La estafa de Colque Tours continúa

Información
This post is categorized under...
Sections: 
Countries: 
Authors: 

Uyuni, 15-6-2013

Al día siguiente, después del desastroso día que pasamos con la agencia Colque Tours, nos levantamos pronto y vamos todos juntos a la oficina de la empresa en Uyuni. Una vez allí, y tras presentarnos, le cuento a Rocío Colque, la hija del dueño, todo lo que ocurrió el día anterior. Como me suele ocurrir, en realidad disfruto un poco con estas bullas y estas luchas verbales...Parece que sin comerlo ni beberlo, me he convertido en portavoz del grupo, lo cual es bastante normal porque pocos hablan español con fluidez.

Rocío nos ofrece devolvernos un tercio de lo que pagamos y nosotros no damos crédito.

- Pero si solo estuvimos con ustedes durante 12 horas. No hemos dormido en su hotel . ¡Lo único que nos han dado es el transporte y una salteña para comer! ¿Y por eso nos quieren cobrar como por dos días completos de tour? - exclamo yo, que ya me olía que esto no iba a ser fácil.

- Sí, he hablado con el dueño y no tengo permiso para darles más -nos contesta totalmente inexpresiva.

- ¡Pero si no hemos visto absolutamente nada y no hemos hecho apenas gasto! -intento razonar sabiendo que no va a servir para nada.

- Bueno, si quieren les llevamos hoy a ver el Salar -responde ella.

Y ahí es donde se les ve el plumero: lo único que quieren es no devolver el dinero. Lo que es justo o no, les importa bien poco. Le comunicamos a Rocío Colque que no queremos saber nada de su agencia y que no se nos pasa por la cabeza seguir el tour con ellos.

La conversación sigue durante un buen rato, y ella nos va soltando una mentira detrás de otra, sin ton ni son... No entendemos de qué le sirve eso. Los dos sabemos que es mentira lo que dice pero ella, aún así, lo dice: que si nosotros decidimos ir a Uyuni y que el camino no estaba cerrado, que si los coches estaban en perfecto estado, que no pudo venir anoche (cuando en realidad vive a una manzana de distancia)...

Nosotros le comunicamos que somos muchos y que de allí no nos movemos hasta que nos devuelvan todo el dinero. La cosa se empieza a poner tensa y, estúpido de mí, no puedo evitar que me de un poco de pena Rocío. Su situación no es nada fácil, pero ella no hace nada por congraciarse con nosotros, a pesar de que más de una oportunidad le damos.

Cuando la amenazamos con ir a la policía, es ella la que decide ir a buscarla y nosotros le decimos que perfecto, que va ella o vamos nosotros. Y aquí es cuando empiezo a repetir lo mismo una y otra vez. Cuanto toda la historia (que dura más de 15 minutos) por segunda vez al sargento que viene a la agencia, por tercera vez a Elisabeth, la responsable de la oficina de turismo, por cuarta vez al licenciado de turismo y así sucesivamente.

Una de estas conversaciones es con el dueño de Colque Tours, al que llamamos a Chile desde la oficina de Colque. Esta charla si que roza el surrealismo. Primero hablo con alguien de la oficina chilena y lo único que escucho son gritos, mentiras y estupideces que se suceden, viajando por el hilo telefónico desde el país vecino. Yo miro entre divertido y enfadado a Mayte y al sargento que me acompaña, separo el teléfono de la oreja y lo tiendo hacia ellos encogiéndome de hombros. Cuando calculo que mi interlocutor ya ha acabado de hablar, acerco el teléfono a mi boca y pido hablar con el dueño, Félix Colque. No quiero seguir hablando con ese energúmeno.

Al rato, consigo hablar con el dueño y, superando varias interrupciones, acabo de contarle todo lo que ha ocurrido (quinta vez que cuento el relato). Se lo cuento con todo lujo de detalles porque me imagino que la versión que le habrá llegado a través de su personal será un poco parcial, por decirlo suavemente.

Entonces le comunico al dueño de Colque Tours que, para que no pierdan dinero, estamos dispuestos a pagar lo que nos habría costado el bus San Pedro-Calama y el bus Calama-Uyuni, es decir unos 11 euros, frente a los 85 que pagamos a su agencia. Después de todo, si nos hubiera informado ayer, como era su deber, de que era posible que no se pudiera acceder a la Laguna Colorada, es lo que habríamos hecho: coger un bus a Uyuni. Bueno, estamos dispuestos a darles eso y unos pesos más por la salteña que tuvieron la gentileza de darnos para almorzar.

Lo cierto es que esperaba de él una actitud más razonable. Al fin y al cabo se juega el prestigio de su agencia y lo normal es que no quisiéramos pagarle ni eso dado que nos pusieron en serio peligro. Pero no, al final dice que lo máximo que nos va a a devolver es la mitad. Le digo que no estamos de acuerdo y el dice que eso es lo que hay.

Volvemos a la oficina de turismo y así continúa todo el día. Por la tarde volvemos y el licenciado de turismo decide que, ya que no llegamos a un acuerdo, va a hacer una mediación. Él decidirá lo que nos tienen que devolver. Finalmente toma la decisión salomónica de que paguemos unos 18 euros cada uno. Aunque a estas alturas ya queríamos que nos lo devolvieran todo, por los daños, los gastos, los retrasos, las molestias y la mala leche causada, poco más podemos hacer, así que aceptamos la mediación, al igual que Rocío Colque que firma el documento dando su conformidad en nombre de la agencia.

Durante el proceso, a Rocío le ha ido cambiando la cara y hasta ha llegado a llorar cuando la encargada de la oficina le recriminaba por actuar así, por poner en peligro a turistas y ser tan irresponsable. Lo cierto es que nos da pena y no entendemos cómo no llega a un acuerdo antes de pasar por todo esto. Pero nosotros debemos protestar. Ellos saben de qué va el juego. La mayor parte de los turistas no reclama, se van y como mucho se quejan en internet poniendo críticas y comentarios en webs de viajes. La agencia lo sabe. También saben que la barrera del idioma muchas veces deja a los turistas indefensos. Su juego es el de agotar al turista. Ya lo hemos vivido antes en otros lugares.

Por eso, cuando vemos estas cosas, nos hierve la sangre y, por coherencia personal y para intentar que no vuelva a ocurrir, más que por el dinero, hemos de protestar, reclamar e intentar que las cosas cambien. Entendemos que no podemos viajar pensando que todo debe ser como en nuestros países. Estamos acostumbrados y dispuestos a aceptar otros niveles de higiene en ciertos hostales, la comida escasa por falta de presupuesto, la incomodidad, e incluso pequeñas estafas sin demasiada maldad, pero aquí ya estamos hablando de seguridad. Hace un rato nos han estado contando historias de varios accidentes que ha habido por la zona... En uno murieron 10 personas por un choque frontal en el inmenso salar, donde no hay carreteras y debería ser imposible que ocurra una cosa así. No estamos jugando, esto es bastante serio y peligroso.

Ahora solo falta que Colque Tours cumpla con su parte y nos devuelva el dinero. Por supuesto, Rocío continúa mintiendo y nos dice que no tiene el dinero y que no lo puede conseguir hasta el día siguiente. El personal de turismo le dice que deje de mentir, que son la agencia más antigua del lugar, que tienen un hotel, oficinas en La Paz, San Pedro y Uyuni, que están construyendo un hotel en el salar. No se cree que no puede reunir el dinero en un día.

Quedamos en pasar mañana por su oficina para que nos devuelva el dinero y así luego podremos salir, por fin, hacia el salar con otra agencia que hemos contratado todo el grupo junto. Esta parece más seria. Es una agencia familiar y además es un tour más sencillo, de un solo día, así que es más difícil que algo salga mal.

Al día siguiente, antes de empezar nuestra excusión por el Salar de Uyuni, vamos a buscar al agente de policía que nos tiene que acompañar para recuperar nuestro dinero. Este llega junto con Elisabeth, de la oficina de turismo. No traen buenas noticias: la encargada ha cerrado la agencia y el hotel y se ha largado de allí. ¡Han desaparecido del mapa! Esa es otra táctica habitual... cerrar y desaparecer durante un tiempo.

Elisabeth está indignada. Lo cierto es que esta funcionaria de la oficina de turismo se ha portado muy bien. Se ha preocupado por la situación, ha intentado mediar e incluso se ha quedado sin ir a ver a su familia, en su pueblo, como tenía planeado este fin de semana para ver si soluciona este asunto. Finalmente nos dice que le dejemos nuestros números de cuenta bancaria y nos asegura que hará todo lo posible para que nos devuelvan nuestro dinero. En cualquier caso dice que les van a cerrar la agencia y el hotel durante al menos 15 días. Confiamos en ella, aunque no creemos que vaya a ser tarea fácil recuperar nuestro dinero desde la distancia.

En cualquier caso ¡ahí no acaban los problemas! Los miembros del grupo nos separamos unos momentos: algunos han ido a desayunar, otros a sacar dinero. Cuando estamos a punto de irnos a la excursión, de repente Elisabeth nos llama por señas a Mayte y a mí desde la oficina de policía turística: hay un funcionario de migraciones que pregunta por Haha y Koen, la pareja de Hong Kong. Parece que puede haber algún problema con el visado, ya que algunos países asiáticos tienen ciertas restricciones para entrar a Bolivia. Cuando llegamos a la oficina, el funcionario de migraciones, nos exige de muy malos modos que le enseñemos nuestros pasaportes.

- ¡Y llame a sus amigos! -le dice a Mayte un hombre que acompaña al funcionario de migraciones, mientras yo le muestro mi pasaporte este último.

- No puedo -le responde Mayte tranquilamente.

- Ah, ¿no? ¿Y por qué no? -le pregunta enfadado.

- Pues porque yo no tengo teléfono ni ellos tampoco, así que usted me dirá cómo quiere que los llame -responde ella con la misma parsimonia de antes.

Mientras, escucho la conversación de Mayte con una sonrisa en los labios, el otro me dice que tenemos que ir al hostal y esperar a los demás para que nos revisen los pasaportes a todos. De camino para allá intento establecer una conversación razonable con el funcionario y averiguar de que va todo esto.

- Pero... ¿hay algún problema? - pregunto.

- ¡Soy de migraciones, nos tienen que acompañar! -responde el hombre muy serio.

- Ya si eso ya lo sé, pero ¿pasa algo? -insisto yo entre divertido y curioso.

- Que necesito ver sus pasaportes, ¡soy de migraciones! ¿No ve mi gorra? -contesta el funcionario señalando a su cabeza con un dedo.

- Sí, sí, veo que, en la gorra pone migraciones, pero... ¿me puede decir qué pasa? -contesto, más por molestar que por otra cosa y sin obtener respuesta, como era de esperar.

Imagino que le disgusta que no nos asustemos y que no les pidamos perdón por existir pero nuestros papeles están en regla, así que no hay por qué preocuparse. Lo de Haha y Koen ya puede ser más delicado. Los demás van llegando al hostal, pero nuestros amigos asiáticos no aparecen por ningún lado. Finalmente nos permiten irnos del hostal y nos dirigimos a la oficina de la agencia desde donde saldremos hacia el salar.

Yo les voy metiendo prisa a todos. No quiero que volvamos a tener problemas con otra agencia y que esta vez sea por “nuestra culpa”, por llegar tarde. Veo a Elisabeth y le digo que no llegaremos a tiempo al tour, que si veo a Haha y Koen los subo al 4X4 a toda velocidad y nos vamos. ¡Que los de la gorra nos busquen esta noche si quieren!

- Sí, sí. Cuando los veas, llévatelos a la excursión y listo, ¡que no los vean los de migraciones! -me dice ella.

Parece una escena de película. Los veo venir desde lejos y les hago señas para que vengan deprisa con la esperanza de que no los detecten los de migraciones.

- ¡Corred, corred, luego os cuento! -les grito mientras me miran sorprendidos.

Pero no hay suerte; cuando estamos a punto de subir al 4X4, llegan los dos individuos de migraciones y se llevan a Koen y Haha. Resulta que tienen la oficina justo enfrente y nos estaban observando desde allí ¡Como se nota que no somos profesionales!

Son momentos de tensión porque no sabemos si pueden ponerles algún problema y mandarlos de vuelta a Chile. Yo no tengo nada claro que los de Colque no hayan sobornado a alguien en la frontera para que les permitieran pasar. De hecho, los dos hongkongneses son los únicos que tenían un el tour contratado de ida y vuelta. Y su agencia (que subcontrató después el viaje con Colque tours) estaba muy preocupada en que acabaran el tour en Chile volviendo por donde entraros, y no se quedaran en Bolivia. A mi todo eso me huele muy mal. Los simpáticos funcionarios de migraciones no me dejan acompañarlos ni como traductor y nos impiden la entrada en su oficina de malos modos. Se siguen negando a dar ninguna explicación.

Por suerte, a los cinco minutos les dejan salir; tenían su visado en regla y todo está en orden. No se si hubo algo irregular en su entrada pero el visado es bueno, así que no han podido hacer nada. Luego nos enteramos de que la dueña de la agencia que contrataron nuestros amigos es familiar de uno de los funcionarios y nos lo había echado encima para ver si nos podía causar problemas o asustarnos un poco. Desde luego esta gente de las agencias está resultando muy rastrera.

Moraleja: no se como serán las demás agencias, me consta que hay varias igual de malas y peligrosas que Colque Tours, pero esta es de lo peor que hemos conocido en casi dos años de viaje. Consultando en Internet los comentarios de otros turistas en foros y demás (sí, deberíamos haberlo hecho antes pero...) encontramos testimonios de muchas personas que han tenido infinidad de problemas con Colque: conductores borrachos, trayectos sin luces en plena noche a toda velocidad sin querer detenerse, robos de móviles, mentiras, engaños... En fin, una agencia peligrosa y que solo busca lucrase sin importarles la seguridad y el bienestar de sus clientes, sin importarles si hay que mentir o estafar para conseguirlo. Lo que no acabo de entender es cómo ha aguantado tantos años... Se ve que no muchas personas reclaman tras tener problemas con ellos.

Y esos han sido nuestro primeros días en Bolivia... Esperamos que la cosa mejore a partir de ahora. En este momento, por fin, podemos comenzar nuestro esperado tour por el Salar de Uyuni... ¡crucemos los dedos!

ACTUALIZACIÓN: Más de 4 meses después seguimos sin haber cobrado la devolución, por supuesto. Podríamos haber cogido lo que nos ofrecieron al principio pero no era solo una cuestión de dinero. Aun siendo importante el dinero y más teniendo en cuenta nuestro magro presupuesto de viaje, lo peor es que te tomen el pelo y pensamos que, por coherencia, por principios hay que intentarlo hasta el final. El conseguirlo o no ya no es tan importante, aunque por supuesto siempre alegra una victoria, por pequeña que sea. Y aún alegra más cuando se tiene razón... De momento estamos resucitando el tema y cruzando mails con Elisabeth para ver como evoluciona todo. Ya os contaremos el desenlace... ¡que le vamos a hacer!