Última parada: Buenos Aires

Información
This post is categorized under...
Sections: 
Countries: 
Authors: 

Buenos Aires, 21 y 22-7-2013

Cuando nos despertamos el clima no ha mejorado. Sigue haciendo mucho frío y el cielo está gris, pero nos negamos a pasar nuestros últimos tres días de viaje metidos en el hostal, así que nos ponemos toda la ropa que tenemos y salimos a la calle. Tenemos la suerte de que sea domingo, el día en el que se monta el conocido mercado de San Telmo. Es un mercado donde se puede encontrar de todo, principalmente artesanías y antigüedades.

La calle donde se monta el mercado va a parar a la Plaza Dorrego. Allí nos han dicho que los domingos suele haber gente bailando tango, un espectáculo que aún no hemos disfrutado desde que pusimos los pies en Argentina. En parte por falta de dinero, pero también porque tendemos a huir de los sitios para turistas donde dos bailarines se exhiben, tal vez (nos imaginamos) con un tango que poco tiene que ver con el tradicional. Cuando llegamos a la plaza nos desilusiona descubrir que no hay ni música ni tango.

Empezamos a curiosear entre los puestos de antigüedades que se concentran en esta plaza... cuando de repente oigo una guitarra. Es el concierto de Aranjuez. Javi y yo buscamos la fuente del sonido y encontramos a dos guitarristas en una esquina de la plaza. Es una obra que nos encanta a los dos, y nos quedamos allí de pie, cogidos de la mano, sin decir nada. No hace falta.

Instantes después acaba de tocar y uno de los músicos dice por el micrófono que su compañero va a tocar Recuerdos de la Alhambra. Este, frotándose las manos y estirando y encogiendo los dedos, le dice: “¿Quién decís que va a tocar qué?” Teniendo en cuenta el frío que hace, no puedo imaginarme lo complicado que tiene que ser. Aún así, el guitarrista la toca, y lo hace de maravilla. Observo sus manos, miro alrededor, escucho la música y hago el esfuerzo consciente de guardarlo todo en mi memoria. Miro también a Javi y veo que está tan emocionado como yo.

Tiempo después hablaría con un amigo de los artistas callejeros, de lo dura que es a veces su vida, y de cómo transforman los lugares con su música, creando momentos únicos. Este es uno de ellos.

Para acabar la actuación, salen a escena una pareja de edad avanzada. Una vez el músico ha descansado un poco sus dedos, empiezan a tocar un tango y la pareja se lanza a bailar. Es un baile sencillo, suave, pero cargado de intención. Esto pone el broche final a nuestro paseo. Ya hemos visto y sentido todo lo que teníamos que sentir en Buenos Aires.

Emprendemos el camino de regreso al hostal y de vuelta pasamos por una galería donde hay un mercado de antigüedades. Entramos siguiendo la curiosidad de Javi hacia estos objetos. Siempre me dice que le gusta imaginar la vida de las personas que los poseyeron, que es como si conservaran un poco de historia dentro. Al final soy yo quien se queda enganchada con algo que me llama poderosamente la atención. En varios puestos hay cajas con postales antiguas. Hasta ahí, es normal.

Lo que me llama la atención es que muchas de ellas están escritas. Son postales escritas desde diversas partes del mundo, casi todas dirigidas a destinatarios en Argentina. Postales de hijos que emigraron y escriben a sus padres, de hermanos que hablan de su preocupación por no haber estado en momentos difíciles, de sobrinas que cuentan que han sido madres, o que han acabado sus estudios, o que han encontrado trabajo. Muchas son de España, algunas de Valencia, pero las hay de todas partes del mundo.

Finalmente decidimos comprar unas cuantas, pensando en un posible proyecto literario que no vamos a desvelar todavía. Pero ya no podemos soportar más el frío; decidimos comprar algo de comer y regresar al hostal.

Al día siguiente aún encontramos fuerzas para recorrer otros lugares emblemáticos de Buenos Aires, como el barrio de Caminito con sus casas de colores, o el cementerio de La Recoleta, pero estamos un poco... raros. Parece que el saber que esto se acaba nos tiene entristecidos, y el clima no acompaña.