Un asado entre amigos

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El Calafate, 12-4-2013

Es nuestra última noche en El Calafate y va a ser una noche especial. El padre de Georgi va a hacer un asado (barbacoa) en su casa, a la que también van a venir algunos amigos de ella. Y dado, que el miércoles es el cumpleaños de nuestra amiga, va a ser una pre-celebración.

Estamos muy contentos. No sólo por la comida (que también), sino por poder formar parte de este momento. Por supuesto, se puede comer un típico asado argentino en cualquier restaurante, igual que te puedes comer una paella en El Saler, y seguro que está muy rico. Pero no se puede comparar a lo que es hacerlo entre amigos, ver el proceso, disfrutar el momento... Georgi, su padre y sus amigos nos hacen sentir realmente cómodos entre ellos, como si fuéramos uno más. Y el hecho de celebrar al mismo tiempo el cumpleaños de nuestra nueva amiga, lo hace aún más especial.

Además, teníamos muchas ganas de conocer a su padre, Jorge. Georgi nos contó que él siempre ha trabajado como chófer y durante la infancia de Georgi trabajaba llevando y trayendo del aeropuerto a pilotos de Iberia.

- Por eso mi padre hablaba mucho de España. A veces venía a casa alguno de sus amigos pilotos, ¡o traía una figurita de un toro que le habían regalado! -nos cuenta Georgi entre risas.

Sin embargo, los exigentes jefes españoles que tuvo nuestra amiga en una época de su vida hicieron que no tuviera muchas ganas de conocer nuestro país. Esto fue hasta que, por circunstancias de la vida, viajó a Barcelona y descubrió que le encantaba ese país del que tanto le hablaba su padre, aunque curiosamente, él nunca lo ha llegado a conocer. Georgi va a viajar dentro de poco a España y, aunque nosotros no estaremos allí, esperamos que pueda conocer a nuestras familias y probar una auténtica paella valenciana de “papá Manolo”.

El padre de Georgi es muy simpático y llena los platos de carne y chorizos una y otra vez. Entre todos, damos buena cuenta del asado y aún nos queda algo de espacio para comer un poco de tarta de cumpleaños.

La cena acaba pronto porque todos trabajan al día siguiente. La despedida de Georgi es breve y apresurada, y nos quedamos solos en su casa con una sensación triste y extraña. Cuando Javi ya está en la cama, suena el teléfono. Es Georgi:

- ¡Chicos! ¡Vamos a tomar una cerveza! ¡No nos podemos despedir así!

¡Tiene razón! Nos encontramos media hora después en un local del centro con ella y dos de sus amigas, donde nos dan casi las 4 de la mañana. Al día siguiente ellas madrugan para ir a trabajar y nosotros para coger un bus de camino a El Chaltén... ¡qué importa! Disfrutamos el momento, ya dormiremos mañana.