El Glaciar Perito Moreno: una gélida maravilla

Información
This post is categorized under...
Sections: 
Countries: 
Authors: 

El Calafate, 11-4-2013

En este viaje estamos visitando algunas de las maravillas del planeta. Lugares que hemos visto cientos de veces por televisión y que, o bien soñamos con visitar (como el Taj Mahal) o que nunca pensamos que veríamos en persona. Este es el caso del Glaciar Perito Moreno.

Salimos temprano de El Calafate en un bus que nos llevará hasta el parque natural “Los Glaciares”. Por el camino vemos amanecer mientras en el horizonte se divisan varios picos nevados; tras ellos se encuentra el famoso glaciar. Un poco después, el sueño nos vence, y cuando abrimos los ojos de nuevo el bus está parado en un mirador. Ahí mismo, justo enfrente, está el Perito Moreno. Aún estamos a algunos kilómetros, pero desde este punto tenemos una bonita vista general del glaciar. La primera visión de la enorme pared de hielo es impresionante.

El bus sigue su camino y nos deja en un pequeño muelle, de donde salen unos catamaranes que acercan a los visitantes a las paredes del glaciar. No

solemos hacer este tipo de excursiones ya que son algo caras, pero en ningún otro lugar vamos a poder ver un glaciar desde esta perspectiva, así que pagamos la correspondiente tarifa y subimos al barco. Si bien no nos acercamos al glaciar tanto como esperábamos, el verlo desde el barco da una idea de los 60 metros de altura que tiene. Observamos las enormes grietas, las diferentes tonalidades de blanco y azul del hielo, algunos fragmentos flotando a nuestro alrededor...

Después del paseo en barco, el bus nos recoge de nuevo y nos lleva hasta las pasarelas que, ante la creciente afluencia de visitantes, se construyeron para facilitar la accesibilidad y el tránsito de los turistas. Estas pasarelas se construyeron en la Península de Magallanes, un brazo de tierra que casi divide al Lago Argentino en dos. Entre esta península y la pared del glaciar queda un pequeño estrecho que comunica la parte sur del lago (Brazo Rico) y la parte norte (Canal de los Témpanos). La situación estratégica de esta península es la que hace que sea tan fácil observar el glaciar desde muy cerca, ya que la tierra acaba a unos pocos metros del final del glaciar.

El Perito Moreno, o simplemente El Moreno, como lo llaman aquí,  no es el mayor glaciar de la Patagonia. A pesar de su enorme tamaño de 30 Km de largo y 5 de ancho, existen otros mayores que él. Pero debido a diversos motivos es el más conocido. Uno de ellos es su accesibilidad: a la península de Magallanes se puede  llegar en vehículo sin problemas. Una vez allí, caminando unos metros por las pasarelas construidas en la zona, te encuentras frente a frente con él. Ves cómo nace, cómo se derrama por las montañas que se encuentran tras él. Ves desde arriba el manto de hielo, con extrañas formas en su superficie. Ves su parte frontal, esa enorme pared, blanca en algunas partes y azulada en otras. Pero sobre todo, escuchas.

Porque una de las cosas más impresionantes de este glaciar es el sonido que produce al moverse, en su avance de 2 metros diarios. Se producen continuamente pequeños desprendimientos de hielo, que cae al agua con un gran estruendo.

Al principio pensamos que sería difícil ver caer los fragmentos de hielo. Tan solo oíamos estruendos lejanos, fuera del alcance de nuestra vista. Pero de pronto escuchamos uno más cercano y volviendo la mirada rápidamente hacia el punto del que proviene el sonido, llegamos a ver un bloque de hielo cayendo. Señalando el lugar donde se forman las grandes ondas, gritamos como niños: “¡Ahí, ahí! ¡Mira!”.

Por lo general primero escuchas el sonido, para luego buscar rápidamente con la mirada dónde ha sido. A veces encuentras ya las ondas en el agua y pequeños fragmentos flotando. Otras veces llegas a tiempo para ver la caída y te sorprendes porque lo que ves desplomarse parece ser un pequeño fragmento que no se corresponde con el estruendo que ocasiona. La perspectiva nos engaña y no nos permite darnos cuenta de que ese pequeño fragmento en realidad tiene el tamaño de un coche o incluso de una casa.

Pasamos la primera parte de la mañana caminando por las pasarelas, que permiten divisar el glaciar desde diferentes perspectivas. En algunos tramos, el camino se adentra un poco en el bosque, bloqueando por momentos la vista de la enorme masa de hielo. En estas estamos cuando oímos un gran crujido y el sonido del hielo al caer en el agua. Aceleramos el paso y llegamos sólo a tiempo de ver las grandes olas provocadas por la caída. ¡Ha sido mucho más grande que las anteriores! Decidimos acabar rápidamente el recorrido y buscar un lugar con buena visibilidad donde pasar las 3 ó 4 horas que nos quedan antes de coger el bus de vuelta a El Calafate.

Esperaremos todo el tiempo posible para ver si vemos caer un fragmento grande o, si hay suerte, ¡una pared entera! Lo que seguro que no podremos ver será uno de los famosos derrumbes que se producen cada varios años.

Ahora la pared final del  glaciar está a unas decenas de metros de la Península de Magallanes, donde nos encontramos ahora. Pero a veces  la masa de hielo va avanzando y se va acercando cada vez más a la tierra firme de la Península de Magallanes hasta que la alcanza. Cuando esto ocurre, el hielo corta al Lago Argentino en dos, separando el llamado Brazo Rico (al Sur) del Canal de los Témpanos (al Norte). Ambos canales suelen estar comunicados porque generalmente queda un espacio por donde el agua pasa de uno al otro. Sin embargo, cuando el glaciar sigue su avance y queda pegado a la tierra, cierra por completo la comunicación entre los dos canales con una enorme pared de hielo.

A partir de ese momento, el Brazo Rico queda sin vía de desagüe, aunque sigue recibiendo las aguas del deshielo  y del agua de lluvia, de manera que el nivel de sus aguas empieza a crecer, mientras que el resto del lago conserva el nivel normal. Esto ha provocado que, en algunas ocasiones, en el Brazo Rico el agua esté 20 o 30 metros por encima del nivel del resto del lago, inundando todas las tierras cercanas. De hecho, en los años 40, el gobierno argentino intento derribar el muro enviando bombarderos a petición de los ganaderos afectados por la crecida de aquel año. Ni que decir tiene que las bombas apenas hicieron mella en este coloso, que siguió su avance hasta que el fenómeno se resolvió de forma natural.

La diferencia de nivel de las aguas produce una presión enorme y continua sobre la pared. Esto provoca que el agua busque una salida y vaya derritiendo el hielo de la parte inferior , que empieza a deshacerse, formando una especie de túnel cada vez mayor. Cuando el agua perfora la pared, las aguas se nivelan en las dos partes del lago, pero sobre el estrecho queda un enorme puente de hielo de varias decenas de metros de grosor. Poco a poco este puente se va derrumbando  y llega un momento en que colapsa y cae con un gran estruendo. Es uno de los espectáculos naturales más impresionantes que se pueden contemplar.

Los glaciólogos son capaces de predecir aproximadamente cuándo ocurrirá esto, lo que permite a centenares de personas desplazarse hasta allí para contemplar el proceso. Nuestra amiga Georgi nos explicó todo esto, y nos contó que había estado presente en la última gran ruptura, hace un par de años:

- Salí de trabajar, cogí unas galletas, una botella de agua y una manta, porque no sabía cuánto tiempo iba a estar allí, horas o días, y me fui para allá. Las pasarelas estaban llenas de gente. Como pude, me hice un hueco y me senté a esperar. No pasaron ni 15 minutos cuando empezó a crujir, y cuando cayó fue algo increíble. ¡Me emocioné tanto que me levanté y me puse a cantar el himno nacional!

Una de las rupturas más espectaculares fue la de 2004:

En estos momentos ni siquiera se ha formado la pared que separa los dos canales, así que parece que aún pasará un tiempo hasta que vuelva a ocurrir. Sabemos que no veremos este fenómeno (al menos no en esta ocasión), pero igualmente disfrutamos de la visita a esta maravilla natural.

Casi sin darnos cuenta, pasamos varias las horas con la vista fija en el glaciar y con los oídos atentos a los sonidos que puedan anunciar una caída inminente. Con nosotros hay otra pareja. Él está junto a Javi, ambos inmóviles, apostados en la barandilla frente al glaciar. Yo me he sentado en un banco, un poco más atrás, pero también con buena visibilidad. Mientras, la novia del chico está a mi lado... ¡leyendo un libro! Javi y yo no salimos de nuestro asombro. A mí me dan ganas de decirle: “Nena, pero ¿tú has visto lo que tienes ahí delante? ¡Deja el libro y contempla el espectáculo!”

Cada uno disfruta de estas cosas a su manera, pero a nosotros nos resulta incomprensible. Es como si algunos seres humanos (muchos, en realidad) hubieran perdido la capacidad de sorprenderse, de maravillarse. Ya lo hemos visto todo por televisión, ¡qué más da! En fin, nosotros estamos disfrutando mucho de este día. Además, nos acompaña un sol radiante, así que  a pesar de las fechas en las que estamos y del enorme bloque de hielo ante el que nos encontramos, la temperatura es relativamente agradable.

Ya son casi las 4 y el autobús está a punto de salir, pero no nos queremos ir. El glaciar es impresionante y lo miro todo el tiempo, con los ojos bien abiertos, intentando abarcarlo todo con la mirada para guardarlo bien en la memoria. ¡Además, no hemos visto caer ningún pedazo grande! Cuando ya nos estamos dando la vuelta para ir al bus, oímos un ruido a nuestra derecha. Nos da tiempo a ver cómo toda la parte frontal de una pared, se desprende y cae al agua. A los que estamos presentes se nos escapan pequeñas exclamaciones, gritos de asombro e incluso algún aplauso (mío, ¡lo confieso!). Por supuesto, nada que ver con las grandes rupturas de las que hablábamos antes, pero aún así es impresionante.

Es una lástima que Francisco Pascasio Moreno, con cuyo nombre bautizaron a este glaciar, nunca llegara a verlo. Moreno fue un gran científico, geógrafo y explorador argentino, aunque también fue conocido por hacer de perito cuando se delimitaron las fronteras patagónicas entre Chile y Argentina, de ahí la denominación de Perito Moreno. En una de sus exploraciones llegó hasta el Lago Argentino remontando el río Santa Cruz en botes tirados por mulas desde el océano Atlántico., pero el cansancio de su tripulación hizo que no continuaran la travesía hasta el glaciar. Nos sorprendió mucho descubrir que, más allá de todo esto, fue un hombre conocido por su gran corazón. Preocupado por la educación de los ciudadanos, especialmente de los más desfavorecidas, creó e impulsó la creación de escuelas, guarderías, centros de apoyo para madres solteras y escuelas de adultos. Georgi nos cuenta más tarde que también fue quien introdujo el movimiento scout en Argentina. Sabiendo todo esto, me parece muy emotivo que bautizaran con su nombre al glaciar.

Volvemos a casa de Georgi muy contentos, y por la noche compartimos esta alegría con ella, cenando juntos y tomando unas cervezas. Georgi nos cuenta que ella también siente una gran admiración por esta maravilla natural.

- Cuando era pequeña -nos cuenta- soñaba con ser guía turística en el Perito Moreno. Luego, hace unos años, mientras estudiaba para ser guía, teníamos que hacer unas prácticas, y justo me tocó hacerla allí. Todo iba muy bien, llegamos allí con el grupo de turistas y empecé a explicar. Estaba hablando de espaldas al glaciar y cuando les dije: “Les presento al glaciar Perito Moreno”, me di la vuelta, lo vi, y me di cuenta de lo que estaba haciendo, me emocioné muchísimo y se me saltaron las lágrimas. ¡Estaba cumpliendo mi sueño de guiar en el Perito Moreno! Desde detrás de los turistas, mi profesor me hacía señas para que continuara. Estaba muy emocionada, pero me repuse y pude seguir.

Incluso yo me emociono al oírla hablar. A veces he tenido una sensación parecida durante este viaje. En el día a día, corremos el riesgo de olvidar lo que estamos haciendo. Recuerdo cuando estábamos en casa, antes de salir de viaje, y leíamos los blogs de otros viajeros. Entonces yo pensaba: “¡Qué guay! Yo quiero hacer eso, y ver esos sitios, y vivir esas experiencias” Y a veces tengo que decirme a mí misma: “¡Ey! ¿Te das cuenta? ¡Lo estamos haciendo! Llevamos un año y medio viajando por el mundo. Estamos cumpliendo nuestro sueño (uno de ellos)”. Tenemos que ser conscientes de ello, intentar vivir al máximo cada momento y dar gracias (no sé a quién o a qué, pero dar gracias) por esta increíble experiencia.