Cañonazo en El Morro

Información
This post is categorized under...
Sections: 
Countries: 
Authors: 

La Habana, 14-7-2012

Esta tarde Marta y Doriel nos invitan a ir con ellos al “Cañonazo”. Desde hace años, todos los días a las 9 de la noche, se dispara un cañón que hay en el Castillo del Morro, edificio militar de la época colonial situado en la bahía de La Habana. Antiguamente La Habana era una ciudad amurallada y había toque de queda, tras el cual se cerraban las puertas de la muralla y se levantaba una cadena que cerraba la bahía para que los barcos tampoco pudieran pasar. El cañonazo se utilizaba para indicar que era la hora de cerrar y que la gente debía volver a sus casas. Nos recuerda a la historia de Valencia, cuando al cerrar las puertas la gente que se quedaba fuera dormía, como dice la conocida frase, “a la luna de Valencia”, es decir, en la calle. Aquí, en La Habana, los que se encontraban en esta situación eran llevados por la policía al “arsenal”, donde pasaban la noche.

Tenemos ganas de visitar este lugar, pero hay un pequeño problema: el precio de la entrada. Mientras que para los cubanos sólo cuesta 8 pesos (unos 0'30 €) la entrada para turistas cuesta 8 CUC (alrededor de 6 €) Vamos a intentar pasar por cubanos. Nos cambiamos de ropa y yo de peinado un par de veces para pasar más desapercibidos, pero para mí es difícil: mi ropa y mi pelo me delatan. Aquí no hay mucha gente con un estilo “hippie” o “alternativo” y la ropa que llevo en mi mochila no me da muchas opciones. Aún así, vamos a intentarlo.

Cuando llegamos a la taquilla, Doriel va a sacar las entradas. Hasta aquí no hay problema. Pero cuando vamos a entrar, la mujer que recoge los tickets me mira, me señala y dice mirando a Doriel:

- Ella es extranjera.

- ¿Yo? No... - contesto intentando parecer convincente, pero sabiendo que la tonalidad roja que va adquiriendo mi cara no ayuda nada.

- Sí, eres extranjera. Para ti la entrada son 8 CUC.

Más que avergonzada, vuelvo sobre mis pasos a pagar la cuota correspondiente. Javi sí ha pasado desapercibido. ¡Y reconozco que me da bastante rabia!

- Claro, es que Javi ha entrado más serio, ¡pero Mayte va por ahí con esa cara de muñequita feliz! - dice Marta.

A Javi y a mí nos da la risa, pero debe ser cierto: ya es la segunda vez que me dicen algo así. El otro día también lo comentó Alejandro cuando íbamos en la guagua (igual que en las Islas Canarias, aquí llaman así a los autobuses).

- ¿Ves? Por eso se nota que eres extranjera. ¿Tú te das cuenta de cómo vas? Asomada con la ventana y con esa sonrisa ¡Los cubanos estamos hartos de ver estas calles! No sonreímos tanto ¡y menos en la guagua así, llena de gente y muertos de calor.

En fin, que no paso por cubana ni a la de tres.

Vemos el famoso “cañonazo”, hacemos algunas fotos a las preciosas vistas que tenemos desde aquí y entramos a ver el museo del Che que se encuentra ubicado en "La Cabaña", la fortaleza donde el Che Guevara establación su comandancia tras tomar posesión del ella el 3 de enero de 1959. No podemos entretenernos demasiado porque ya es de noche y tenemos que volver a casa.

Por el camino, Marta nos comenta algo que ocurrió el día que llegamos.

- Cuando ustedes se fueron a recoger su equipaje, dejaron una mochila con sus cosas en el salón. Nos llamó mucho la atención porque aquí no dejamos nada en casa de nadie, y menos si los acabamos de conocer. Para nosotros fue muy bonito, fue una gran muestra de confianza. Eso le gustó mucho a mi papá.

Nosotros le explicamos que no es que lo hagamos a menudo, pero que sentimos que en ellos se podía confiar, y sabemos que no nos equivocamos.