Escuela de brahmanes

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Pushkar, 18-1-2012

Los brahmanes, según el hinduismo, son la casta que se dedica a los oficios religiosos. Ellos tienen la responsabilidad de aprender y transmitir los vedas, las oraciones que, hasta hoy en día, se siguen escribiendo y recitando en sánscrito, una lengua muy antigua ya apenas utilizada fuera de estos ámbitos.

Hace unos años, un gurú vio que el futuro de esta tradición peligraba, ya que cada vez había menos brahmanes bien preparados. En los últimos años, al tiempo que ha crecido el turismo en Pushkar, ha ido creciendo también el número de brahmanes que persiguen a los turistas a las orillas del lago para realizar una ceremonia religiosa, llamada “puja”, tras lo cual exigen el pago de una determinada cantidad de dinero. Esto ha hecho que esta ceremonia pierda el prestigio y la seriedad que solía tener.

Miss Pandi nos explicó que los auténticos brahmanes son muy diferentes. Son personas con una preparación específica y una energía muy especial que se deja sentir durante la ceremonia. Las personas que participan en la puja con ellos sienten esa energía y por ello, voluntariamente, suelen dar algo de dinero al finalizar. Parece lo mismo, pero no lo es. Nosotros no hemos participado en esa ceremonia (no en una verdadera), pero hemos estado presentes en el aarti y realmente se siente algo especial. Y tampoco hace falta que sea en una ceremonia: Miss Pandi desprende esa energía por sí misma.

Para evitar este tipo de prácticas y formar a verdaderos brahmanes, el gurú decidió fundar la Brahma Savitri School. Y para hacerlo eligió Pushkar, el lugar sagrado por excelencia para los brahmanes.

En esta escuela, unos 50 niños cuidadosamente seleccionados entre todos los candidatos que se presentan cada año aprenden sánscrito y memorizan los vedas, además de trabajar las materias propias de las escuelas indias (hindi, inglés, matemáticas...) y otras disciplinas, como música e informática.

En este selecto grupo sólo entrarán brahmanes, y sólo del género masculino. Nos explican que tradicionalmente siempre ha sido así, pero están construyendo otra escuela que estará abierta, no sólo a niños de ambos sexos, sino también a personas de otras castas, a adultos, a extranjeros... a todo aquel que quiera aprender.

Los alumnos estudian y viven en un gran centro construido a las afueras de Pushkar. Uno de los motivos es que muchos alumnos proceden de lugares alejados, pero otra de las razones es que, para aprender los vedas, se necesita mucho tiempo y concentración, cosa que resultaría más difícil si los niños estuvieran entrando y saliendo de la escuela. De hecho, los alumnos sólo salen a la calle en contadas ocasiones y siempre en compañía de su maestro y sólo tienen un día de descanso cada dos semanas.

Parece una vida bastante dura, pero a los niños con los que nos cruzamos por el centro se les ve felices, y así lo afirman cuando les preguntamos.

Pensamos que puede influir el hecho de que realizan muchas actividades y que, según nos han dicho, la metodología didáctica empleada es bastante participativa y lúdica. Esto nos ha sorprendido bastante; hasta ahora en las escuelas de la India sólo hemos visto a los niños repitiendo en voz alta las lecciones una y otra vez.

Sin embargo, cuando llegamos a la escuela, comprobamos que los mantras se siguen aprendiendo mediante repetición, aunque tampoco creemos que haya otra forma de hacerlo. En el patio central, cubierto de césped y rodeado por las aulas y las habitaciones, hay un grupo de niños sentados en la hierba repitiendo las oraciones en voz alta. Aunque se les ve bastante concentrados, algunos no pueden evitar mirarnos y saludar tímidamente.

Ninguno de estos niños paga para asistir a la escuela: el gurú financia todos los gastos a través de los pagos que recibe por impartir sus enseñanzas, aunque también reciben algunas donaciones.

Así, poco a poco, los alumnos del centro van formándose como brahmanes, aunque no todos acabarán trabajando como religiosos. Cuando acaben su formación en este centro podrán elegir qué quieren hacer. Algunos seguirán formándose para realizar ceremonias religiosas en el lago, otros seguirán sus estudios fuera de la institución, otros empezarán a trabajar, como uno de los antiguos alumnos que en estos momentos trabaja de cocinero en la escuela.

Lo importante para ellos es la formación que han recibido y que así podrán mantener sus tradiciones y su cultura.

No es que seamos partidarios de la educación religiosa, ni estamos de acuerdo en algunos aspectos, pero nos ha parecido interesante resaltar que, en este caso, la educación sirve para mantener una tradición milenaria que corría el riesgo de perderse para siempre.