Algo pasa en Jaisalmer

Información
This post is categorized under...
Sections: 
Countries: 
Authors: 

Jaisalmer, 9-1-2012

Hemos decidido pasar más tiempo en Jaisalmer. Tenemos mucho trabajo pendiente y este nos parece el lugar perfecto para intentar ponernos al día.

Salvo algún pequeño incidente, los primeros días de enero transcurren de forma bastante apacible y al fin nos decidimos a visitar un lugar que queríamos ver desde que llegamos. Después de todo, nuestro hotel comparte un muro con él y hemos pasado por su puerta decenas de veces.

Existe en Jaisalmer un templo que construyeron los seguidores de la religión jainista, los jainas, entre los siglos XII y XVI. Como es costumbre en Rajastán, lo mas llamativo es el grado de detalle de las tallas que adornan el exterior y el interior del templo. Esta es una característica de la arquitectura local pero en este caso se ha llevado un paso mas allá. En el interior se pueden ver  dioses y escenas esculpidas en la piedra arenisca, mientras que las paredes y las cúpulas están cubiertas por miles de pequeños animales y figuras geométricas. Vale la pena entrar a ver esta maravilla confundido entre los ríos de peregrinos vestidos de blanco que acuden todos los días hasta aquí.

Jaisalmer tuvo en su día una importante colonia de jainas. Este es un credo minoritario en la India aunque sus fieles, tradicionalmente dedicados al comercio tenían, y aún tienen, mucha influencia política y social en la India. Quizás este es el motivo por el que fueron protegidos durante muchos años por el Maharajá de Jaisalmer y por el cual construyeron  este  importante templo que se ha convertido en lugar de peregrinación. La religión jainista tiene algunos puntos en común con el hinduismo, aunque el jainismo es una religión sin dios, como el budismo. Otra importante diferencia es el rechazo al injusto sistema de castas del hinduismo. Sus fieles se distinguen fácilmente por su atuendo blanco y por sus sorprendentes costumbres. Esta religión también se caracteriza por un respeto a la vida que llevan hasta el extremo al andar descalzos, barriendo el suelo con un plumero para no pisar ni una hormiga. También es habitual que lleven una mascarilla para evitar tragarse una mosca o que no conduzcan un coche para que un insecto despistado no arruine su karma al estamparse contra el parabrisas. También es cierto que estas costumbres son solo seguidas a rajatabla por los religiosos y no por los laicos.

También durante estos días tenemos el pequeño placer de cocinar nosotros mismos gracias a una pequeña y precaria cocina que hay en el terrado de nuestro hotel y que Luna, el dueño, nos permite utilizar. El resto del tiempo transcurre conociendo nuevos y reencontrando viejos amigos como Argi y Leandro, con los que tenemos agradables y largas conversaciones tomando chai y viendo ponerse el sol sobre los tejados de la ciudad.

La última noche en Jaisalmer es un tanto especial para los dos.

Jaman es un cocinero muy bueno que trabaja en un restaurante que frecuentamos. Es una persona bastante reservada cuando no la conoces. Los primeros días era muy serio y callado. Después fue cogiendo confianza y, algunas veces, se sentaba con nosotros a charlar. Incluso ha enseñado algo de cocina india a Mayte de forma gratuita. Eso sí, nosotros a cambio le hemos llevado una de tortilla de patata casera para que la pruebe ¡Tortilla de patata de verdad!

Cuando le decimos que nos vamos mañana nos pide que esa noche nos invita a cenar.  Cuando llegamos nos prepara dos platos especiales y se empeña en sacar un par de cervezas a pesar de nuestras negativas. Se sienta con nosotros y nos cuenta que es del norte de la India, que su familia está allí, que da clases de cocina para extranjeros los meses que vive en su casa, y así muchas más cosas sobre él. No para de decirnos que somos sus invitados. que somos especiales, que no somos turistas... Nos lo dice a nosotros y, para sonrojo nuestro, a algún cliente más que anda por allí. Nosotros no salimos de nuestro asombro. No nos esperábamos ni la invitación ni los elogios. Estamos totalmente descolocados.

La cena acaba con una invitación para ir a su casa si alguna vez volvemos a la India. Pero poco antes de levantarnos aparece nuestro amigo Sourabh corriendo y acompañado de un amigo. Le había hablado de nosotros y quería conocernos antes de que nos fuéramos, aunque solo fuera para estrechar las manos y cruzar cuatro palabras. Después de que Sourabh nos obsequiara con unos curiosos regalos, muestra de su simpatía y de su inocencia, y prometiera acompañarnos a la estación de autobuses al día siguiente, nos despedimos de todos y salimos de allí anonadados.

¿Que esta pasando? ¿A qué viene todo esto? Nosotros sabemos que no somos tan especiales pero no deja de ser bonito que tantas personas en tan poco tiempo piensen que sí. Quizás se nos está metiendo dentro esa espiritualidad de la India de la que tanto se habla. No soy yo una persona muy dada a creer en energías, karmas y vibraciones. Hay gente, como Mayte, más dispuesta a creer en ello. No es que esté cerrado a pensar que hay cosas reales y que no tienen explicación. Al revés creo que el mundo está lleno de misterios. ¡Gracias a Dios! Yo siempre he dicho que lo que no tiene explicación no tiene por qué ser imposible pero, eso sí, de entrada soy escéptico. Quizás mi formación y profesión me hacen estar más cerca del pensamiento puramente racional. Ya se sabe la lógica, el método científico y todo eso.

A pesar de ello, últimamente empiezo a pensar que “algo” nos está haciendo la vida más fácil. Algo nos trajo al hotel de Luna después de salir a la fuerza de otro. Algo nos hizo conocer a Luna y que este nos presentara a Krishna. Algo hizo que conociéramos a Sourabh y que él nos viera como amigos enseguida... ¿Qué es ese algo? No lo sé. Quizás nosotros nos encontramos bien, en paz, tranquilos, y eso nos hace transmitir buenas vibraciones, buena energía (¡vaya! ¡ya lo he dicho!) y otras personas lo detectan y se acercan a nosotros. ¿Quién sabe? Cuando se acumulan tantas personas, tantas experiencias, y todo es tan intenso, no puedes dejar de pensar que debe ser por “algo”.