Las enseñanzas del Dalai Lama

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Dharamshala, 22-12-2011

Los últimos días en Dharamshala los pasamos trabajando y compartiendo el tiempo con Argi y Leandro mientras esperábamos la llegada del Dalai Lama.

Un par de días antes del comienzo de las enseñanzas nos enteramos de que iban a ser en tibetano y que teníamos que comprar una radio para escuchar la traducción que se emitía en directo.  Además había que reservar sitio en el suelo del templo ya que se esperaban miles de asistentes. Por ello, Argi se levantó temprano al días siguiente y fue a reservar espacio para los cuatro.

La mayoría de la gente había puesto telas o esterillas, pero nosotros no lo sabíamos. ¡Así que tuvo que comprar una libreta y llenar un buen trozo de suelo con papelitos pegados con celo! Cuando más tarde fuimos nosotros nos encontramos con que no quedaba ni un hueco, menos aún en el espacio reservado para los españoles. Además  las emisoras para escuchar las traducciones tenían un alcance muy corto, así que teníamos que estar cerquita para que nos llegara la señal. Pusimos las esterillas en el hueco reservado por Argi y lo dejamos todo preparado para el día siguiente.

Como sabíamos que iba a haber mucha gente y que igual no se respetaban los sitios reservados, el primer día de las enseñanzas nos levantamos a las 7 y media de la mañana para encontrarnos con nuestros amigos. Llegamos al templo, pasamos con dificultad las aglomeraciones y las largas colas de monjes budistas y de tibetanos y entramos por la menos concurrida puerta reservada para extranjeros. Cuando llegamos a nuestros sitios comprobamos satisfechos que nuestras esterillas y los papelitos siguen allí. Hace un poco de frío, pero vamos preparados ¡Nos hemos traído hasta las mantas del hotel!

Poco después de las 9 llega el Dalai Lama, pasando cerca de la gente y saludando con una sonrisa. Comienza las enseñanzas saludando a todos los países presentes, pero sobre todo a los tibetanos y a los rusos, organizadores del evento y presentes por miles. Después explica rápidamente en qué consiste el budismo. Nos habla, entre otras cosas, del Karma, de la reencarnación, de las 4 nobles verdades y del noble camino como medio para eliminar el sufrimiento de la vida.

Pero sobre todo el Dalai Lama habla de compasión y de amor en un sentido literal. No son solo bonitas palabras, son la base de esta religión. El budismo se puede describir como una religión sin Dios, por eso hay gente que prefiere definirlo como una filosofía o una forma de vida. La meditación, el amor y la compasión, el pensar sólo en los demás y olvidarse de uno mismo: todo eso es el budismo. No parece una mala doctrina para seguir, en cualquier caso todos podemos aprender mucho de ella.

Algunas partes de la charla nos resultan difíciles de seguir. A pesar de eso, somos conscientes de que es una gran suerte estar aquí viendo a una figura tan importante para el Tíbet, para el budismo y para la historia contemporánea. No todos los días se puede ver de cerca y escuchar a un premio Nobel de la paz, sobre todo a uno que de verdad se merece el premio, que se lo ha ganado a pulso.

Por la tarde, cuando acaba la sesión, nos comentan que al día siguiente se va a hacer una ceremonia de iniciación para los budistas, que es algo muy serio y que en teoría sólo deberían participar los que practican esta religión. De todas formas, nosotros sólo podíamos ir por la mañana porque nuestro autobús sale a mediodía, así que decidimos no ir.

Esa misma noche Mayte se despierta encontrándose mal. Se pasa la noche en el baño y al día siguiente decidimos, por segunda vez en el viaje, cancelar los billetes y esperar hasta que se encuentre mejor.

Pasamos el día trabajando en la habitación, con la estufa encendida y tapados con la manta hasta el cuello para luchar contra el frío. Mayte tolera lo poco que va comiendo y tenemos la esperanza de que mañnana esté totalmente recuperada. Aunque por la noche vuelve a encontrarse mal, parece que hoy, tercer y último día de las enseñanzas, podremos viajar gracias a la medicación y la poca comida que lleva en el estómago. Después de comer tenemos que coger un bus a  Pathankot. Allí un tren nocturno nos llevará a Delhi, desde donde saldremos al día siguiente hacia Jaipur, en Rajastan. Nos esperan unas 30 horas de viaje.

Antes de salir aún tenemos tiempo de que Argi y Leandro nos cuenten los dos últimos días de las enseñanzas. Leandro sólo fue un rato el segundo día pero Argi se quedó y participó en el ritual de iniciación, sin saber lo que nos dijeron a nosotros sobre su significado. Nos cuenta que ha sido una experiencia increíble. Durante la ceremonia, los asistentes pueden realizar 5 votos o sólo algunos de ellos. Son votos como no matar (en el sentido más amplio, no solo a seres humanos, eso sería fácil), no mentir, no consumir sustancias intoxicantes, etc. Luego se regala comida a los asistentes y el Dalai Lama recita mantras por todos ellos. Es todo muy emocionante y, nos cuenta Argi, se siente una energía muy especial en el ambiente. Lo que no sabíamos (ni ella tampoco) es que, al participar en el ritual, ¡se ha hecho budista!  Parece que lo lleva bastante bien. Por la noche los nuevos iniciados cogen la pulsera y la flor que les han regalado al acabar la ceremonia, se ponen la primera en la muñeca y la segunda bajo el colchón para dormir sobre ella. El Dalai Lama  pasará la noche en vela rezando y recitando mantras por todos ellos.

El último día es aún más intenso. Argi dice que ha sido muy emotivo y que se sientes como la energía recorre tu cuerpo cuando se escucha la voz del Dalai entonando mantras de nuevo. Hay algo muy especial en estos rituales y en la figura del Dalai que hace que la gente llore de emoción. Estamos contentos por nuestros amigos pero no podemos evitar sentir una punzada de sana envidia. ¡Nos hemos perdido lo mejor! Nos consolamos pensando que seguro que ha sido porque no era nuestro momento. Parece que en esta tierra tan mística todo ocurre por algo.

NOTA: En las enseñanzas estaba prohibida la entrada de cámaras, por lo que las fotografías del Dalai Lama que aparecen en este post pertenecen a Jan Michel Ihl y Mirabile Dictu respectivamente (usuarios de Flickr)  y tienen licencia Creative Commons. Las fotografías en las que se ven nuestros nombres en el suelo del templo son de Argi y Leandro, y tienen licencia "Pásame-esas-fotos" ;-)