El sistema de castas en la India

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Pushkar, 18-01-2012

Una de las características que más definen a la sociedad india es el sistema de castas. Lo poco que conocíamos antes de llegar aquí era que divide a la población en niveles o clases de las que no podrán salir jamás. No al menos en la presente vida. Si su karma es bueno quizás consigan reencarnarse en una casta superior. Si es malo se reencarnarán en una casta inferior o incluso en un intocable, una persona tan baja que esta fuera del sistema de castas. Dejamos de lado a aquellos con tan mal karma que se reencarnaran en animales y tendrán que volver a escalar niveles a través de innumerables vidas.

Al llegar aprendimos algunos datos más: El sistema de castas tiene una antigüedad de mas de 2500 años. Es una de las bases de la religión hinduista e impregna la sociedad y la cultura india de arriba abajo. Existen 4 grandes castas, a saber: los Brahmanes, tradicionalmente compuesta por religiosos, sacerdotes y académicos, los Chatrías, la clase militar y política, encargada de defender a las demás, los Vaishias, comerciantes, artesanos, ganaderos y campesinos, y por último, los Shudras, trabajadores, criados y obreros en su mayor parte. Según la tradición, cada una de estas 4 castas provienen respectivamente de la boca, los hombros, la cadera y los pies de Brahma, el principal dios hindú.

El sistema de castas no es, ni de lejos, tan sencillo como parece. Dentro de cada grupo existen cientos de castas adicionales que varían según la profesión, la religión, la procedencia y muchos otros factores. Al final tenemos algo que, para nosotros ignorantes extranjeros, parece un galimatías,  con miles de grupos diferentes. A veces se confunde el concepto de casta con el de familia, a veces con el de oficio, a veces con el de raza... Así, existen la casta de los poetas, los músicos, los gitanos, etc.

Además de estas castas, tenemos a los dalits: los intocables, esa gente tan miserable que por no tener no tiene ni casta. Siempre han sido los encargados de realizar las tareas más bajas, más sucias y más denigrantes para un hindú, como limpiar y cargar excrementos, despellejar a los animales muertos que no pueden ser tocados por las castas altas, manipular a las personas fallecidas en los crematorios, etc. De hecho, no tenían permitido el contacto físico con los brahmanes o comer en los mismos platos. Eran lo más bajo de la sociedad india y hasta la independencia del país y su primera constitución democrática no tuvieron apenas derechos. Ahora la ley prohíbe todo esto y, desde hace años, se ha establecido una discriminación positiva: reserva de plazas en organismos públicos, cuota de cargos en los distintos gobiernos centrales y regionales, etc. Por otro lado, muchos intocables se han convertido al budismo, una religión que no acepta las castas y que tiene una larga tradición en la India, antes de ser definitivamente desplazado por el hinduismo y el Islam hacia China, Nepal y otros países. Los dalits encuentran en esta religión un respeto que les ha sido negado por el hinduismo durante toda su existencia. Bueno, en realidad solo se les niega la dignidad hasta el momento de su muerte, de acuerdo.

Al principio nos daba cierto reparo el preguntar a los indios sobre este tema, no sabíamos si era correcto o no. Claro que estas dudas fueron antes de que aprendiéramos que un perfecto desconocido de origen indio es capaz, sin el menor sonrojo, de preguntarte a un ritmo de una pregunta por segundo sobre tu estado civil, tu lugar de origen, tu sueldo, si tienes hijos, tu color favorito y sobre cualquier asunto personal que se le ocurra. Una vez aprendida esta primera y valiosa lección sobre la forma de ser india, pensé: “¡Qué demonios! Así nunca sabremos nada…” y comience a preguntar a todo el que podía cuál era su casta y qué opinaba sobre el sistema.
Invariablemente, todos me contestaban que era un sistema que ya no se respetaba, que ya no estaba vigente. A nosotros nos sonaba a evasiva y poco a poco fuimos obteniendo fragmentos de información con los que nos hemos podido hacer una idea de la situación, que podrá ser más o menos acertada.

Las castas ya no definen tan tajantemente como antes la profesión que ha de desempeñar una persona. Vivimos en un mundo mucho más complejo y cambiante. Ahora la educación es mas decisiva a la hora de trabajar. En cualquier caso la tradición hace que todavía puedas encontrar, por ejemplo,  pueblos de la casta de los músicos donde casi todos construyen instrumentos musicales o tocan en las ruidosas bandas que acompañan a las bodas o zonas donde se congregan los poetas o los escribanos que lo han sido por generaciones.

Sí que es cierto que hay intocables en altos cargos, pero también es cierto que la mayor parte de los millones de intocables de la India siguen formando la clase más baja y miserable. Tampoco es raro, hoy en día, ver a Brahmanes que parecen más mendigos que otra cosa. Esto también impacta. Siempre he imaginado a esta clase, a esta casta como gente muy digna y altiva. Es lamentable verlos correr detrás de unas rupias a cambio de convertir un milenario ritual en una pantomima para turistas. Un joven nos contaba, durante un largo viaje en tren:

- En estos tiempo es habitual ver a brahmanes mendigando y a grandes empresarios dalits. Hay intocables que tienen grandes fortunas – nos decía muy convencido.

- Las cosas están cambiando – concluía satisfecho.

No lo dudamos pero, si en occidente ya es difícil salir del circulo vicioso generacional de la pobreza, podemos imaginar que aquí debe ser una proeza que solo conseguirán unos pocos privilegiados. También nos hemos encontrado con miembros de las castas más altas, buena parte de la clase media india de hoy en día, que protesta por la discriminación positiva y el sistema de cuotas:

- Los intocables acaparan los cargos de funcionario, los puestos en el gobierno, en las empresas – se quejaba amargamente un hombre de mediana edad.

- Antes sí que tenia sentido. Pero ¿ahora? ¡Que el trabajo sea para el mejor! ¿Por qué se lo tienen que dar a alguien solo por ser intocable? – piensan que ya hace muchos años y consideran que la deuda histórica con los dalits está saldada.

Este debate me recuerda al que existe en muchos países occidentales sobre las cuotas para mujeres en los consejos de administración de las empresas y en los gobiernos. Otro eterno debate.

Donde más claramente se puede ver el sistema de castas en acción es en los matrimonios. No es aceptable el matrimonio entre castas diferentes y esto supone innumerables dramas cada día entre los jóvenes y no tan jóvenes de este país.

También recuerdo una intensa conversación con unos amigos sudamericanos, sentados en una terraza de Rishikesh. Entonces escuchamos un curioso punto de vista sobre el sistema de castas: según algunos, el sistema no es malo, es lo que hace la India lo que es. Argumentan que la mantiene cohesionada y que hace que se conserven sus tradiciones y su cultura. A lo largo de esta conversación surgieron dudas sobre lo que es justo, lo que no lo es, sobre si existe el concepto de justicia… Mucha filosofía cuando ves a una niña intocable acarreando piedras para ayudar a su intocable madre, que vestida con su colorido traje típico, su velo y su bisutería, pica el suelo de lo que será una nueva carretera. Mucha metafísica cuando piensas que ese niña tendrá que hacer lo mismo que su madre a menos que alguien haga algo para evitarlo. A veces es tan fácil opinar y debatir desde fuera, mientras se cena cómodamente. Yo, de nuevo, no me atrevo a juzgar, pero tengo una muy clara opinión al respecto.