Celebración de las fiestas patrias

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Los Garcías, 14 y 15-9-2012

En estos días se celebran las fiestas patrias de Nicaragua.

El 14 de septiembre se conmemora la batalla de San Lorenzo. En esta fecha, en el año 1856, tuvo lugar una importante batalla. Dos bandos nacionales, los liberales y los conservadores (estos últimos apoyados por EEUU), libraron una batalla en la hacienda que lleva este nombre, y en ella los liberales ganaron gracias a su ingenio a pesar de estar en inferioridad de condiciones.

El 15 de septiembre, pero del año 1821, los estados de centroamérica que dependían de España entre los que se encontraba Nicaragua declararon su independencia, por lo que esta es también una fecha muy importante para ellos.

Pero a nivel de celebraciones, el día grande siempre ha sido el 14. Las escuelas e institutos se reúnen en las ciudades y pueblos y hacen desfiles y actuaciones. Pero este año será diferente: la víspera de la fiesta el presidente Daniel Ortega ha anunciado que la celebración no será el 14, sino el 15. ¿Por qué? ¡Nadie lo sabe! Pero la cuestión es que ha obligado a todo el mundo a reorganizarse con sólo unas horas de margen. Alucinante...

Con motivo de esta festividad, María y su cuñada Yanira llevan varias semanas preparando a algunos niños y niñas de la escuela: bailarán marimba, la música tradicional nicaragüense, primero por parejas y luego las niñas solas.

Los trajes, coloridos los de las niñas y blancos los de los niños, los están haciendo las profesoras. Con la venta de nacatamales en casa de María consiguieron el dinero para la tela de los trajes, María fue a Managua a comprar el material y una profesora quedó encargada de cortarlos y coserlos, con la ayuda también de María. Pero parece que la profesora va un poco retrasada, a pesar de que la liberaron de dar clase un par de días para que tuviera tiempo para coser. Si la fiesta hubiera sido el 14, los trajes no habrían estado listos.

Llega el día 15 y vamos caminando desde Los Garcías a Santa Lucía. Por el camino suena el teléfono. Es la profesora que estaba haciendo los trajes. Le dice a María que no ha podido acabar los pantalones de los niños porque anoche se le estropeó la máquina de coser ¿Cómo? María fue ayer por la tarde a su casa para ver si necesitaba más ayuda y le dijo que no ¿y ahora sale con estas? Eran 6 o 7 pantalones... ¿acaso no se podían coser a mano? En fin... María intenta contener la rabia.

- Lo peor es que los niños están muy ilusionados. A ver cómo les explico ahora que no pueden bailar porque no están los trajes – se lamenta nuestra amiga.

Le comentamos que tal vez podrían bailar con la ropa que llevan, pero no parece adecuado: aquí se toman estas cosas muy en serio y no quiere que los niños queden en ridículo.

Pero ahí no acaba todo, cuando llegamos a Santa Lucía nos espera una mala noticia: el director ha atropellado con su moto a uno de los alumnos de la escuela. Los que han presenciado el accidente aseguran que conducía muy despacio y que el niño se le ha echado encima. Parece que se ha dado un buen golpe en la cabeza y se lo han llevado al hospital. ¡Vaya día!

Una vez llegamos todos a Santa Lucía, los alumnos se preparan para desfilar, al igual que los de todas las escuelas e institutos de la comarca. Todos llevan carteles con el nombre de la escuela y los símbolos nacionales (la flor del sacuanjoche, el pájaro guardabarrancos y la bandera de Nicaragua) Algunos desfilan bailando al son de las bandas de música compuestas por alumnos y profesores de los centros. Luego se concentran todos en la cancha deportiva, dejando un espacio en el centro para las actuaciones musicales que han preparado los centros educativos, algunas de las cuales son espectaculares. También se entregan premios a los mejores alumnos y profesores de la zona.

Mientras, María ha hablado con los niños (entre los cuales se encuentran sus hijos) y les ha explicado que no van a bailar.
Parece que no se lo han tomado demasiado mal. Les he dicho que el mes que viene hay otra actividad y entonces sí bailarán.
Pero más tarde, oímos que Rodrigo le dice a su hermano:

- Cuando nos han dicho que no íbamos a bailar, Alfredito y yo nos hemos ido al parquecito... a llorar.

¡Qué lástima! Es lo que más me indigna; no es que la profesora no haya cumplido con su cometido, es que ha jugado con la ilusión de los niños.

En la cancha siguen los bailes a ritmo de batucada, palo de mayo (baile típico del Caribe nicaragüense) y música carnavalera. Hay también actuaciones más tradicionales: las niñas bailando marimba con sus faldas largas, los hombres con sombrero...

Entre los miembros de una de las bandas de música veo una cara que me resulta familiar. Miro al joven, y veo mentalmente una fotografía de hace cuatro años, en el Salto de Vanegas, en la que un niño aparece en primer plano, frente a la cámara, con una mirada tierna. ¡Es José Ramón! Entonces estaba en 6º y era alumno de María. Fue uno de los niños a los que cogí más cariño. Desde el primer día José Ramón hablaba mucho conmigo, me decía que soñaba que iba a España, me escribió una carta preciosa... Le había preguntado a María por él y me había dicho que hacía tiempo que no tenía noticias suyas y que quizás se había ido a trabajar a Costa Rica con su madre. Esto me puso muy triste, era un niño muy simpático e inteligente. ¡Pero no! Está aquí. Tras un par de miradas en las que se nos lee en la cara un “¿eres tú?”, nos sonreímos, nos acercamos y nos damos un abrazo. Hablamos un poco y me cuenta que está en el instituto y que piensa seguir estudiando. ¡Qué alegría volver a encontrarnos y saber que le va bien!

Al acabar la fiesta, comemos en la feria que han puesto junto a la cancha y jugamos con Rodrigo y Nielson en los columpios del parque mientras María va a hacer un recado. Disfrutamos escuchando sus risas y viendo sus caras de felicidad.

Por la noche nos reunimos a cenar en casa de su cuñada Yanira con Luis Alberto, el conductor de autobús amigo de Marúa, y su mujer.
Después de cenar y tomar un poco de ron queremos bailar, pero la mujer de Luis no está muy animada y dicen que se van a casa. Antes de despedirse, en la puerta de casa de María y bajo las estrellas, Luis saca la guitarra y se pone a tocar y a cantar rancheras con María en medio de la calle. También toca “La Mora Limpia”, una de mis canciones nicaragüenses favoritas, punteando en la guitarra. Sencillamente precioso.

Cuando Luis y su mujer se van, entramos en casa y nos sentamos a charlar en el sofá. Estamos ya bastante melancólicos pensando en la despedida, y el ron no ayuda.