Ay Nicaragua, Nicaragüita

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Managua, 8-8-2012

Son las 9 y media de la noche y acabamos de llegar a Managua. Es un aeropuerto más, con su ritual habitual: pasar por inmigración, sello en el pasaporte, recoger el equipaje , cambiar algo de dinero y salir a buscar un taxi.  Pero en este aeropuerto sentimos algo diferente. No es la primera vez que estamos aquí.

Hace cuatro años, Javi, yo y otros 10 maestros españoles vinimos a Nicaragua como parte del Programa de Intercambio de Experiencias Educativas de la ONGD Escoles Solidàries. Después de asistir a un estupendo y exhaustivo curso de formación en España durante varios fines de semana, vinimos a Nicaragua y estuvimos conviviendo durante un mes con familias de maestros de zonas rurales de este país.

Yo pasé la mayor parte del tiempo en casa de María,  una mujer increíble. María tiene dos hijos que entonces tenían 4 y 6 años. Su marido hacía 2 años que se había ido a trabajar a EEUU y aún no ha regresado. Es profesora de primaria y tiene un papel muy activo en la vida de su comunidad. Además tiene campos de frijoles, cerdos, gallinas y vacas. Canta en el coro de la iglesia y organiza diferentes actividades en su escuela. Cuenta con algo de ayuda en el campo y con los animales, pero se ocupa de casi todo. ¡Y sin perder la sonrisa! Pocas veces (creo que ninguna) la he oído quejarse de estrés o de cansancio. Los niños son encantadores. El mayor, Nielson, es muy dulce, responsable y tranquilo. Rodrigo es más inquieto, pero igualmente es muy alegre y simpático. Son una familia maravillosa. Aparte de todo esto, cuando estuve aquí, entre María y yo surgió una química muy especial. Ella es mi hermana nica, y yo su hermana española. Nos tenemos un gran cariño, por eso hace cuatro años le prometí que algún día volvería. Y aquí estoy de nuevo.

Durante ese tiempo Javi estuvo en Barranco Alto, en casa de Bismark. En la misma casa vivían su hermana Rosibel, su hermano Héctor y sus padres, Don Pedro y Doña Susana. También estaba la pequña Carol, que por aquel entonces contaba 4 añitos, y las mujeres de los dos hermanos.  Javi tuvo  una relación muy intensa con ellos ¡Estuvo en su casa un mes! Lo acogieron  allí porque la familia que tenía que recoger a Javi no apareció, y él ya no salió de su casa. Desde aquí Javi iba todos los días con Bismark al instituto de Teustepe o a la minúscula escuelita de Las Javillas con la profesora Mabel. Esta es la familia Nica de Javi, la familia con la que aprendió tantas cosas sobre la vida y a la que tiene mucho cariño.

Después de estar un par de semanas con María, fui unos días a casa de otra profesora llamada Rosibel, que resultó ser la hermana de Bismark. De lunes a viernes estábamos en una comunidad llamada Tierra Colorada, donde trabajaba. Como nos ocurre en España, a veces envían a trabajar a los maestros a pueblos alejados de sus hogares. Al llegar el fin de semana, fuimos a casa de su familia, donde estaba viviendo Javi. Además de la gran familia que vivía en la pequeña y humilde casa, ahora estábamos también Javi y yo durmiendo allí. Más tarde descubrimos que, para poder acogernos en su casa, Héctor tenía que dormir en el suelo, pero nos enteramos de casualidad; no nos lo quisieron decir para que no nos sintiéramos mal.

Todas estas personas son uno de los motivos por los que estamos aquí. En realidad son el principal motivo. Además hay otras causas para volver: es una tierra preciosa, la gente es muy amable... y sobre todo, que fue aquí donde se podría decir que empezó nuestra historia.

Como he comentado antes, el azar o el destino hicieron que Javi y yo coincidiéramos en casa de Bismark durante un fin de semana, Entonces Javi y yo éramos solo amigos y ni se nos pasaba por la cabeza que pudiera haber algo más ¡Al menos no a mí!
Cuando vinimos aquí, en julio de 2008, yo tenía otra relación, y aunque Javi me cayó muy bien desde el primer momento, para mí sólo era un compañero más. Pero poco a poco nos fuimos acercando y conociendo mejor, y en el tiempo que compartimos en Nicaragua empezamos a sospechar que había algo más entre nosotros. Estas sospechas se confirmaron unos meses después en España, cuando rompí con mi pareja y empezó realmente nuestra relación. Así que la magia surgió aquí.

Seguramente, si no hubiéramos venido a Nicaragua, nunca nos habríamos unido, y mucho menos estaríamos llevando a cabo este viaje, esta aventura. Como dice una canción típica de aquí, “¡Ay Nicaragua, Nicaragüita!”, ¡cuánto influiste en nuestras vidas!
Será por todo esto que tenemos tanto cariño a esta tierra y estamos tan felices de pisarla de nuevo.