Viendo Jaipur y escribiendo cartas de amor

Información
This post is categorized under...
Sections: 
Countries: 
Authors: 

Jaipur, 26-12-2011

El día de Navidad nos levantamos tarde, vimos lo que nos había escrito la gente acerca de nuestro vídeo y subimos a comer al solecito, en la terraza del hotel. Por la tarde hicimos una conexión por skype con nuestra familia. ¡Qué ilusión nos hizo a todos! No es lo mismo que estar juntos, pero nos sentimos un poco más cerca. El resto del día estuvimos revisando fotos y escribiendo. Fue un día de Navidad muy tranquilo y diferente a lo que estamos acostumbrados.

En la oficina de turismo nos habían explicado que hay unos tours organizados por el gobierno, que pueden ser de medio día o de día entero, en los cuales te llevan en bus a los sitios más importantes de la ciudad, con guía incluido. El chico que nos llevó la primera noche al hotel en tuk-tuk nos había ofrecido algo parecido por un precio también similar.

Normalmente preferimos hacerlo todo por libre, pero en esta ciudad los sitios relevantes están unos muy lejos de otros y no tenemos mucho tiempo. Al final decidimos hacer el tour “oficial” porque pensamos que el guía estará más preparado.

Hoy, segundo día de Navidad, salimos temprano para realizar la visita guiada como unos buenos turistas. El guía habla inglés, pero hay cosas que no entendemos. En la mayoría de los sitios no entra con nosotros, sino que nos da la explicación desde fuera. Además tenemos el tiempo muy limitado, por lo que estamos un poco decepcionados. Con él visitamos el Laxmi Narayan Temple, el Albert Hall (un museo con 18 salas para el cual tenemos 30 minutos), el observatorio Jantar-Mantar y el Amber Palace.

La visita al observatorio nos pareció especialmente interesante. Está compuesto por grandes instrumentos de piedra utilizados para estudiar el movimiento de los cuerpos celestes. Allí acuden muchas familias indias para saber la fecha más adecuada para celebrar grandes acontecimientos o averiguar si los próximos meses los astros les traerán buena fortuna.

En teoría teníamos que haber visto el Hawa Mahal y el City Palace, pero sólo pasamos por delante. Así que decidimos que esta tarde completaremos la visita por nuestra cuenta.

Buscando un sitio barato para comer, llegamos a un puesto callejero Estamos intentando averiguar qué es cada cosa, cuando se nos acerca un hombre y empieza a explicárnoslo. Nos acompaña a una plaza para que comamos más tranquilos y se pone a hablar con nosotros. Empieza a contarnos que tiene una novia española llamada Carmen, una enfermera de Madrid, y que le gustaría escribirle una carta en español, para lo cual nos pide nuestra ayuda. Ante nuestra respuesta afirmativa, saca un lápiz y un papel y empieza a dictarle a Mayte. “Querida Carmen: no puedo dejar de pensar en ti ni un momento. Aunque estamos lejos, nuestros corazones están unidos”, así una hoja entera. Ambos intentamos entender la historia de este hombre con Carmen y nos preguntamos por dónde nos va a salir después. ¿Qué nos querrá vender? ¿Qué querrá de nosotros? Y cuando ya no podemos estar más atónitos, dice: “Posdata: no olvides mi masaje especial”. ¡Aún no sabemos cómo nos aguantamos la risa! ¡El hombre es bastante mayor y tiene más huecos que dientes! ¿Cómo será la tal Carmen?

Cuando acabamos la carta nos quedamos esperando a ver si nos quiere liar de alguna manera; nos cuesta acabar de creernos esta historia. Nos pregunta si necesitamos algo, dónde queremos ir, si vamos de compras... Le contestamos que sólo vamos a ir a ver el Hawa Mahal. El hombre nos indica el camino, nos pide que le saquemos una foto y se va. Ahora es cuando nos quedamos más sorprendidos y sintiéndonos un poco culpables porque durante todo este rato nos hemos estado preguntando cuál sería la segunda parte. Parece que no la hay. En cualquier caso, todo esto nos resulta muy extraño...

Unos días después, en el lugar más insospechado, en medio del desierto nos enteraremos del final de esta historia. Estamos sentados junto al fuego contandoles esta anecdota a unas chicas catalanas, cuando una de ellas nos interrumpe y nos dice:

- ¡El novio de Carmen! Nos hizo escribirle una carta súper empalagosa en plan "te echo mucho de menos, nuestros corazones están unidos..."

¡Increíble! Resulta que al final sí que había una segunda parte, porque hizo que estas chicas compraran unas pashminas que no necesitaban. Y no es el único caso, ahora sabemos al menos de uno o dos más. A veces es Carmen, a veces Cecilia... ¡no sabemos cuántas novias tiene este hombre!. Nos sorprende lo que son capaces de inventarse algunos para sacar algo de dinero. Es tan elaborado que casi se merece lo que saque.

Seguimos nuestro camino y entramos al Hawa Mahal, también conocido como el “Palacio de los Vientos”. Su principal característica son sus 953 ventanas, cuyo objetivo era crear corrientes de aire que refrescaran el palacio en los sofocantes meses de verano del Rajastan. Pero esa no era su única función. En muchos lugares de la India, aún en la actualidad, se practica el “purdah”, tradición según la cual las mujeres no pueden ser vistas por otros hombres que no sean su marido, generalmente cubriendo su rostro con un velo. El Hawa Mahal, con sus pequeñas ventanas, también les permitía observar el exterior sin ser vistas. Es fácil imaginar a las mujeres de la familia real que vivían allí recluidas, mirando a través de las ventanas la agitada vida del bazar, como único contacto con el mundo exterior.

Tras acabar nuestro recorrido por la ciudad que, aunque tiene muchas cosas bonitas para ver, no ha conseguido enamorarnos, llegamos al hotel con tiempo suficiente para darnos una ducha, acabar de recoger nuestras cosas y comprar algo de cena. Cogemos un tuk-tuk conducido por un chico muy simpático que va acompañado de un amigo y nos hacen el recorrido muy entretenido.

Llegamos a la estación de autobuses, localizamos el nuestro y preguntamos dónde podemos meter nuestras mochilas. Nos dicen que no hay maletero, que las tenemos que llevar arriba con nosotros. Según habíamos visto en Internet, nuestros asientos son unas camas situadas en la parte superior del autobús. Lo miramos desde fuera y nos parece un poco pequeño para ser de dos pisos ¡porque no lo es! Las “camas” resultan ser unos compartimentos como los estantes donde suelen ir las maletas pero más grandes y cerrados con un cristal ¡menos el nuestro, que no lo tiene! ¿En ese espacio tenemos que ir nosotros dos con nuestras mochilas durante 10 horas? Imposible.

Al final dejamos la mochila de Javi en el pasillo y nos ponemos lo más cómodos que podemos. Cuando empieza el viaje Mayte está en la parte que da al pasillo y con el primer bache que cogemos está a punto de caer abajo. Y es que, además de no tener cristal, estamos al final del bus y la carretera no es precisamente buena. Intercambiamos los sitios pensando que, como Javi pesa más, tendrá más estabilidad. Lo cierto es que no es así, pero después de escuchar un poco de música en el móvil y habernos acostumbrado al traqueteo, nos quedamos dormidos.