Últimos días en familia: el aarti en Pashupatinath

Información
This post is categorized under...
Sections: 
Countries: 
Authors: 

Katmandú, 3-6-2012

Hace ya casi siete meses, en India, vivimos una de las experiencias que más nos impresionó por la carga cultural, religiosa y emocional de la misma: la ceremonia del aarti. Lo que no esperábamos era volver a vivirla aquí, en Kathmandú. Leyendo en la guía acerca de Pasupatinath, el templo hindú más importante de Nepal, veo que aquí también hacen el aarti al atardecer. Obviamente, decidimos ir a esa hora para disfrutar juntos de la ceremonia.

El ambiente del lugar es muy parecido al de Varanasi, con los templos, los gaht, los crematorios y el agua del río igual de sucia. Lo mejor llega cuando se pone el sol. La gente empieza a sentarse a las orillas del río para presenciar la ceremonia que ya conocemos tan bien.

No podemos evitar emocionarnos. Nos recuerda al principio de nuestro viaje, cuando la vimos por primera vez en Varanasi. Ya hace bastante tiempo de aquello, y nos trae buenos recuerdos. Nos miramos el uno al otro. Luego yo miro a mi madre y me alegro mucho de poder compartir este momento. Casi sin darnos cuenta, empiezan a caer las lágrimas de emoción y felicidad.

Justo cuando la ceremonia está a punto de acabar, empiezan a caer algunas gotas, no de nuestros ojos, sino del cielo. La lluvia empieza suavemente, pero al minuto ya se ha convertido en un verdadero aguacero. Empezamos a levantarnos y a salir de allí, intentando resguardarnos de la lluvia. Es imposible. Los paraguas se dan la vuelta por efecto del viento y no hay donde meterse. Nos damos por vencidos y empezamos a caminar a oscuras bajo la lluvia, metiendo los pies en los charcos. Encontrar un taxi nos cuesta un poco más de la cuenta, y cuando encontramos uno estamos empapados, pero también muy felices.

Esta alegría nos dura toda la cena, y nos reímos como hace tiempo que no lo hacíamos. Ha sido un estupendo punto final a estos días compartidos en familia.

Al día siguiente vamos al aeropuerto. Esperamos un día tranquilo y normal, pero en estos países nunca se sabe. Por eso mismo queremos acompañarles hasta la misma puerta de embarque.

Al llegar, el guardia de seguridad nos dice que solo se puede entrar en el aeropuerto con tarjeta de embarque. Le explico la situación y le pido que me deje entrar a mí para ayudar a mis padres a sacar el billete, ya que no hablan inglés. Entramos y paso con ellos todos los controles de seguridad, ¡como su fuera a viajar yo también! Ya con los billetes en la mano, nos dirigimos a las escaleras que llevan a la puerta de embarque, pero ahí ya no me dejan pasar,  así que nos despedimos y me dirijo hacia la puerta por la que habíamos entrado. Me para una guardia de seguridad.

- ¿Dónde va usted?
- Fuera.
- ¿Por qué?
- Porque no voy a coger ningún vuelo, sólo he venido a acompañar a mis padres.

Miro hacia las escaleras y los veo a los dos, con cara de preocupación observando la escena.

- Pero... entonces usted no debería haber entrado.
- Bueno, en la puerta me dejaron pasar.
- Pero no deberían haberla dejado.
- Entonces ¿qué hago? ¿Me quedo aquí con usted?
- ¡No!
- ¡Pues usted dirá!

A mí ya me da la risa. En eso se acerca un superior, muy serio.

- Buenos días señorita, ¿qué problema tiene?
- ¿Yo? Ninguno, que quiero salir de aquí.
- ¡Pues salga!

En fin, aquí nada es sencillo. Me despido de mis padres con la mano, me reuno con Javi y, ya los dos solos, volvemos al hotel. Aún nos quedan unos días de trabajo antes de regresar a España.