De excursión en Bandipur

Información
This post is categorized under...
Sections: 
Countries: 
Authors: 

Bandipur, 31-5-2012

Tras pasar unos días en Pokhara, nos vamos a Bandipur, un pueblecito Newari a medio camino entre Pokhara y Katmandú. Es un pueblo de origen Newari, la tribu que habita el valle de Katmandú. Es un pueblo pequeño rodeado de campos y pequeñas montañas. Aunque es un lugar bastante conocido, el turismo aún no ha destruido su ambiente auténtico. Los campesinos y los habitantes de Bandipur son gente agradable y tranquila.

Dejándonos llevar por nuestra guía, nos animamos a hacer una excursión hasta una cueva. Por lo que leemos, el camino es sencillo y bastante corto. Sin embargo, una vez nos ponemos en marcha, descubrimos que no es ni una cosa ni la otra. Una vez más, a mis padres les toca sacar fuerzas, no sé de dónde, pero supongo que de la ilusión y de las ganas de ver lugares que nunca imaginaron visitar. Al menos el camino es de bajada y el paisaje es muy bonito.

Tras varias horas andando, llegamos a lo que parece ser la famosa cueva Siddha Gufa, la más grande del país.

Intentamos bajar, pero está muy oscuro y la bajada es muy vertical, por lo que tras una pequeña incursión de Javi, decidimos no arriesgar nuestras vidas y renunciar a entrar a la cueva. De todas formas, no estamos muy seguros de que sea aquí. Decidimos volver sobre nuestros pasos y bajar por otro camino que habíamos visto y ¡sorpresa! Cinco minutos después aparece ante nosotros la verdadera Siddha Gufa, con su valla, su entrada y su portero para asegurarse de que paguemos la entrada.

- ¿Cuánto es? - ya hemos leído en la guía que la entrada son 50 rupias y recomienda contratar un guía por 200 rupias.
- Son 250 rupias por persona.
- ¿Cómo?
- 50 por la entrada y 200 por el guía.

Nosotros ya hemos leído que el precio de la entrada son 50 y el guía 200, pero a compartir entre todos, lógicamente.

- Pero son 200 por guía, no por persona.
- No, no, son 200 por persona, porque lleva guía.
- ¡Pero es un guía, no 4!

Y así nos pasamos un rato, discutiendo con el portero mientras mis padres esperan unos metros más atrás. Como vemos que no se baja del burro, empiezo con el chantaje emocional.

- Mira, mis padres han hecho un gran esfuerzo para subir hasta aquí, no nos hagas esto.
- Bueno, se lo dejo a 200 por persona.
- ¡Pero que ese no es el precio! La entrada son 50, más 50 del guía, son100 por persona!
200 es un buen precio.
- Pero mire, nosotros no tenemos mucho dinero, con lo que nos pide de más, nos pagamos la cena de esta noche. Si pagamos más, hoy ya no cenamos.

Vale, igual me pasé, pero ellos hacen lo mismo. Además, en parte es verdad, la diferencia de precio es lo que nos solemos gastar en una cena. A pesar de ello, el hombre no se baja del burro.

- ¡Pues nos vamos!

Dicho esto, mi madre se da la vuelta y empieza a andar a paso rápido. Javi le dice entre dientes “Espera, Teresa, que es un farol, no corras tanto”, pero ella sigue camino abajo. Empezamos a seguirla y, por fin, el hombre entra en razón y nos dice “Bueno, de acuerdo, 100 rupias”

Tiene guasa que haya que montar toda esta historia para pagar el precio normal.

El esfuerzo ha valido la pena. Caminar por la cueva es un poco complicado por lo oscuro y lo resbaladizo que está todo, pero resulta bastante interesante. Vemos estalactitas y estalagmitas de diferentes formas, en las cuales el guía nos señala diferentes formas. “Esto es un cocodrilo, esto la cara de un anciano”. Algunas eran espectaculares, otras no acababan de parecernos lo que se supone que tenían que parecer.

Le preguntamos al guía por la cueva en la que habíamos estado antes

- Sí, hay una cueva arriba, pero es más pequeña y no se puede entrar si no es con cuerdas. De hecho, esa cueva tiene una caída de 30 metros que conecta con esta otra.

¡Y nosotros que queríamos bajar por ahí! Nos reímos comentando que tal vez algún turista con escaso presupuesto como nosotros habrá entrado por allí para ahorrarse la entrada.

Ha sido un día agotador, pero estamos contentos. Sobre todo, veo a mis padres felices y a mi madre orgullosa de sí misma por haber sido capaz de llegar hasta allí. “Cuando se lo cuente a tu hermano no se lo cree”, dice continuamente.

Eso sí, mañana dedicaremos todo el día a descansar para recuperarnos y al día siguiente regresaremos a Kathmandú.