Nos invitan a un temascal

Información
This post is categorized under...
Sections: 
Countries: 
Authors: 

Pereira, 17 y 18-2-2013

Hace unos meses en Isla Grande (Panamá) conocimos a Juan y Juli, una pareja de colombianos que se habían ido a vivir allí buscando una vida diferente. Pasamos unos días con ellos y nos hicimos muy amigos. Al despedirnos, Juan nos dio el teléfono de su madre y nos dijo que la llamáramos si íbamos a su ciudad, Pereira.

Pereira es una de las ciudades del llamado Eje Cafetero, una región que se encuentra en la Cordillera Central, muy conocida por sus bellos paisajes, sus aguas termales, su vegetación y la simpatía de sus gentes. Obviamente, teníamos ganas de conocer esta zona. Así que hace un par de días llamamos a Blanca Inés, la madre de Juan.

- ¡Qué alegría hablar con ustedes! ¿Y cuándo vienen? - nos respondió Blanca, muy simpática.

- Pues posiblemente el domingo- respondo.

- ¡Ay! Sería buenísimo si estuvieran acá el domingo por la mañana, porque vamos a hacer un temascal en la finca de mi hermano.

- ¿Temas... qué?

- Temascal... Espere que la pongo con mi sobrino Juan Carlos y él le explica lo que es.

Juan Carlos coge el teléfono y me cuenta que el temascal o temazcal es una especie de baño turco, un baño de vapor. Tiene su origen en las tradiciones de los indios norte y centroamericanos y su objetivo es la purificación del cuerpo y de la mente, es un rito de sanación.

Nos parece muy interesante y cogiendo el bus nocturno que salía de Bogotá nos daba tiempo a llegar, así que tras tras una noche entera en la carretera, llegamos a Pereira y vamos directos a casa de Blanca Inés. Nos recibe con una sonrisa y nos invita a descansar un rato, cosa que nos viene muy bien; el viaje en bus ha sido pesado y no hemos podido dormir mucho.

Nos despierta cuando su hermano Jorge Eduardo llega con su coche a recogernos para llevarnos a la finca, un pequeño paraíso a 15 minutos de la ciudad. Una gran casa hecha de madera y guadua (un tipo de bambú enorme) y rodeada de árboles, plantas y aves de todo tipo en la que alquilan habitaciones y tiendas de campaña. Tras un recorrido por la impresionante plantación de orquídeas, nos invitan a participar en una clase de yoga. Al acabar la clase, nos ponemos el bañador y seguimos al resto de participantes hacia el lugar donde se va a realizar la ceremonia.

Allí han montado una estructura circular, como una tienda de campaña, que según nos explican reproduce el útero materno y la conexión con la madre tierra. Junto a ella hay una fogata en la que se están calentando unas grandes piedras que se introducirán después en el temascal (que es tanto el nombre del recinto como el de la ceremonia). Todos entramos en silencio y nos sentamos formando dos círculos concéntricos. En el centro de hay un agujero en el cual se colocarán las piedras calientes. El recinto es pequeño y está casi totalmente a oscuras. La ceremonia tiene 4 fases, representando los 4 elementos, en cada una de las cuales se introducen 4 piedras al rojo vivo. Sobre ellas se echan diferentes hierbas, que hacen estallar pequeñas chispas que en la oscuridad parecen estrellas.

Ricardo, el chamán que dirige la ceremonia, va guiando los pasos que hay que dar y es también quien echa agua sobre las piedras calientes, provocando instantáneamente una gran cantidad de vapor, como en una sauna. Ricardo habla de la madre naturaleza y del respeto hacia ella, de la unión entre todos los seres vivos, de la necesidad de sanar la mente, el cuerpo y el espíritu. El sonido de un tambor y los cánticos que vienen a continuación contribuyen a la creación de un ambiente místico, especial. En algunos momentos se hace difícil la respiración, pero la sensación se mitiga al inclinarse y acercar la cabeza al suelo, donde el aire es menos caliente y la tierra mojada refresca un poco. Unos veinte minutos después acaba esta primera fase y algunos compañeros salen a tomar el aire antes de continuar. La segunda fase es similar a la primera, y al acabar Ricardo nos ofrece beber agua, algo que es necesario porque la tercera fase es más dura que las anteriores. La temperatura sube bastante y la cantidad de vapor también, pero la sensación de estar viviendo una experiencia espiritual también es mayor. En un momento determinado levanto la cabeza y, a pesar de que sé dónde estoy, es tan intenso el vapor y el sonido de los tambores que me parece estar en una tienda india con el jefe de la tribu dirigiendo la ceremonia. Tras la cuarta fase, más corta y llevadera que las anteriores, salimos finalmente al exterior. Ha estado lloviendo y el ambiente es bastante frío. Compartimos unas frutas antes de volver caminando a la finca, vestirnos y tratar de entrar en calor.

Olvidaba decir que Blanca Inés también participó en el temascal y le gustó tanto como a nosotros.

Pasamos el resto de la tarde con Jorge Eduardo, Beatriz, Marta (hermanos de Blanca) y el marido de Marta jugando al parqués (un juego colombiano similar a nuestro parchís) y haciendo pulseras de macramé. Es una tarde muy relajada con una agradable familia. Juan Carlos, el hijo de Jorge Eduardo y responsable del hospedaje, nos prepara una rica cena y jugo de borojó, una fruta parecida a la chirimolla pero del tamaño de un melón.

Para dormir, nos han preparado una cama en una espaciosa habitación en la planta baja de la casa, donde dormimos muy bien y muchas horas: desde las 9 de la noche a las 9 de la mañana.

Al día siguiente, al levantarnos, nos encontramos con una grata sorpresa: ¡Juan Carlos nos ha preparado una tortilla de patatas! Estuvo varios años trabajando en España y se trajo la receta a Colombia cuando, debido a la crisis, tuvo que cerrar la empresa de informática que montó allí y volverse a su país. Pasamos la mañana sentados observando cómo distintas clases de pájaros vienen a comerse las frutas, el alpiste y el maíz que Juan Carlos ha puesto en la baranda de la terraza. Algunos son grandes y de colores brillantes, otros pequeños pero igualmente preciosos.

Luego Juan Carlos nos muestra otra parte de la finca, un pequeño sendero que discurre entre una increíble naturaleza. En la copa de uno de los árboles vemos unos monos de pelaje oscuro.

- Íbamos a hacer aquí el temascal, pero lo cambiamos de sitio por los monos – nos explica Juan Carlos.

Yo, con la visión antropocentrista que solemos tener los humanos, pienso que es por el riesgo de que molestaran a quienes fueran a la ceremonia, y me avergüenzo cuando Juan Carlos sigue hablando.

- Es para no molestarlos con la música, el humo... No queremos incomodarlos y que tengan que irse de aquí.

¡Obvio! Somos los humanos quienes solemos molestar a los animales, y no al revés. Ellos viven tranquilos en su hábitat y nosotros lo invadimos ya sea para construir, para hacer turismo o para cultivar en su hábitat.

Por la tarde Juan Carlos nos lleva de regreso a la ciudad. Al salir de la finca nos damos cuenta de que es una isla de naturaleza en medio de una zona de fincas o residencial. Hace muchos años que la compraron y desde entonces se han dedicado a reforestarla y  a dejar que la exhuberante naturaleza siga su curso. Con la ayuda del clima tropical el efecto que produce es bastante impresionante. Es como tener una pequeña jungla, con sus ríos, cascadas, animales... a 15 minutos de la ciudad. Ha sido un fin de semana muy especial en el que nos hemos sentido muy a gusto con la familia de Juan. ¡Ojalá él y Juli también estuvieran aquí!