Más problemas con la cámara y buscando un barco hacia el Sur

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Panamá, 20-11-2012

Hoy salimos con la intención de visitar el famoso e imprescindible Canal de Panamá. Llevamos aquí más de 3 semanas y aún no lo hemos visto. Nada más salir de casa nos llaman por teléfono para decirnos que nuestra cámara está reparada. ¡Por fin!

- Antes de ir al canal vamos a recogerla y probarla, no sea que aún falle algo. - dice Javi.

Me parece bien, pero confío en que, después de 21 días, la cámara estará en perfectas condiciones.

Me equivocaba. De los 4 o 5 problemas que tenía, sólo han solucionado uno, el más leve. Pero todos los demás problemas persisten. Lo peor no es eso, lo peor es la actitud del técnico que, lejos de pedir perdón, se pone en plan chulo y nos contesta que él comprobó el software y que la cámara está perfectamente.

Normalmente Javi tiene menos paciencia que yo con estas cosas, pero si hay algo que no soporto es que me traten como si fuera tonta, así que en esta ocasión es él quien intenta tranquilizarme para que no mande al técnico a algún lugar poco agradable. Después de un rato discutiendo, nos dicen que vayamos a la oficina central, donde un trabajador mucho más educado y serio nos dice que él revisará la cámara de nuevo y hablará con el jefe para darnos una solución lo antes posible.

Desalentados y enfadados, salimos de allí. Está lloviendo y no estamos de humor para visitas turísticas, así que dedicaremos el resto del día a una cuestión mucho más práctica: buscar un barco para cruzar a Sudamérica. Aún no sabemos qué día podremos salir; seguimos dependiendo de la cámara, que ya nos ha hecho perder la oportunidad de viajar en el barco de Isidro, el canario que conocimos en Puerto Lindo. De momento vamos a acercarnos a un par de puertos a hablar con la gente y colgar carteles que hacen referencia a nuestro proyecto sobre la educación y que piden la ayuda de un barco que nos lleve hacia Sudamérica.

Hablamos con el dueño de un restaurante que nos da esperanzas: un chico que estuvo tocando la guitarra en su restaurante consiguió que le llevaran hace unas semanas, aunque no es habitual ni fácil, parece que es posible. Estando allí se nos ocurre que podríamos aprovechar para vender aquí. Es una zona de gente “de plata” y nos dará pie para hablar con los dueños de los barcos. El encargado del restaurante dice que le parece bien, que no hay ningún problema por su parte, y nos recomienda que vayamos el fin de semana que hay más gente. ¡Muy bien!

Más tarde, en otro de los muelles, nos hablan de una opción que es nueva para nosotros, y es más económica que cualquier otra. Se trata de ir por el Pacífico y no por el Caribe como es habitual. Para ello hay que coger un lancha hasta cerca de la frontera y luego otra hasta Colombia, pero tenemos que asegurarnos de que no sea peligroso.

Cuando llegamos a casa, Roger está durmiendo; trabaja en el canal y esta semana tiene turno de noches. Queremos hablar con él para ver si nos podemos quedar más tiempo, aunque sea pagándole algo a cambio, pero parece que tendremos que esperar a mañana.