Jaisalmer, una ciudad en el desierto

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Jaisalmer, 27-12-2011

Nos despierta el ajetreo de la gente preparándose para bajar. Abrimos los ojos y miramos somnolientos por la ventana. El desierto del Thar se extiende a ambos lados de la carretera. Es un desierto de arena, piedras y arbustos espinosos. El paisaje es totalmente diferente al que vimos anoche antes de cerrar los ojos. El bus sigue saltando de bache en bache mientras recogemos nuestras cosas a toda prisa.

Jaisalmer es totalmente distinta a las otras ciudades que hemos visto en la India. El color arena de sus piedras hace que se confunda con el desierto. Una muralla rodea su zona antigua, a la que se accede por una puerta principal. Nos paramos frente a ella, miramos hacia arriba y descubrimos que todos los edificios están maravillosamente tallados con pequeñas formas. Sus arcos, ventanas y balcones están decorados con finas figuras y sorprendentemente bien conservados. Jaisalmer nos está enamorando a primera vista.

Traspasamos la puerta y vemos que a ambos lados de la entrada hay mujeres con niños pequeños vendiendo bisutería en el suelo. Detrás de ellas, multitud de tiendas, restaurantes y caza-turistas llamando a los viajeros para que se acerquen a sus negocios.

Los bancos de piedra, los escalones, las pareces de los pequeños callejones, se ven brillantes y suaves, pulidos a través de los siglos por los pies de los peregrinos, por la caricia de las manos al girar las esquinas, por el peso de los cuerpos sentados al sol. Es fácil sentirse transportado al pasado por la magia de este lugar.

Aunque en las calles casi todo son tiendas, también hay muchas familias que viven en las plantas bajas. Sus casas son muy pequeñas, de manera que con sólo girar la cabeza ves el fondo de la misma, donde suele haber una mujer cocinando, cuidando de los niños o un hombre sentado junto al fuego.

Como el hotel al que queríamos ir es un poco caro, seguimos buscando y encontramos otro con una habitación bastante bonita y precio aceptable. Nos instalamos, nos duchamos y salimos a conocer un poco la ciudad.

Esa misma tarde vemos el Fort Palace, una impresionante construcción que domina el fuerte y que fue la residencia del Maharaja de Jaisalmer durante casi un milenio y hasta hace muy pocos años. En su interior hay diversos edificios y multitud de estancias que aún conservan mobiliario y objetos de sus moradores originales. Un museo muy completo y una guía auditiva que va explicando todos los detalles de la construcción y de los objetos del mismo hacen que el lugar resulte realmente interesante. Es un placer disfrutar de esta visita, que acaba en una terraza desde la cual vemos cómo cae el atardecer sobre la ciudad de Jaisalmer.