¡Por fin en Little Corn Island!

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Little Corn Island, 6-10-2012

Después de 11 horas de sueño reparador nos encontramos mucho mejor. ¡Realmente lo necesitábamos! Miramos por la ventana y a diferencia de los días anteriores, grises, con lluvia y viento, hoy luce el sol. ¡Tenemos unas ganas locas de ir a la playa! Desayunamos algo rápidamente, nos ponemos al bañador y ¡al agua!

Primero vamos a la playa más cercana, la que está junto al muelle. No está mal, pero tampoco es especialmente bonita. De repente, se pone a llover. Nos refugiamos bajo un árbol y cuando amaina un poco decidimos caminar hacia la parte este de la isla.

Las playas de este lado son bastante mejores. Palmeras, agua limpia...

Cerca de la orilla hay un montón de hoteles compuestos por pequeñas cabañas. Preguntamos en algunas de ellas y, aunque no son muy caras (las hay desde 8 $ por cabaña), el problema es que no tienen cocina, y aquí comer en los restaurantes es carísimo. Creemos que lo más práctico es quedarnos donde estamos.

Cuando se hace la hora de comer, volvemos al hotel, donde nos encontramos de nuevo con Greg y Marie nos cuentan que han estado preguntando a varias personas para hacer snorkel.

Por la tarde, pasamos un rato charlando con ellos y con otra pareja de franceses. Ellos están viajando desde Patagonia a Canadá y se quedarán a trabajar un año en Quebec. Vamos con ellos a tomar una cerveza mientras vemos atardecer. Hoy el cielo está despejado y vemos claramente cómo el sol se funde con el horizonte.

Antes de volver al hotel, queremos comprar pescado para cenar. Nos indican que vayamos a hablar con un pescador llamado Daniel. Cuando llegamos a su casa nos dice que no tiene pescado: el tiempo no ha acompañado y los peces no han querido picar. Él realmente trabaja construyendo y arreglando lanchas, la pesca es más bien un hobbie.

- Yo pesco para mi casa y, si ha sido un buen día y he pescado bastante, lo vendo y así gano un poquito. - nos explica Daniel muy sonriente.- A veces cojo también caracolas, que están bien ricas – se refiere a unas caracolas blancas enormes que hemos visto en las casas y en los hoteles. La carne se come y las conchas las usas para decorar y para venderlas a los turistas.

- Y si no lo vende, lo regala. ¡Miren, como a esta vecina! - nos dice la mujer de Daniel señalando a una joven que está junto a ella - ¡Esta sólo viene a que le regalen!

- ¿Sí? - dice Javi - ¡Pues mañana voy a venir yo también a que me regale algo!

Las mujeres se parten de risa. Y, no sabemos si en serio o en broma, Daniel responde:

- ¡Claro que sí! Vengan mañana y yo les regalo de lo que haya cogido.

Mañana ya veremos si tenemos pescado o no. De momento, hoy compartimos con nuestros amigos unos espaguetis con atún.
Estamos muy contentos de haber conocido a Marie y Greg. Nos recuerdan bastante a Argi y Leandro, los amigos que hicimos en Asia. Son muy simpáticos y se ha producido una conexión muy bonita entre nosotros. Sin necesidad de explicar nada, instintivamente, nos ponemos a cocinar y cenar juntos. Un día ellos preparan el pescado, otro día hacemos la cena nosotros. Un día ponemos nosotros los ingredientes para la comida y luego ellos nos ofrecen café. ¡Como si fuéramos amigos de toda la vida! Además han sido una bendición para nosotros, que no tenemos ni idea de cómo limpiar el pescado.

Estamos pasando muy buenos ratos hablando con ellos. Igual que nosotros, son profesores y tienen treinta y tantos años. Aunque son del sur de Francia, hace cuatro años que trabajan en Reunión, una isla francesa que se encuentra junto a Madagascar. Tienen unas condiciones de trabajo estupendas para poder viajar: pueden trabajar 6 meses al año y solicitar que les paguen la mitad del sueldo pero durante todo el año, de manera que mientras viajan siguen teniendo ingresos. ¡Es ideal! Se han recorrido ya medio mundo: Asia, Sudamérica, algunos países de África... y ahora están viajando por Centroamérica. Nosotros vamos hacia el Sur y ellos hacia el Norte. De todos los viajeros de largo recorrido que hemos encontrado, nosotros somos los únicos que vamos hacia el sur. ¿Iremos en contradirección sin saberlo? ¡Pronto lo descubriremos!