Largo viaje a Ushuaia

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Bogotá-Ushuaia, del 17 al 19-3-2013

El sábado nos levantamos y lo primero que hacemos es llamar a la empresa de mensajería para ver si ya tienen nuestra caja. Nos dicen que sí, que ya ha pasado la aduana y que podemos ir a recogerla al almacén que tienen al lado del aeropuerto, pero que tenemos que darnos prisa porque cierran en una hora. No nos queda más remedio que coger un taxi y a la media hora estamos en el almacén recogiendo el paquete. ¡Por fin! Ahora sólo nos queda encontrar un billete de avión a la medida de nuestras posibilidades.

Volvemos a casa y rápidamente nos ponemos a mirar en Internet. Lo último que vimos fue un combinado de varias aerolíneas con unas escalas larguísimas, ¡49 horas de viaje en total! Así que intentamos encontrar algo más razonable y, sorprendentemente, lo encontramos en la web de El Corte Inglés: mejor horario de salida, menos escalas y mejor precio. ¡Estupendo! Nos disponemos a hacer la compra de los billetes, ponemos los datos personales, el número de la tarjeta, y cuando llegamos al último paso... ¡nos dice que los billetes no están disponibles! ¿Cómo puede ser? ¿Nos habrán cobrado los billetes? ¿Y ahora qué hacemos? Mientras hablamos por skype con mi madre para ver si ella puede hacer algo desde España, localizamos a un agente de viajes El Corte Inglés en Bogotá. No hay dudas: la compra no se ha realizado y los billetes ya no están disponibles a ese precio.

No nos queda más opción que comprar el vuelo de 49 horas que sale esta misma noche. A las 2 de la mañana de hoy, sábado, tenemos que estar en el aeropuerto y el martes por la mañana llegaremos a Ushuaia. Es una paliza, pero no nos importa: lo que queremos es llegar de una vez a la Patagonia.

Así que compramos los billetes, hacemos las mochilas, cenamos con Julieta, sus hijas y un par de compañeros del colegio, y ¡nos vamos!
El avión sale a las 5 de la mañana, así que pasamos la noche en vela y en cuanto subimos al avión nos quedamos dormidos. Nuestro sueño es interrumpido repetidas veces por la azafata que nos ofrece el desayuno, bebidas, un caramelo... ¡cualquier cosa con tal de no dejarnos dormir! Llegamos a Sao Paulo, Brasil, donde tenemos ni más ni menos que 23 horas de escala. Menos mal que hemos pensado en no facturar las esterillas, así que las tiramos en el suelo y dormimos casi 5 horas del tirón. Nos despertamos, comemos algo ¡y a dormir otra vez! No teníamos mucho más que hacer: si salíamos del aeropuerto teníamos que pagar 30$ cada uno, y además, fuera estaba lloviendo.

A las 11 de la mañana del día siguiente subimos al segundo avión, que nos lleva por fin, a Argentina, concretamente a Buenos Aires donde tenemos otra escala, esta vez de 14 horas. Pero esta parada es muy diferente porque Argi y Leandro, los amigos que hicimos en Asia, están aquí, en la ciudad natal de Leandro. ¡Qué bonito es llegar a un aeropuerto y que esté alguien esperándote! ¡Y más unos amigos como ellos! Nos recogen, nos acompañan a cambiar dinero en el mercado negro (con un cambio mucho más favorable que el oficial) y nos llevan a casa de la familia de Leandro. Allí disfrutamos de una rica comida, de un auténtico mate argentino, de una buena ducha y de un par de cervezas en la mejor compañía. ¡Esperamos volver a ver a nuestros amigos viajeros en otros lugares de Sudamérica!

Y ya, por fin, subimos al tercer y último avión con destino Ushuaia. Salimos de noche, y la luz de un amanecer de vivos colores me despierta de un breve sueño. El amanecer desde el cielo es mucho más limpio, y los colores más intensos. Según nos acercamos a nuestro destino empieza a verse una zona de montañas y lagos. ¡Estamos sobrevolando la Patagonia!

Llegamos a Ushuaia a la hora prevista. Lo primero que vemos es el canal de Beagle rodeado de montañas nevadas y, al frente, la ciudad de Ushuaia.

Cuando salimos del aeropuerto, compruebo aliviada que no hace tanto frío como esperaba, teniendo en cuenta que estamos en la ciudad más austral del planeta. Enseguida nos dirigimos a casa de Nancy, la couchsurfer que nos acogerá en su casa con su familia durante los próximos días y, después de charlar un poco, nos echamos a dormir. ¡Ha sido un largo viaje!