Empezamos a "abolsonarnos"

Información
This post is categorized under...
Sections: 
Countries: 
Authors: 

El Bolsón, 27-4-2013

Como es fin de semana y hay feria artesanal, lo primero que hacemos en El Bolsón es ir a vender... ¡o al menos a intentarlo! Porque no pasamos de 2 € de venta. Pero brilla el sol, la temperatura es muy agradable y los vendedores de los puestos vecinos son muy simpáticos, así que el vender o no vender pasa a un plano secundario.

A través de las conversaciones con unos y otros vamos descubriendo lo bueno y lo malo de este lugar.

El Bolsón es un pueblo pequeño situado en una zona de montañas y campos. Es un lugar bonito y tranquilo, pero lo mejor es el ambiente que se respira en él. Ferias de artesanía, radios comunitarias, mercados de ropa de segunda mano con fines solidarios, asambleas, cooperativas de productores, talleres y actividades culturales de todo tipo...

Pero, por supuesto, no todo es perfecto. Si lo fuera ¡ya habríamos encontrado Waslala! En la zona hay también algunos problemas. Por lo que nos cuentan, los robos en las casas son bastante frecuentes, hay familias con problemas económicos, hay disputas por la propiedad de las tierras (algunas protagonizadas por auténticos mafiosos), etc.

Últimamente hay otro problema añadido, y es que una gran empresa quiere construir aquí un mega centro de esquí, con un enorme hotel, un centro comercial, un aeropuerto y un campo de golf incluidos. Esto da lugar a un conflicto de intereses. Por un lado, quienes defienden que esto proporcionará trabajo, que aumentará el turismo y por tanto los ingresos del pueblo. Por otro, los ciudadanos que están preocupados porque peligrará el abastecimiento de agua de la zona, que opinan que los turistas se irán a ese gran complejo perjudicando a los pequeños negocios del pueblo, que no quieren que El Bolsón deje de ser lo que es. A raíz de esto los vecinos se están movilizando para informar acerca de este proyecto e intentar impedirlo; eso también nos gusta, que la gente no se limita a quejarse, sino que emprenden acciones.

Durante una de las conversaciones, nos dicen que por la noche hay una presentación de un libro y una obra de teatro en El Hoyo, un pueblo a escasos kilómetros de aquí. Como no tenemos vehículo y no hay buses a esas horas, vamos a ir a dedo. Caminamos un poco hacia las afueras del pueblo. Al poco rato se detiene un vehículo:

- ¿Para dónde van? -nos pregunta la mujer que ocupa el lugar del copiloto.

- Para El Hoyo. -responde Javi.

- ¡Ah! ¡Pues no van a llegar! ¡Están haciendo dedo en dirección a Lago Puelo! Vengan, suban que les llevamos. -nos dice la mujer, divertida.

- ¡Ya decía yo que les veía cara de perdidos! -se ríe el conductor mientras subimos al coche.- Me conocen, ¿verdad?

Hasta entonces no nos habíamos dado cuenta de que era Enrique, uno de los artesanos con los que estuvimos hablando por la mañana. Y resulta que ellos iban para casa, pero aún así nos han hecho el gran favor de llevarnos hasta El Hoyo, a casi 15 km en dirección contraria.

Disfrutamos de una noche de literatura, música y teatro. En primer lugar, de la mano del escritor Adrían Moyano, nos acercamos a la historia de los Mapuches, los indios que habitaban la Patagonia y que fueron masacrados en la llamada Campaña o Conquista del Desierto, entre 1878 y 1885.

Después hay una pequeña actuación musical, y la guinda de la noche la pone el actor Gerardo Schwartzman con un hilarante y crítico monólogo sobre un argentino que se va a EEUU.

No hemos tenido que pagar entrada para ninguno de estos actos. La entrada es “a la gorra”, que quiere decir que cada uno aporta lo que quiere, si puede. Nadie controla si das algo o no, pero aparentemente todos lo hacen. También se venden refrescos y porciones de pizza, y todo lo recaudado va destinado a la creación de una radio comunitaria que están formando un grupo de voluntarios. Nos encanta todo esto, por lo bien que lo hemos pasado, por cómo está organizado y por el fin que tiene.

No sabemos cuánta gente suele ir a estos actos, pero hoy está a rebosar. Nos llama la atención la gran cantidad de niños que hay. A pesar de ser un acto para adultos, los padres se llevan a sus hijos, a los que se les ve muy independientes y que además se portan muy bien. Ya habíamos observado la gran cantidad de niños que se ve por el pueblo y la juventud de sus padres. Sin ir más lejos, dos de las chicas con las que he estado hablando en la feria tienen mi edad y son madres de  niños de 10 o 12 años.

- Aquí las cosas se hacen de otra manera. -me explica una de ellas.- Una amiga que está en España me cuenta que allí primero hay que tener un trabajo fijo, una casa en buenas condiciones, una estabilidad... y luego se tienen los niños. Aquí es algo más natural.

En parte creo que tiene razón. A veces nos preocupamos demasiado por tenerlo absolutamente todo antes de tener un hijo. Nos da miedo dar a luz y que la habitación no esté pintada de los colores que queremos, no tener todos los accesorios necesarios para el bebé y mil cosas más. Por otra parte, que una chica sea madre a los 17 o 18 años tampoco creo que sea lo ideal. Deben haberse perdido mucho, haber tenido que renunciar a tanto, haber sufrido para sacar adelante a sus hijos... O puede que esa sea sólo mi mentalidad, porque las miro y las veo muy felices con sus niños. O puede que el punto medio, como casi siempre, sea el mejor.

La cuestión es que a veces aún me cuesta dejar atrás la forma de pensar de nuestra sociedad, romper con las estructuras que siempre hemos visto a nuestro alrededor. Pensamos que nuestra forma de ver las cosas es la correcta, la “normal”, la adecuada. No digo que una cosa sea mejor que la otra, más bien intento decir que no hay nada que sea “mejor”. Son diferentes formas de ver la vida. Y nuestros días en El Bolsón nos enseñarán muchas más.

* Mientras vendía en la feria, pasó por allí un equipo de televisión de una cadena local y me hicieron una entrevista. ¿Queréis verla?