Primera excursión y primer glaciar patagónico: el Vinciguerra

Ushuaia, 22-3-2013
Hoy por fin vamos a pisar la montaña. Para eso queríamos venir hasta la Patagonia: para ver y vivir la naturaleza.
Al principio estuvimos valorando diferentes travesías de varios días. Entre ellas, la que más me atraía era la de “los Dientes de Navarino”, un trekking de 4 ó 5 días que sale de Puerto Williams, en la vecina y chilena isla de Navarino, situada al otro lado del Canal de Beagle, todavía un poco más al Sur que Ushuaia. Desde allí se recorren unos paisajes de lo más inhóspito, ¡eso sí que es el fin del mundo! En un punto de recorrido incluso se divisa, al sur del Sur, el mítico Cabo de Hornos.
Me habría gustado realizar ese recorrido pero había varios problemas. El principal de ellos era el clima, que en los últimos días era muy frío y con un viento fortísimo. Otros inconvenientes eran el precio de las barcas para cruzar a Chile y que Mayte prefería algo más ligerito para empezar, lo cual es totalmente comprensible. En los viajes, como en la vida, hay que saber renunciar a ciertas cosas. No se puede ver todo lo que querríamos ver, el mundo es demasiado grande y el tiempo demasiado corto...
Finalmente nos decidimos por una pequeña excursión de un solo día para ir abriendo boca. Varias personas nos recomendaron una visita al glaciar Vinciguerra, muy cerca de la ciudad de Ushuaia, y eso es lo que vamos a hacer hoy.
A pesar de ser un solo día, salimos con una mochila cargada con casi toda nuestra ropa de abrigo y para la lluvia, por lo que pueda pasar. Siempre me gusta ser previsor en la montaña.
Tras llegar con el bus urbano al principio de la carretera del Valle de Andorra, que nos llevará a nuestro destino, comenzamos a hacer dedo y.. ¡el segundo coche que pasa es Ariel, el couchsurfer con el que quedamos ayer! Aprovechamos la casualidad y en un momento estamos en el punto de inicio de nuestra caminata.
Atravesamos una gran turbera (terreno dedicado a la explotación de la turba saltantando de piedra en piedra y de tronco en tronco. A veces metemos las botas en el barro hasta el tobillo. No es fácil caminar por estos terrenos después de la lluvias de los últimos días.
Algo después nos espera, junto a un río, un gran estanque de aguas muy tranquilas. Si se observa con atención se puede ver que las paredes del mismo son artificiales: han sido construidas por un castor. Los castores son una especie invasora que está haciendo mucho daño a los ecosistemas de Tierra del Fuego. Fueron introducidos por el ejercito a mediado del siglo XX para crear una industria peletera en la zona. El negocio no funcionó y los castores fueron liberados en los bosques. Lo que parecía un hecho sin importancia se convirtió en una catástrofe ecológica. que entonces era una pequeña colonia de tan solo 50 castores, debió sentirse muy a gusto en esta región y hoy en día se ha convertido en una población de más de 50.000 ejemplares que arrasan con bosques e inundan terrenos por doquier.
Seguimos avanzando y atravesamos un bosque de lenga y coigüe, especies propias de estas latitudes. Tras perdernos durante un buen rato por no prestar la debida atención, encontramos el camino de subida y empezamos a remontar el valle del glaciar Vinciguerra. El paisaje debe ser precioso en cualquier época del año pero ahora, en otoño, las tonalidades rojizas y amarillas de las hojas de las lengas, lo hacen aún más espectacular.
Después de algunas horas de caminata, tras subir por una antigua morrena glaciar, por fin llegamos a la Laguna de los Témpanos. Este pequeño lago, lamentablemente, no hace honor a su nombre y no presenta bloques de hielo flotando, como cabría esperar.
El circo del glaciar queda al otro lado del lago. En los años 70 el tamaño del Vinciguerra era el doble del actual. No existía la actual laguna ya que su espacio estaba ocupado por el hielo. Es otra prueba más del cambio climático, que hace que este glaciar en concreto se reduzca a razón de casi 12m por año.
El viento aquí es muy muy frío y damos gracias por haber cogido nuestra ropa de abrigo. Al poco de sentarnos para comer algo, comienza a nevar y aumenta la fuerza del viento, así que acabamos rápido nuestra comida y rodeamos el lago para llegar al pie del mismo glaciar.
Allí podemos ver que hay una pequeña cueva en el hielo, al final del mismo. Por supuesto, no podemos evitar meternos dentro y ver el hielo desde dentro. A pesar de tener un color oscuro debido a la tierra depositada sobre él, se ve claramente que estamos bajo una enorme cantidad de hielo, lo cual no es tranquilizador, así que salimos pronto y emprendemos el camino de regreso.
Ha sido un bonito día de reencuentro con la montaña y la naturaleza, pero esto es solo el comienzo. Esperamos poder seguir disfrutando de muchos más días y paisajes tan bellos como estos mientras recorremos estas tierras de montañas, glaciares y desiertos interminables.
Comentarios
JOSE
hola padrino y tía Maite ¡¡¡¡QUE BONITOOOO!!!! mucho mas que lo que se veía por la ventana de la habitación del hospital.
ya estoy mucho mejor mi cicatriz mide 6 cm casi 7 (medida con metro y todo).
es como una herida de guerra
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡OS QUIEROOOOOOOOOOOO MUCHOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!!!
JOSE
Guapo!!!
Hola Jose!
Ay, no sabes cuánto nos acordamos de ti durante el trekking (este no, el otro más largo que hicimos después). Todos los días decíamos: ¿cómo estará Jose? Pobrecito...
Nos alegramos de que estés mejor y tenemos muchas ganas de verte y darte un abrazo grandote.
Nosotros también te queremos mucho!!!!
Que bonito
Que bonito tanto lo que cuentas como las fotos y que felices se os ve.
Besitossssss
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