De excursión por El Charco Verde

Ometepe, 24-9-2012
Me despierto sobre las 7 de la mañana. Javi y nuestra compañera de habitación siguen durmiendo. Miro por la ventana y veo que hace un bonito día soleado. Rápidamente me pongo el bikini y cruzo el jardín para bañarme en el lago. No hay nadie en los alrededores. El agua está fresca y tranquila. Algunos pájaros pasan volando sobre mi cabeza. Una garza que estaba entre los árboles levanta el vuelo. Otra viene y se posa en una rama. Salgo del agua y noto como el sol calienta mi piel. Todo es paz y tranquilidad.
El despertar de Javi es bastante menos rejalante: tiene la espalda, cuello y brazos llenos de picaduras. Parece que los bichitos de ayer sí dejaban marca. O tal vez ha sido otro insecto, porque yo no tengo más que tres o cuatro picaduras. Cuando más tarde le pongo una crema que hemos comprado para aliviar el picor, se me ocurre ponerme a contar las picaduras ¡285! ¡Pobrecito! Se pasará varios días tomando antihistamínicos y yo poniéndole crema de hidrocortisona.
Después de desayunar, volvemos a hablar con Amelia y nos presenta a un matrimonio inglés, ambos profesores, que están viajando por centroamérica. Vamos todos juntos al Charco Verde, una pequeña reserva natural que se encuentra junto a nuestro hotel. El camino circula junto a la orilla del lago, y nos han dicho que llegaremos hasta un hotel donde hay que pagar una entrada al parque. Pasamos por el hotel, preguntamos y nos dicen que podemos seguir caminando por la playa, así que eso es lo que hacemos. Un rato después, el camino se acaba y para continuar tenemos que saltar un alambre de espinos. Cuando lo estamos haciendo, pasa un trabajador y, tras reírse, nos explica que teníamos que haber entrado por el hotel y pagar allí. ¡Demasiado tarde para dar la vuelta! Ya pagaremos al salir.
El Charco Verde hace honor a su nombre. Es una laguna dentro de la isla, que a su vez también está dentro de un lago. Debido a las plantas que viven en ella, el agua es totalmente verde. En esta reserva hay tortugas, varios tipos de aves, plantas, monos y serpientes ¡como la que estoy a punto de pisar! Parecía una ramita verde, pero al pasar por su lado, de repente se enrosca y se dirige hacia mí. Instintivamente pego un grito y un salto hacia atrás, y la serpiente sale del camino y se mete entre las hierbas. Era pequeña, pero no sabemos si era venenosa, así que nos damos un buen susto.
Seguimos recorriendo la zona y llegamos a la playa Bancón, con vistas a la pequeña isla de Quiste. La playa es muy bonita y paramos a darnos un baño. Luego seguimos el recorrido, vemos algunos monos... y llegamos al hotel Charco Verde. Lo atravesamos, buscando con la mirada algún cartel que indicara el pago de la entrada, o alguien que nos pidiera el dinero, pero no aparece nadie, así que salimos tranquilamente de allí, ahorrándonos 2 dólares por persona. ¡No ha estado mal la excursión!
Hoy dejamos Ometepe. Esta tarde pasa por la isla el barco que va hacia San Carlos, y tenemos que ir al muelle de Altagracia para abordarlo. Cuando preguntamos al recepcionista del hotel cómo llegar hasta el puerto, nos dice:
- Tienen que coger un taxi desde aquí hasta Altagracia que cuesta 15 dólares.
- Pero también se puede ir en el bus... - le digo yo.
- Bueno, sí, también. Pero luego allí tiene que coger un taxi que les lleve del pueblo al puerto, y eso son unos 5 dólares.
Llegamos en el bus a Altagracia y en cuanto bajamos se nos acerca un hombre:
- ¿Van al puerto? En dos minutos salimos con un transporte colectivo hacia allí. Les cuesta 20 córdobas (menos de 1 €) por persona.
¿Por qué en el hotel no nos hablaron de esta opción? ¿Es que no lo saben o que asumen que nos sobra el dinero y preferimos coger un taxi?
En cualquier caso, nos viene muy bien el ofrecimiento y les pedimos que nos esperen para que podamos comprar agua y algo que comer; nos espera una larga noche en el barco.
Una vez en el puerto y, por primera vez desde que llegamos a Nicaragua, nos encontramos con un grupo bastante numeroso de turistas: alemanes, franceses e israelíes. Hay que esperar un par de horas y nos ponemos a hablar con otros viajeros: una pareja de alemanes, otra de franceses y luego se une otro alemán. Todos menos los franceses tenemos relación con el mundo de las ONG, y los franceses, que estudian medicina, quieren hacerlo en el futuro. Son bastante simpáticos y la espera no se hace muy larga. Eso sí, nos encontramos con una pequeña sorpresa desagradable que nos recuerda a nuestra estancia en Cuba: nos dicen que los extranjeros sólo podemos viajar en primera clase, la clase turista es sólo para los nicaragüenses. Esto nos obliga a pagar el doble de lo que habíamos previsto, pero es una norma escrita y no podemos hacer nada contra eso.
A las 7 de la tarde sale el barco, que es grande, está bien acondicionado y apenas se mueve. Después de cenar, nos acomodamos lo mejor que podemos para intentar dormir. Nos esperan casi doce horas de viaje hasta el puerto de San Carlos.
Comentarios
Transportes
Menudo lío os montan siempre con los transportes públicos :-)
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