El Taj Mahal

Información
This post is categorized under...
Sections: 
Countries: 
Authors: 

Agra, 23-1-2012

Había oído hablar tanto del Taj Mahal que tenía miedo de que me decepcionara. Es uno de los pocos monumentos que, desde pequeña, me llamaban la atención y deseaba poder visitarlo algún día. Parte de su atractivo reside en su belleza, y parte en la historia de amor que tiene detrás. Un monumento erigido para mostrar al mundo el amor que Shah Jahan sintió por su esposa Mumtaz Mahal le da un valor añadido. Aunque, como dice Javi, hay demostraciones de amor mucho más valiosas, no podemos negar que es una historia bonita.

Todo esto hacía que, al mismo tiempo, deseara y temiera tenerlo enfrente de mí. Cuando tienes expectativas muy altas sobre algo a veces puedes llevarte grandes decepciones. Esto también es válido para las personas.

Nuestros pasos nos llevan a un hotel cuya terraza tiene vistas al Taj Mahal. Dejamos las cosas en la habitación y empezamos a subir las escaleras. Yo voy delante, subiendo los escalones despacio, como saboreando el momento previo a la visión de esta maravilla. En el último, espero a Javi para mirarlo juntos por primera vez. Las vistas son estupendas. Frente a nosotros, el mausoleo se alza entre el resto de construcciones de la ciudad. Su silueta es absolutamente inconfundible. Nos quedamos ahí de pie, mirándolo, emocionados.

Al día siguiente nos levantamos temprano para ver amanecer frente al Taj Mahal, a la otra orilla del río Yamuna. Hace bastante frío y una neblina que asciende desde el río difumina la visión. Cuando empieza a salir el sol, esa misma neblina nos dibuja un sol perfecto, cuyos rayos pintan de rosa el cielo de Agra.

Y ahora sí, por fin, vamos a verlo de cerca. Yo sigo un poco nerviosa. ¿Será tan bonito como he imaginado siempre? Javi también está emocionado, aunque no sé si lo está más por él o por mí. Traspasamos la enorme puerta de entrada deseando ver el monumento, pero no es posible. Una  segunda muralla con un arco en el centro se interpone entre nosotros, de manera que sólo podemos ver su parte central. Esta es justo la función de esta segunda puerta: esconder la maravilla que tiene detrás. Además, simboliza la separación entre el mundo terrenal y el paraíso. Así, según nos vamos acercando al arco que tiene en el centro, el Taj Mahal va apareciendo ante nosotros. Majestuoso. Como habíamos visto tantas veces en fotografías y postales. Y lo mejor de todo es que lo estamos viendo juntos y en el transcurso de este gran viaje.

 

Disfrutamos de cada uno de los pasos que nos acerca a él. Desde la entrada, donde vemos todo el recinto. Un poco más adelante, al pie de la fuente que apunta a su entrada. Justo a sus pies, mirando hacia arriba para apreciar su tamaño. Y, por último, dentro del mausoleo, los pequeños detalles, las incrustaciones de piedras semi-preciosas formando dibujos de diferentes flores.

De nuevo en el exterior, nos sentamos sobre el mármol blanco, caliente por el sol que nos acompaña en este bonito día. Miramos a nuestro alrededor: los jardines, la mezquita, la gente... Parece que nos resistimos a movernos de ahí. Pero las horas pasan y tenemos que irnos.

Poco a poco desandamos nuestros pasos, mirando atrás cada dos por tres. Justo antes de salir, nos paramos a mirarlo de frente una vez más, guardando la imagen en nuestra memoria. Sí, tenemos fotos, pero todos sabemos que no es lo mismo. La fotografía evoca el momento, pero lo mejor es el momento en sí.

La cuestión es que lo que más nos gusta de viajar no es ver monumentos, sino las experiencias que vivimos a lo largo del camino, pero no podemos negar que nos ha encantado visitar, juntos, el Taj Mahal.