Colque Tours: mentirosos y peligrosos

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Uyuni, 14-6-2013

Hoy salimos hacia Bolivia con la agencia Colque Tours. Hemos contratado un tour de 3 días con ellos para conocer varios de los atractivos turísticos de la zona: varias lagunas “de colores”, como la Laguna Colorada, la Laguna Verde y la Laguna Blanca, unos géiseres y por último, el famoso Salar de Uyuni, el más grande desierto de sal del planeta.

En San Pedro de Atacama hay muchas agencias que tratan de venderte sus tours por todos los medios. Hemos preguntado en varias de ellas y Colque es de las más baratas, además parece seria y es una de las más antiguas del lugar. Hemos oído historias de varios viajeros que han tenido malas experiencias con estos tours y por ese motivo hemos seleccionado con cuidado. En realidad habríamos preferido evitar completamente el contratar un tour organizado porque no se adapta a nuestra forma de viajar, pero en este caso, si no dispones de vehículo propio, el tour es la única manera de disfrutar de estos lugares.

La aventura no empieza con buen pie: ayer, después del madrugón de rigor, nos llevan al punto en el que debe recogernos el bus que nos llevará hasta la frontera con Bolivia, donde nos tienen que recoger unos 4X4. Pero no salimos de San Pedro. Después de una espera de un par de horas nos informan de que el paso fronterizo de Hito Cajón, que se encuentra a 4.500 m de altura, está cerrado por un temporal de nieve y viento. Nos comunican también que saldremos mañana y, si el temporal continúa, intentaremos cruzar a Bolivia por otro paso llamado Ollagüe, a tan solo 3.700 m de altura y que parece que no se ve tan afectado por el temporal.

Nos volvemos al hostal, recuperamos la habitación que dejamos hace un rato e intentamos averiguar algo más sobre la previsión meteorológica. La cosa no pinta bien. Hay alerta en Chile y en Bolivia y no parece que vaya a mejorar en varios días. Por la tarde nos acercamos a la agencia y preguntamos si el cambio de itinerario afectará en algo a las visitas programadas. En la agencia nos aseguran que podremos pasar por Ollagüe y que si hace muy mal tiempo no podremos ver la Laguna Blanca y la Verde, pero sí que visitaremos la espectacular Laguna Colorada.

“Bueno, al menos veremos la Laguna Colorada”, pensamos resignados. Entendemos que contra el tiempo no se puede hacer nada. Nuestra preocupación se debe a que, si no se puede ver nada más que el salar, no contrataríamos un tour que nos cuesta unos 85€ por cabeza (mucho dinero para nosotros) y nos iríamos en bus hasta el pueblo de Uyuni. Una vez allí contrataríamos el tour y nos saldría todo mucho más barato.

Y hoy salimos. Un poco tarde, pero salimos. Parece que las demás compañías salieron mucho antes, a las 5:30 o 6 de la mañana. Nosotros arrancamos casi a las 9:30 y aún paramos en Calama para repostar y comprar la comida. No parece que estén muy preocupados por el cambio de planes y la pérdida de tiempo que supone. Pero bueno, ya sabemos como funcionan estas cosas por aquí... paciencia.

Vienen 10 personas más con nosotros. Entre ellos está Miguel Ángel, el simpático canario que conocimos en el hostal de San Pedro y que viaja con su mochila y su enorme maleta a cuestas. Finalmente decidió aprovechar el retraso en la salida para venirse con nosotros. También hay un chico y una chica de Hong Kong, tres portugueses, un finlandés,dos suizos y nosotros. Es un grupo de lo más heterogéneo con el que imagino que acabaremos intimando, ya que vamos a compartir 3 días de viaje.

Mayte y yo vamos sentados en los primeros asientos y delante de nosotros va el chófer y un hombre que no se ha presentado, y que suponemos que va ser nuestro guía. Finalmente descubrimos que es Félix Colque, dueño de la agencia. Al cabo de un rato de viaje oímos a Félix comentarle al conductor que vamos a dormir en Alota y no en el refugio de Laguna Colorada, como estaba previsto. A continuación sigue hablando y comentando con el chófer unos planes que no tienen mucho que ver con lo que nos habían contado.

Dado que Félix no nos había explicado nada sobre esos cambios ni a nosotros ni al resto de pasajeros, le pedimos que comunique todos esos cambios en voz alta y a todos sus clientes. Hasta ese momento, él apenas había hablado con nosotros. Tan solo algún comentario de que íbamos a parar en Calama y alguna broma tonta de esas que tanto les gusta hacer a algunos guías y que parecen más dirigidas a niños que a adultos. Siempre me hace sentir incómodo esa actitud y me da algo de vergüenza ajena. Ese es otro de los motivos para evitar los tours a toda costa.

Por fin Félix se decide a comunicarnos los nuevos planes: dormiremos en un lugar llamado Alota e iremos mañana a Laguna Colorada, en lugar de dormir hoy allí. Por otro lado, la segunda noche dormiremos en el pueblo de Uyuni e iremos el tercer día a ver el salar, en lugar de dormir en el salar como estaba previsto.

Nosotros y algún otro miembro del grupo preguntamos si es seguro que podremos ir a la Laguna Colorada y él nos asegura que sí, que no hay ningún problema con eso. Sobre el tema de dormir en Uyuni le decimos que no nos hace gracia. Pensamos que tiene mucho más encanto dormir en el salar y poder ver la noche estrellada desde allí que dormir en un pueblo. Casi todo el grupo nos apoya y él accede. Imaginamos que pretendería ahorrarse uno pesos haciéndonos dormir en un hotel de su propiedad en Uyuni.

Por el camino hacemos una parada en mitad del desierto que nos acompaña durante todo el trayecto. La parada es para ver a unos flamencos que hay en la orilla de una laguna y para hacer nuestras necesidades más urgentes. Eso sí, casi hay que obligar al chófer a parar... parece que eso de mostrar los atractivos del camino no forma parte de sus obligaciones.

Por fin llegamos al paso de Ollagüe y el bus para en el lado chileno. Allí nos espera uno de los dos 4X4 que nos llevarán el resto del recorrido. El otro debe estar al llegar. Antes de irse y dejarnos con Denis, el chófer del 4X4 en el que iremos nosotros, Félix Colque nos da la comida, que estaba incluida en el precio del tour: una salteña (empanada típica del lugar) y un plátano. Eso es todo, ese es el almuerzo prometido y además nos lo da mientras descargamos nuestras mochilas, en mitad de la nada... bien, que le vamos a hacer, lo tomamos con humor y nos despedimos de él con alguna broma. Después de sellar nuestra salida en la oficina chilena, el 4X4 nos lleva en dos viajes hasta la caseta de la policía fronteriza boliviana.

Y ya estamos en Bolivia. Teníamos muchas ganas de llegar aquí. Por desgracia, este es uno de los países más pobres de América... y eso se nota con solo poner un pie es su polvoriento suelo. Este paso fronterizo parece ser un retrato del fin del mundo. En medio del inmenso desierto hay un vía férrea por la que, de tanto en tanto, pasa algún tren de mercancías a un paso lento, muy lento. En una vía muerta se puede ver lo que parece un tren fantasma: vagones desvencijados de madera descolorida en la que se intuye el color verde que tuvo una vez el tren, hierros oxidados, polvo y telarañas. Es un tren de otra época. Y el viento frío que lo barre todo... ese es el paso fronterizo de Ollagüe y nuestro primer contacto con Bolivia.

La caseta de aduanas es una de la varias casetas de aspecto lúgubre que hay repartidas por el lugar. No hay nadie en la oficina. En la puerta, dos camioneros nos dicen que los policías están almorzando, así que habrá que esperar. Y eso hacemos. Al rato sale un agente y vamos haciendo los trámites de entrada al país. Mientras los demás acaban, yo salgo fuera a curiosear y a maravillarme con la sensación de abandono que tiene todo lo que nos rodea. Y en ese momento veo aparecer al segundo 4X4 que salió a primera hora de la mañana del lado Boliviano del paso de Hito Cajón, donde nos tenía que haber recogido si el paso hubiera estado abierto.

El chófer llega un poco excitado y me dirijo hacia él para ver que ocurre:

- ¡Es imposible pasar! ¡El tiempo está malísimo y hay muchísima nieve! ¡Hay que ir derechos a Uyuni!

Esas son sus primeras palabras nada más verme. Luego dice algunas cosas más que no consigo entender por el fuerte acento que tiene. Yo, que ya me imaginaba algo así, empiezo a resignarme a que se anule el tour. Si algo he aprendido en la montaña es que con el tiempo no se juega. Si no se puede, no se puede.

Denis, nuestro chófer, también dice que, para él, lo más razonable sería cancelar el tour, pero tras conversar un rato entre ellos, los dos se dirigen a nosotros y nos hacen una propuesta: vamos a ir hacia Alota, que está de paso hacia Uyuni, y de camino intentaremos ir hacia la Laguna Colorada por otra pista. Probaremos suerte y si no se puede pasar, continuaremos hasta Alota e intentaremos comunicar por radio con Laguna Colorada para ver como está el asunto. A todos nos parece bien la propuesta: ellos son los profesionales.

Comenzamos a ver nieve en los lados de la pista de tierra por la que transitamos, pero el tiempo aún no es demasiado malo. Incluso hacemos una parada para ver una manada de llamas que pacen junto al camino. A medida que avanzamos el tiempo va empeorando y empezamos a verle la cara al temporal: el viento se hace más fuerte y comienza a nevar intensamente.

Denis ha puesto música Boliviana para amenizar el trayecto. Hay que reconocer que, si no estás acostumbrado, la música andina es un poco estridente. Los huaynos, cantados por mujeres con una voz muy aguda, parece que cargan un poco a Miguel Ángel, que propone un cambio de estilo sin demasiado éxito. A nosotros nos va bien esa música, nos recuerda a nuestro viaje por Perú de hace unos años y nos ayuda a ambientarnos y a darnos cuenta de que la Patagonia queda ya muy atrás.

Algún pasajero le pide a Denis que ponga la calefacción porque nos estamos quedando helados:

- Es que no funciona – responde el conductor como si fuera lo más normal.

- Pues, entonces, ¿puede cerrar la ventanilla? – dice Mayte, que se está empapando con la nieve que entra por la rendija.

- Es que se empaña el cristal... Como no va la calefacción – es la respuesta de nuestro chófer.

Sí, ya estamos en Bolivia. Nos esperábamos este tipo de cosas. Aquí todo funciona de otra manera, o simplemente no funciona y hay que tener paciencia. Estas situaciones nos recuerdan a nuestro lago paso por el trópico, con la diferencia de que aquí, en los Andes, hace un frío que pela.

Continuamos camino mientras Miguel Ángel, sentado junto al conductor, ayuda a limpiar el cristal con un trapo de tanto en tanto y Mayte intenta hacer una barrera contra la nieve con un impermeable. Lo cierto es que un tour de lujo parece que no va ser.

Cuando llegamos al desvío para ir hacia Laguna Colorada la nevada es muy fuerte. Tomamos la salida y al rato vemos a otro 4X4 que viene en sentido contrario por una vía paralela. Denis se baja y va a preguntarle al conductor que acaba de llegar por el estado del camino. “Parece que no hay paso por aquí”, es la conclusión que nos transmite cuando, completamente cubierto de nieve, vuelve a subir al 4X4.

Desandamos el camino y nos dirigimos a Alota, un conjunto de 2 o 3 casas que no llega ni a ser un pueblo. Allí los dos chóferes intentan comunicarse por radio con el refugio de Laguna Colorada pero no tienen éxito. Deciden que esperemos un rato mientras siguen intentándolo.

Mientras dejamos pasar el tiempo helados en una especie de comedor, nos sirven un té con pan duro y aprovechamos para conversar con los pasajeros del otro coche. Nos dicen que el suyo está aún peor que el nuestro: no funcionan los limpiaparabrisas y han de ir con la ventanilla bajada del todo para que el chófer pueda sacar al cabeza y ver el camino. Además las ruedas no tienen apenas dibujo y patinan en el hielo. Por supuesto tampoco hay cadenas para la nieve.

Y aquí es cuando todos empezamos a inquietarnos. Mayte y yo estamos acostumbrados ya a casi todo. No vamos a poner muchos reparos a dormir en un lugar frío, comer poco y mal... bueno, es lo que hay y no será primera vez ni la última. Además vamos preparados para el frío y la montaña. Pero la seguridad es otro tema. Con buen tiempo aún nos lo plantearíamos, pero con un temporal, con toda la zona en alerta, con la que está cayendo ahí fuera... Eso es otro asunto.

Por eso, cuando los dos conductores se acercan y nos dicen, ya de noche, que vamos a dormir allí y que nos levantaremos a las 4 de la mañana para intentar llegar a la laguna, nuestra reacción es de estupefacción:

- ¿Lo están diciendo en serio? ¿No podemos pasar ahora y quieren que nos metamos en una pista cubierta de nieve, sobre la que sigue nevando, con las ruedas lisas, sin calefacción y sin limpiaparabrisas?... - les pregunto sorprendido.

- Sí, claro. Hay que seguir con el tour – dice totalmente convencido.

Yo no sé si han hablado con alguien de Colque Tours (aunque parece que no hay cobertura aquí) o si tienen instrucciones de intentarlo a toda costa. Pero lo cierto es que me da igual.

- Bueno, ¿podemos ver un mapa de la zona para ver dónde estamos y qué se puede hacer? - pido amablemente.

- No -responde el otro chófer secamente y añade con mal tono-, eso lo tendrían que tener ustedes.

- ¿Nosotros tenemos que tener el mapa? - empiezo a cabrearme.

Les decimos que esperen un momento y consultamos con el resto del grupo, no queremos tomar ninguna decisión nosotros solos. Además aprovechamos para informar sobre las últimas novedades a algunos extranjeros que no entienden casi nada de español. Todos estamos de acuerdo en que es un locura y les decimos que preferimos ir a Uyuni y dar por finalizado el tour, que al fin y al cabo es lo que dijo el segundo chófer cuando llegó a la frontera esta mañana.

Entendemos que el tiempo es imprevisible. Eso lo sabemos por la práctica del montañismo. Le tenemos mucho respeto a los fenómenos meteorológicos y no culpamos a nadie de ellos. No queremos tener la misma actitud que algunos turistas urbanitas que piensan que la montaña es como un parque de atracciones en el que todo ha de estar bajo control porque han pagado por ello.

Bien, entendemos lo del clima. Lo que no entendemos es que se nos asegure que se va a poder hacer un tour sabiendo que lo más probable es que no sea así. Tampoco comprendemos como tras preguntar tres veces si era seguro que veríamos la Laguna Colorada, y que las tres veces nos respondieran que sí, ahora resulta que es imposible, cosa que hasta yo habría sabido de haber dispuesto de un mapa de la zona en condiciones. Tampoco entendemos que se nos meta en esta situación sin las más básicas medidas de seguridad. Salta a la vista que lo único que han tenido en cuenta es que ya tenían nuestros dólares y que querían quedárselos a toda costa.

Les decimos que queremos hablar con alguien de Colque Tours esta misma noche, en cuanto lleguemos. No queremos que sigan corriendo los gastos de su cuenta para evitar problemas en la devolución de la parte del tour no disfrutada.

Ellos acceden y nos dirigimos hacia el pueblo. Por el camino vamos proponiendo alternativas:

- ¿Y no podríamos ir al salar mañana y, si se abre el camino intentar ir pasado mañana a Laguna Colorada desde Uyuni? - le pregunta Mayte a Denis.

- Es que está a 8 ó 9 horas y no se puede ir y volver –contesta.

- Pero... ¿cómo es eso posible? Si antes nos ha dicho que de Alota a Uyuni son 2 horas y de Alota a la laguna 3. No me salen las cuentas- contesto yo extrañado. Tras un incómodo minuto de silencio continúo - ¿Entonces está a 5 horas o a 9? -y obtengo el mismo silencio por respuesta.

Cada vez estamos más enfadados. Además de querer meternos en una situación peligrosa, ahora nos mienten en la cara descaradamente y no se dignan ni a disimular. Al principio Denis nos cayó bastante bien e incluso disculpamos que quisiera seguir el tour achacándolo a la presión de sus jefes de Colque Tours y a que estamos casi seguros de que si se suspende el tour, él no cobra. Pero esto es ya un poco insultante.

Cuando llevamos una hora de recorrido, el coche de adelante para y sale el otro conductor a hablar por teléfono. Parece que ya hay señal. Denis sale a hablar con él y, al volver, nos dice que ha hablado con Rocío Colque, hija de Félix Colque, el dueño de la agencia. Ella le ha dicho que sí, que fuéramos directos a Uyuni, donde nos estará esperando.

Y así, helados, de mal humor, a las 9:30 de la noche, paramos en la puerta del hotel Colque, propiedad de Colque Tours, obviamente. Bajamos un poco tristes por la mala suerte que nos ha hecho imposible llegar a la Laguna Colorada, que era una de esas cosas que, de verdad, queríamos ver. Una vez dentro, descargamos las mochilas y preguntamos por la responsable de la agencia, pero esta no aparece. Le pedimos al encargado del hotel que la llame y él lo intenta, sin éxito, durante un rato.

Mientras tanto, nos invitan a pasar a las habitaciones y nos dicen que están preparando la cena. Dado que este recibimiento nos ha llevado ya a un cabreo considerable decimos que no nos vamos a alojar allí a menos que hablemos con alguien que nos diga cuánto nos van a devolver. No queremos seguir haciendo gasto con esta gente.

Entonces yo me dirijo al segundo conductor y le digo:

- ¿Pero qué le dijo la hija de Félix Colque cuando hablaron por el celular, antes en la ruta?

- No, yo solo pare para hablar con mi novia -responde él mirándome a los ojos.

- ¿Qué? ¡Pero si me ha dicho Denis que habías hablado con Rocío! -respondo yo sin poder creerme que me mienta tan descaradamente.

El conductor sonríe levemente y me mira como si yo fuera estúpido. Esa es su única respuesta y nosotros nos vamos encendiendo por momentos.

Al rato parece que consiguen hablar con Rocío Colque y que esta dice que mañana hablará con nosotros y nos cobrará tan solo el transfer (el traslado). Eso sí, entonces la cena y el hotel lo pagaremos nosotros.

Mayte yo yo les explicamos la situación a los demás y les decimos que nosotros vamos a buscar otro hotel por dos motivos: por no dar un dólar más a Colque Tours y porque este es muy caro para nuestro presupuesto. Los demás se unen a nosotros y nos vamos de allí en grupo. Tras varios intentos infructuosos encontramos un hotel sencillo y frío pero muy barato que lleva una mujer mayor. A pesar de todos los problemas los ánimos están altos y disfrutamos de una cena en grupo con muchas risas y bromas sobre el lamentable tour que hemos hecho. Veremos cómo se resuelve el asunto mañana (¡no te pierdas el desenlace!)