Explorando los alrededores de El Bolsón: el Bosque Tallado, el Cajón del Azul y el Lago Puelo.

Información
This post is categorized under...
Sections: 
Countries: 
Authors: 

El Bolsón, del 28-4 al 5-5-2013

Hace unos días nos encontramos de nuevo con Fabien, el francés con el que estuvimos en El Chaltén y en Esquel. Nos lo cruzamos una mañana caminando por la calle y, después de que se instalara en el mismo hostal que nosotros, salimos juntos para visitar El Bosque Tallado. Es una zona de bosque que se quemó hace unos años, en la cual algunos artistas han tallado diferentes figuras. Esculturas talladas sobre árboles caídos, la muerte convertida en belleza y en arte.

Llegamos hasta allí gracias a una pareja que nos recoge haciendo dedo en el camino. Con ellos subimos en coche hasta el final de la carretera de tierra. Ya caminando empezamos a recorrer el bosque, al que la niebla da un toque misterioso, un aire de cuento. Hombres que emergen de la tierra, mujeres como hadas, niños naciendo de los árboles. Un tronco caído, un anciano tumbado. ¡Si hubiera aparecido por aquí un duende correteando creo que no nos habríamos sorprendido!

La excursión no acaba aquí; queremos subir al menos hasta el refugio que se encuentra unos metros más arriba. En realidad nos habría gustado subir a la cima del monte bautizado con el complicado nombre de Piltriquitrón, pero teniendo en cuenta el mal tiempo que hace y la hora que es, nos resulta imposible. Así que llegamos al refugio y entramos a resguardarnos del frío mientras comemos algo. Allí nos encontramos con Fede, un chico que trabaja allí. Enseguida surge una interesante conversación acerca de formas de vida diferentes, de construcciones alternativas... Entonces no lo sabíamos, pero esto iba a cambiar nuestros próximos días y quizás hasta una buena parte de nuestra vida.

Los días posteriores la lluvia se hace más intensa y apenas salimos del hostal. Pasamos el tiempo escribiendo y compartiendo risas, cervezas y experiencias con otros viajeros. Entre ellos se encuentran Daki y Axelle una pareja de franceses muy simpáticos y divertidos. El mismo día que los conocemos, ¡aparece en el hostal Martín, el motero argentino! Nos pasamos hasta las 3 de la mañana tocando la guitarra, cantando y hablando. ¡Nos encanta encontrar gente así en nuestro camino!

El fin de semana el sol vuelve a brillar en el cielo y, con Martín, aprovechamos para hacer una excursión al Cajón del Azul. Hay un bus que sale a las 8 de la mañana, recorre unos kilómetros sobre la Ruta 40 y luego otros 10 km por un camino de tierra hasta la Estancia Warton, donde comienza la caminata. Nos levantamos temprano y vamos a la parada del bus. Tardamos una media hora en darnos cuenta de que es domingo... y los domingos no hay bus. Confiamos en que llegaremos a dedo hasta la estancia Warton, pero no es así; tan solo conseguimos un breve viaje hasta donde comienza el camino de tierra. Nos vemos obligados a recorrer los 10 km previos a la Estancia Warton, que sumados a los 23 km de la caminata propiamente dicha, ¡hacen un total de 33 km!

El esfuerzo vale la pena. El color de las aguas del río, a veces azul, a veces verde esmeralda y su transparencia son increíbles. El sol nos calienta mientras comemos en unas rocas junto al río, acompañados de una extraña ave que, confiada, se acerca a nosotros.

Un poco más arriba cruzamos un puente sobre un estrechísimo y alto cañón. A pesar de que da un poco de vértigo, no podemos evitar asomarnos a él para ver las formas que ha ido tallando el agua en sus paredes. Al fondo, se ve el brillante color del río. Nosotros los cruzamos por un puente de madera pero tal vez podría saltarse si fuera necesario. Gracias a Dios no tenemos que comprobarlo.

Seguimos caminando hasta el refugio, pero ni siquiera entramos; el sol empieza a ocultarse y tenemos que regresar. A vuelta tenemos más suerte; una pareja nos recoge a escasos metros de la Estancia Warton y nos deja en la misma puerta del hostal, cansados pero contentos.

Por último, y para acabar nuestro recorrido turístico por El Bolsón, vamos al Lago Puelo. En esta época del año está prácticamente desierto, pero en verano se llena de gente que viene a bañarse en sus aguas para mitigar el calor. Sus aguas son transparentes y en algunos lugares emergen desde el fondo pequeñas burbujas de aire que nos dejan intrigados.

Aunque hay más lugares bonitos en los alrededores, como decimos siempre, preferimos ver menos cosas, ¡pero disfrutarlas!