Navegando por el canal de Beagle

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Ushuaia, 21-3-2013

Por fin estamos en Ushuaia, la ciudad más austral del planeta. Se encuentra situada en la llamada Tierra del Fuego, un conjunto de islas situadas en el extremo sur de América. Es como si alguien hubiera golpeado la punta del continente y multitud de fragmentos hubieran quedado flotando en el océano.

El origen del nombre de Tierra del Fuego tiene su historia. Cuando en 1520 los barcos dirigidos por el expedicionario Fernando de Magallanes se acercaron a la costa, vieron un montón de fogatas. Probablemente los indios las encendieron para informar a los nativos que vivían más al interior de que algo extraño estaba sucediendo, como una señal de emergencia. De ahí el evocador nombre de esta región.
La mayor de estas islas, en la cual nos encontramos, está separada del continente americano por el Canal de Magallanes, cuyo nombre hace honor a su “descubridor”.

Hoy en día Ushuaia es una ciudad relativamente próspera, con una zona industrial promovida por el gobierno para mejorar la economía de la zona. Aun así, la economía de la ciudad parece que sigue girando en torno al turismo.

Muchos vienen aquí atraídos por la idea romántica de estar en el extremo sur del continente americano. Más allá, a tan solo 1.000 Km al sur, está el hielo de la Antártida. Hay otros, los más adinerados, que vienen hasta aquí por esta razón, ya que de Ushuaia salen los caros cruceros que van hacia este inhóspito continente. Para llegar hasta allí hay que cruzar por el Cabo de Hornos, conocido por la bravura de sus aguas.

Lo cierto es que nos habría gustado llegar a aquí, al fin del mundo, por tierra. De haber seguido nuestro plan de recorrer toda Sudamérica por tierra, este habría sido el punto final a nuestro viaje y habríamos sentido más esa magia propia del lugar. El llegar en avión le quita mucho encanto... Hace poco leí el blog de una viajera que decía que no le gusta viajar en avión, que es como cambiar de canal en la televisión. Es cierto, el viaje por tierra es más pesado pero te permite adaptarte, ver los cambios en el terreno, en las gentes, en las comidas, en el clima... ¡El avión es como el teletransporte cuando se compara con el ritmo de viaje que llevábamos hasta el momento!

Aún así queríamos llegar aquí antes que el invierno para poder conocer las montañas. Recorrer la Patagonia era uno de nuestro sueños y lo importante es que lo vamos a realizar. ¿Que más da si lo hacemos de Norte a Sur o a la inversa?

Nuestro segundo día en Ushuaia (el primero que no pasamos durmiendo) nos levantamos temprano para hacer una de las excursiones más conocidas de Ushuaia: la navegación por el canal de Beagle. Nosotros no somos muy dados a hacer este tipo de actividades (en primer lugar porque preferimos ir por libre y en segundo porque no suelen ser baratas), pero hay que hacer excepciones. ¡Venir aquí y no hacer esta excursión es como ir a París y no subir a la Torre Eiffel!

Salimos del muelle bajo un cielo nublado, pero que no amenaza tormenta. A diferencia de los últimos barcos en los que navegamos en Nicaragua y Panamá, este es muy estable y las aguas del canal son tranquilas. Pronto llegamos a la isla de los pájaros y un poco después a la isla de los lobos marinos. En ellas vemos multitud estos animales.

Nos encanta observarlos en libertad, en su hábitat natural. Vemos cómo los lobos juegan entre ellos, nadan junto a la isla, y posan (o eso parece) para que les hagamos fotos. Nos llama la atención el que, a pesar de que en la zona hay muchos islotes, todos los animales están concentrados en estas dos pequeñas islas, mientras que las demás están vacías.

Seguimos navegando y hacemos la siguiente parada en el Faro de Les Éclaireurs. Muchas veces se identifica a este faro con el Faro del Fin del Mundo, de la novela de Julio Verne, a pesar de que éste se encuentra en la Isla de Los Estados, un poco más al sur. A pesar de ello, el Faro de Les Éclaireurs tiene un encanto especial, tanto por su ubicación como por el paisaje que la rodea. Mientras nos acercamos a él, empieza a salir el sol. Todos salimos a cubierta para contemplar de cerca este faro que tantas veces hemos visto en fotografías, símbolo de esta región de Ushuaia e imagen ficticia del fin del mundo.

Pero aquí no acaba nuestra excursión; aún tenemos que llegar a la Isla Martillo, donde veremos una gran colonia de pingüinos magallánicos. Entre ellos, también se encuentra una pequeña colonia de 25 parejas de pingüinos papúa, que normalmente sólo se encuentran en la Antártida. Nos alegramos de que estos pocos ejemplares hayan decidido emigrar y dejarse ver un poco más al Norte.

Cuando llegamos, la playa de piedras está llena de pingüinos magallánicos, entre los que se encuentran tres ejemplares de papúa. Tras observarlos un rato y divertirnos con sus graciosos andares y sus carreras huyendo de las olas, emprendemos el camino de vuelta, navegando hacia la ciudad.

Una vez en tierra firme, caminamos por el centro tratando de encontrar un lugar barato para comer y después pasamos la tarde buscando algunas cosas que aún nos van a hacer falta en la montaña (pantalones impermeables, gas, etc.). Esta actividad tan poco atractiva tenemos que repetirla en varias ocasiones durante los próximos días; no es fácil encontrar lo que necesitamos y al precio que queremos. También tenemos algo de tiempo para descansar, charlar con Nancy y su familia, incluso para dar una charla a un pequeño grupo de jóvenes en una actividad preparada por Nancy, que también es profesora y pertenece a una organización de defensa del medio ambiente. Es una ocasión para darnos cuenta de que nuestros proyectos sobre la educación tienen otras facetas. Eso nos permite hablar con los jóvenes del reciclaje, del respeto al medioambiente en otros países y otros muchos asuntos interesantes.

Otra tarde quedamos con Ariel, otro couchsurfer con el que nos habíamos puesto en contacto y que resultó ser un chico encantador y con una historia personal muy interesante. Ariel procede de una familia humilde y con problemas personales. Esto no fue un impedimento para que se  convirtiese en un gran cocinero, y construyera su propia casa y su propia vida. Nos encanta conocer a gente así. De hecho podría haber sido el protagonista de otro de nuestros proyectos sobre la educación pero lamentablemente no tenemos tiempo.

Ahora de lo que tenemos ganas, y hasta necesidad, es de ir a la montaña, ¡así que mañana mismo nos vamos de excursión!