Matando el tiempo en Popayán

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Popayán, 4-3-2013

Hoy lunes, tal y como hicimos ayer, hemos pasado todo el día intentando organizar un plan para salir de Popayán por aire, ya que la ciudad sigue bloqueada por el paro cafetero. Desde el aeropuerto local salen vuelos hacia Cali y Bogotá, pero los vuelos son caros para nuestro presupuesto. Es imposible salir desde aquí directamente a Ecuador, que era nuestro siguiente destino y esto lo complica todo... y mucho.

Los días en Popayán empiezan a hacerse largos. Lo cierto es que en Medellín, acabamos un poco saturados de trabajo y queríamos una temporada de viaje, sin más. Pero tenemos que aprovechar el tiempo, así que durante los primeros días seguimos adelantando trabajo pendiente e intentamos combinarlo con paseos por la ciudad y algunas visitas.

La ciudad de Popayán tiene un bonito centro histórico de estilo colonial,  con casas encaladas y de gruesas paredes, algunas calles empedradas, iglesias... Tiene un estilo colonial distinto al que se puede ver en otras ciudades de Centroamérica que hemos visitado. Quizás se debe al clima, bastante distinto al caribeño y que aquí es bastante menos caliente. En cualquier caso, todo recuerda a un bonito pueblo español.  Uno puede pensar que esta paseando por un pueblo aragonés hasta que ve un puesto de arepas de queso o de tajadas de banano en la calle... entonces vuelve uno a Colombia.

Además, la ciudad tiene mucha vida estudiantil ya que es la sede de una importante universidad pública y otras privadas. Precisamente, nuestro anfitrión, Carlos, trabaja en una de estas universidades privadas. Él es biólogo (concretamente entomólogo) y está especializado en el estudio de las mariposas. En su casa tiene una espectacular colección de mariposas disecadas, con miles de ejemplares. Algunas de ellas son impresionantes: las hay grandes y de vivos colores, las hay con dibujos que parecen hechos a pincel, las hay con partes de las alas transparentes... Todas las mariposas de Carlos son de origen Colombiano y no es de extrañar tanta variedad ya que, según nos explica, en Europa tenemos unos pocos cientos de especies, mientras que sólo en su país hay miles.

Precisamente, cuando conocemos a Carlos, nos cuenta que el día que comenzó el paro empezaba un congreso internacional que ha organizado él sobre taxonomía de mariposas. Estaba muy preocupado porque la mitad de los asistentes y de los ponentes estaban en Cali y la otra mitad aquí, en Popayán. Finalmente tuvo que hacer el congreso en dos sedes y recurrir a videoconferencias de vez en cuando. ¡Al menos los cafeteros no bloquearon Internet!

No hay mucho más que contar de estos días: algunas agradables charlas con Carlos y los asistentes a su congreso, un virus estomacal que me ha acabado de arreglar la estancia aquí, y alguna anécdota...

Hoy hemos tenido que coger un taxi para realizar unas gestiones y la conversación con el taxista ha sido de las que no se olvidan nada más bajar del taxi:

- Yo llevo aquí 3 meses. Soy de Cali pero me tuve que venir aquí porque maté a un man que me quería robar– dice el taxista con toda naturalidad, consiguiendo llamar nuestra atención inmediatamente.

- ¿Y cómo fue eso?– pregunto yo con curiosidad mientras observo su cara a través del retrovisor.

- Pues el man subió y me apuntó con una pistola. Me dijo que le diera la plata y yo saqué un machete y le empecé a machetear duro. Él me pegó un tiro en la pierna y yo le pegué más duro para que no me matara... hasta que lo maté– dice como quien cuenta un partido de fútbol.

- ¿Y qué hizo después?– preguntamos con la boca abierta.

- Pues me bajé corriendo del taxi y lo saqué de allí. Lo tiré al suelo y me subí de nuevo porque venía toda la banda a por mi. Atropellé a dos y salí a toda velocidad.

Continúa contando que la justicia lo dejó en paz porque era defensa propia, pero tuvo que salir de Cali porque la banda lo buscaba. Es la cara oscura de Colombia, un país con una gente encantadora y amable pero dónde la violencia es algo cotidiano para muchas personas.

Por suerte, en todo el tiempo que llevamos aquí no nos hemos visto involucrados en ninguna situación violenta. La verdad es que vamos con bastante cuidado, pero también, como decimos siempre, tenemos mucha suerte con la gente que conocemos.

Los únicos que nos están causando graves problemas son los caficultores que, como decía Javi en el post anterior, están defendiendo algo justo, pero de un modo que está perjudicando demasiado a cientos de personas.