Entrevistas, fiestas y despedidas

Información
This post is categorized under...
Sections: 
Projects: 
Countries: 
Authors: 

La Habana, del 5 al 7-8-2012

Hace un par de días que volvimos a La Habana y hemos tenido que darnos prisa en planificar las entrevistas de nuestro proyecto: dentro de tres días nos vamos de Cuba. Hoy entrevistaremos a Miriam y mañana a Zoe y Marta.

Siempre nos resulta muy complicado encontrar un lugar tranquilo y silencioso para grabar las entrevistas, y en este caso no es diferente. En este caso el mayor problema es que continuamente hay gente entrando y saliendo de la casa, por lo que Zoe se pone a hacer guardia en la puerta. La entrevista a Miriam resulta muy interesante. En varias ocasiones se emociona y nos contagia su emoción al recordar ciertos momentos de su vida, como cuando nos habla de cuando fue alfabetizadora, o cuando el triunfo de la revolución.

Nuestra penúltima aquí, después de cenar, nuestros amigos nos dicen que hemos influido mucho en la vida de su familia. Flavio dice que está muy contento porque ahora Zoe prepara el desayuno todos los días, cuando normalmente se levanta tarde y no les prepara nada. Dice que nos va a echar de menos por eso, pero sabemos que es por algo más. Cuando nos cuentan que Lisandro normalmente es tímido y callado, nos cuesta creerlo. ¡Es el alma de todas las fiestas! Siempre contando chistes, imitando a personajes de películas, enseñándonos a hablar como los cubanos... No podemos imaginárnoslo de otra manera.

Alejandro está feliz por poder compartir sus ideas y sentimientos con alguien más. Dice que está muy contento porque se ha dado cuenta de que no está solo, que no es el único loco soñador en el mundo. Javi lo compara con el sentimiento que nos invadió a nosotros con el movimiento 15-M. El decir “no somos los únicos que pensamos así”, y cómo esto nos hizo sentirnos más fuertes y cómo nos emocionamos al percibir ese sentimiento compartido.

Más tarde Javi y él suben a hablar a la terraza mientras los demás estamos empezando la fiesta. Le explica que a veces necesita apartarse del bullicio, no porque esté triste, sino más bien melancólico. Le explica a Javi que para él no es algo malo y que, como artista que es, se siente orgulloso de sus rarezas. Finalmente se anima a bajar y participar de la fiesta.

De nuevo la salsa, los bailes y las risas hasta bien entrada la noche. En un momento determinado, suena una canción de Juan Gabriel, un famoso cantante cubano, y la melancolía que tenía antes Alejandro, entra en nosotros. Nos vamos dentro de un par de días y no sabemos cuándo nos volveremos a ver. Nosotros tardaremos bastante en poder volver, ellos es prácticamente imposible que puedan salir de su país, al menos por el momento. Con “Un beso y una flor”, las lágrimas se desatan. Alejandro llora como si fuera el fin del mundo... y yo también. No somos los únicos, de hecho casi todos lloramos, pero el sofoco que cogemos nosotros dos se sale de lo normal. Javi nos mira sorprendido por esta explosión de emociones, pero él también se contagia y sus ojos brillan húmedos. Hemos establecido unos lazos de amistad realmente fuertes, y el saber que vamos a estar tan, tan lejos... como dicen aquí “no es fácil”.

Y llega el último día con nuestra familia cubana. Pasamos la mañana en casa y por la tarde salimos por el barrio. Hemos comprado regalos para algunos de ellos, pero aún nos faltan un par de cosas.

Para completar nuestro trabajo, entrevistamos a Zoe y a Marta, que acaba de llegar a casa tras pasar unos días en Pinar del Río, con la familia de Doriel. Las entrevistas son breves, pero nos dan algunas respuestas muy significativas. ¡Parece que al final el proyecto no va quedar nada mal!

Les damos los regalitos que les hemos comprado. Sólo son pequeños detalles en agradecimiento a lo bien que se han portado con nosotros y como muestra del cariño que les tenemos. Es curioso, en diferentes partes del mundo estamos encontrando familias que nos abren de par en par las puertas de su casa y nos acogen sin conocernos, sin habernos visto nunca antes. Estamos teniendo una suerte increíble.

Esta tarde todos estamos más callados de lo habitual. Es normal: mañana nos vamos y no sabemos cuándo volveremos a vernos. Por supuesto, seguiremos en contacto, pero no es lo mismo. Recuerdo todas las veces que me he tenido que despedir de mi amiga Laura, de Italia. Comparado con esto, nosotras estamos a un paso y más o menos tenemos posibilidad de vernos, al menos una vez al año. Esto es aún más complicado.

Por la noche nos sentamos todos juntos en el comedor y cantamos canciones españolas y cubanas hasta bien entrada la madrugada. Intentamos alargar al máximo nuestra última noche juntos.

Al día siguiente a las 8 de la mañana Flavio entra a despertarnos antes de irse a trabajar. Nosotros estamos medio dormidos, pero nos damos cuenta de que Flavio está triste por nuestra partida. Ya hace días que nos dice:

- Cuando ustedes se vayan, yo les voy a dar un abrazo rápido, y luego ya solo, me voy a encerrar en el baño y voy a llorar... - siempre lo dice cuando ha bebido un poco y parece que lo dice medio en broma, pero sabemos que es cierto que nos va a echar de menos, como nosotros a ellos.

Efectivamente, la despedida es rápida y vemos que está emocionado. Más tarde, la escena se repite con Alejandro. Un abrazo intenso pero breve, y sale por la puerta sin mirar atrás. Miriam también nos abraza y nos dice que nos quiere. Lisandro, siempre tan dicharachero, casi ni habla. Marta es más fuerte y controla las lágrimas, pero su hermana Merli, a la que le costó más acercarse a nosotros, llora también.

¡Incluso la pequeña Brenda parece afectada!

- ¡No se vayan! ¿Cuándo van a regresar? - nos dice la niña.

- Dentro de bastante tiempo, cuando tú seas así de grande – le respondo señalando medio metro por encima de su cabeza.

Ella me mira seria, como calculando cuánto tiempo es eso, de repente abre mucho los ojos y dice:

- ¡No! ¡Eso es mucho! Tienen que regresar cuando haya crecido esto – y coloca sus deditos índice y pulgar separados apenas unos centímetros. Se me vuelve a colgar del cuello y me cuesta muchísimo no echarme a llorar.

Sabía que la despedida se Zoe sería la más dura de todas... Al principio consigue mantener la compostura, pero cuando ya estamos con las mochilas puestas y saliendo de la casa, me abraza de nuevo y, ahí sí, las lágrimas fluyen sin control y entre sollozos nos decimos que nos vamos a echar de menos y que, algún día, volveremos a encontrarnos.