

- Sí, puede ser peligroso, pero cuando vamos a estos barrios, llevamos un chaleco que nos identifica como miembros de Ciudad Don Bosco. Todo el mundo en Medellín conoce esta institución y la respeta. ¡Es casi como llevar un chaleco antibalas!

Nos interesamos por el comportamiento de los niños en el centro y nos sorprendemos cuando Johanny nos dice que apenas tienen problemas de violencia, ni entre ellos ni con los educadores.

- Cuando pelean entre ellos es como un juego, es su forma de relacionarse -esto lo entendemos porque lo vemos a menudo en los patios de las escuelas e institutos-. Con los profesores a veces se muestran rebeldes, pero no suelen llegar a la agresión física.

Nos quedamos muy sorprendidos. Pensamos que al ser niños que han pasado mucho tiempo en la calle tendrían un comportamiento mucho más disruptivo, pero parece que nos equivocamos. Es uno de esos estereotipos que tenemos que desmontar a medida que avanzamos en nuestro camino y tocamos de cerca otras realidades.

- Y ¿cómo hacéis para mantener ese respeto? Porque en España hay muchos problemas de disciplina en los centros escolares. -se interesa Javi.

- Hablamos mucho con ellos e intentamos establecer una relación de confianza. A estos niños no puedes imponerte de forma autoritaria. Tienes que conocerlos, establecer una relación de afecto con ellos. Veréis que normalmente nos llaman “tío” o “tía”, es una relación muy familiar. Pero cuando nos ponemos serios, ellos saben que nos tienen que respetar.

Parece sencillo, pero entendemos lo que quiere decir. Personalmente, nosotros no solemos tener problemas graves con nuestros alumnos. Tal vez hemos tenido suerte, o tal vez hemos sabido mantener ese equilibrio entre confianza y respeto, entre afecto y autoridad.

- Es un poco más complicado cuando son niños que vienen más o menos obligados por Bienestar Social. Son niños que no quieren estar aquí, que prefieren estar en la calle. Nosotros intentamos retenerlos, hacemos con ellos actividades lúdicas y sobre todo al principio no los forzamos demasiado. Como veis, la reja está cerrada con llave porque son menores y no pueden salir solos. Pero si un niño insiste en que quiere irse, no podemos obligarle a estar aquí, a no ser que Bienestar Social nos lo indique así porque su vida esté en peligro. De todas formas, la mayoría vienen voluntariamente porque aquí tienen todo lo que necesitan.

Una vez hemos comprendido el funcionamiento del centro, le explicamos a Johanny que necesitaríamos entrevistar a uno de los chicos y nos propone que hablemos con Cristian, uno de los mayores. Tiene que pedir autorización a Bienestar Social y a su familia, pero teniendo en cuenta su edad (17 años) y su situación, no cree que haya problema. Nos alegramos mucho de oír esto porque pensábamos que nos tendríamos que conformar con entrevistar a alguno de los educadores.

Después de la conversación, Johanny nos acompaña a donde están los niños. Salimos a una cancha alrededor de la cual están los dormitorios, los baños y el comedor. Hay unos 30 niños de diferentes edades. Unos están jugando al fútbol, otro juega al ajedrez con un educador, hay un par haciendo pulseras de hilo y otro tejiendo con ganchillo que se acerca a hablar con Johanny:

- ¡Hola! -nos saluda a los tres.

- Hola Brian ¿qué haces? -le pregunta Johanny.

- Estoy tejiendo una foca.

- ¡Estupendo! Mira, luego hablamos que ahora estoy con una visita.

El niño asiente con la cabeza, nos mira y sonríe antes de alejarse y sentarse de nuevo a tejer.

- ¿Ven al chico que está jugando al ajedrez? Él es Cristian - nos indica Johanny.

Nos lo presenta, le explicamos lo que queremos hacer y le preguntamos si le apetecería colaborar con nosotros.

- Sí, claro, me parece bien -responde el joven.

¡Genial! Quedamos con Johanny en volver a hablar dentro de unos días para concretar lo de la entrevista. También le proponemos venir otro día a ponerles a los chicos uno de los vídeos de nuestro proyecto y hablar con ellos. Y, viendo la afición que tienen a hacer pulseras, tal vez pueda venir en otro momento para enseñarles a hacer mariposas, ¡mi especialidad!

Estamos muy contentos por la posibilidad de hacer este trabajo y porque la institución nos ha dado muy buena impresión. Ahora nos falta hablar con la coordinadora del centro de Ciudad Don Bosco que lleva el programa de los niños desmilitarizados, aunque pensamos que será más difícil tener acceso a entrevistar a estos chicos.