Las havelis y los chavales

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Jaisalmer, 30-12-2011

Las havelis son las mansiones construidas por la clase alta india en siglos pasados. En Jaisalmer se encuentran algunas de las más espectaculares y hoy hemos decidido visitar una de ellas.

Concretamente es una de las 5 que constituyen la Patwon Ki Haveli construida en el siglo XIX. Se trata de un edificio espectacular con una fachada y un interior bellamente decorados con figuras talladas en la piedra. Parece que aun está en proceso de restauración pero, así y todo, la visita merece la pena.

Como suele ser habitual por aquí, se echa en falta una mejor ambientación con muebles, cortinas, tapices, lámparas y los demás complementos que debían vestir estas mansiones años atrás. Es un poco triste ver los techos y paredes desnudas, con multitud de argollas sin usar incrustadas en ellas, y que parecen esperar la llegada de tiempos mejores.

Hoy en día estas estancias tan solo están habitadas por cientos de murciélagos, que duermen colgados en los lugares más oscuros, y que comparten alojamiento con las palomas, que habitan las zonas más soleadas. Antiguamente aquí se celebraban banquetes y fiestas a las que acudían distinguidos y exóticos invitados, hoy tan solo reciben la visita de ruidosos turistas.

Al volver de la visita nos encontramos con una pareja catalana en la puerta del hotel y tras hablar un rato con ellos nos preguntan:

- ¡Ah! ¡Vosotros sois los que estáis haciendo un proyecto sobre la educación! Tenéis una web de color azul con unos dibujitos...

Es la primera vez que nos encontramos a alguien que nos conozca por nuestra web y nos hace mucha ilusión. Resulta que son Xavi y Txell  y que nosotros también habíamos visitado su blog antes de salir de España. Aunque podemos asegurar que no lo es, qué pequeño parece el mundo a veces.

Esta noche hemos quedado con Sourabh y dos amigos suyos que viven y estudian en Jodhpur, a varias horas de aquí. Sus nombres son Tarun y Jyoti Prakash y nada más conocerlos insistieron en que pasáramos la nochevieja con ellos en un complejo turístico en Sam, a unos 30 km de aquí, al que acuden miles de turistas locales. Nos lo estuvimos pensando pero el plan era un tanto excesivo para nosotros y tenía difícil escapatoria si la noche se torcía ya que íbamos en su coche. Finalmente hemos decidido que iremos a cenar hoy todos juntos como celebración anticipada del año nuevo.

La noche comienza temprano en la terraza de nuestro hotel, donde bebemos un licor local elaborado con más de 20 hierbas y especias y que entra muy bien. Nosotros ponemos algo de cerveza que hemos comprado en una tienda fuera del fuerte y, además Jyoti aporta una botellita de ron que se bebe prácticamente él solo. La reunión se va animando con esa euforia que produce el alcohol y que tan incomprensible resulta cuando se observa desde fuera. Es una agradable sensación que nos parece ahora muy lejana. Nos recuerda a las cenas con los amigos, las discusiones, los debates, las bromas, las risas.

Sourabh nos acompaña pero sin beber, ya que es muy religioso, e intenta participar en la conversación con su limitado inglés. Desde que lo conocimos en su tienda de dulces nos ha parecido una persona muy entrañable. Hay algo en él, una mirada honesta, una actitud un tanto ingenua, no sabemos exactamente qué, pero en seguida nos cayó bien. Su padre trabaja en el ayuntamiento y su familia es muy conocida en Jaisalmer. Su hermano mayor trabaja en una empresa y él está todo el día, todos los días, en la tienda. No tiene descanso semanal ni vacaciones. Él lo cuenta con total naturalidad, lo hace por su padre al que respeta de una forma casi reverente.

En sus veintitantos años de vida, a pesar de vivir en pleno desierto, solo ha ido una vez a ver las dunas. Si tiene suerte, mañana será la segunda. Todavía no se lo ha pedido a su padre. Tiene miedo de que le diga que no y por ello se va a levantar mañana temprano para trabajar más y hacer más caja. A última hora de la tarde, cuando cierre, le pedirá permiso para ir con sus amigos a pasar la nochevieja a Sam. Todo esto nos lo cuenta ilusionado y sabemos que, si su padre no se lo permite, él no protestará. En cualquier caso, confía en que podrá ir. Al fin y al cabo, una vez le pidió el coche y se lo dejó sin ningún reparo, nos cuenta con expresión orgullosa.

Cuando salimos del hotel para ir a cenar es ya bastante tarde y Jyoti está muy borracho. A nosotros no nos importa. Al revés: nos resulta muy gracioso verlo correr con el gorro y los guantes puestos, mientras repite que hace mucho frío, que está borracho y otras muchas cosas de las que entendemos solo la mitad. Durante la cena sus dos amigos no dejan de decirle que hable menos y coma más. Parecen muy molestos con él, se sienten avergonzados porque se comporte así delante de nosotros. Toda la situación es un tanto cómica.

Seguimos un rato conversando y, tras darnos de comer con la mano mutuamente como muestra de amistad, acabamos de cenar y volvemos al hotel en cuanto podemos ya que se está haciendo tarde y mañana tenemos que madrugar.

NOTA: las fotos en las que estamos con nuestros nuevos amigos nos las ha pasado Jyoti Prakash. ¡Thank you!