¡Vamos de boda!

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Rishikesh, 22-11-2011

Después de ducharnos y desayunar en uno de los bonitos restaurantes que hay junto al río, sentados en el suelo, estamos en la habitación (Javi trabajando en el ordenador y yo lavando ropa) cuando oímos música y jaleo en la calle. ¿Qué será? Mayte sube a la terraza del hostal, desde la cual se ve la calle principal, y ve músicos, mujeres con saris muy elegantes y gente bailando. “¡Corre, Javi, coge la cámara y vamos a la calle que creo que es una boda!”

Bajamos y confirmamos que lo es. Delante va un aparato con unos grandes altavoces, junto al cual un hombre canta animadas canciones en hindi. Detrás, varios músicos con recargados uniformes color celeste junto a los cuales baila un grupo de hombres jóvenes. Las mujeres van un poco más atrás, bailando también y conversando entre ellas. Y por último, montado sobre un caballo blanco, el novio ataviado con un traje tradicional, lleno de adornos dorados y brillantes.

Empezamos a recorrer la calle junto a la comitiva, haciendo fotos y vídeos. En varias ocasiones, tanto los hombres como las mujeres nos invitan a bailar con ellos. En esta ocasión decimos que no con una sonrisa y gestos de vergüenza que les hacen reír. ¡Cómo vamos a meternos así en una boda!

Un buen rato después llegamos a una gran carpa con telas color pastel y adornos de flores. Nosotros dos y otros 4 ó 5 extranjeros que hemos llegado hasta allí nos hacemos a un lado mientras la gente entra en la carpa. ¡Cuál es nuestra sorpresa cuando nos invitan a entrar! Al principio también rechazamos la invitación, pero varias personas insisten, así que acabamos entrando. Nos encontramos con una zona con muchas filas de sillas a ambos lados de un pasillo que lleva hasta el lugar que ocuparán los novios. Nos sentamos en las sillas, hablando un poco con unos y otros. Unos minutos después, el hombre que nos ha invitado a entrar nos explica que es el tío de alguien: no nos queda claro si es del novio o del que va a oficiar la ceremonia. ¡El lenguaje gestual y el spanish-hindi-english tienen sus límites! Nos indica que al otro lado de la carpa está la comida y nos invita a que lo acompañemos. Una vez más intentamos negarnos, pero es imposible. Así que allí estamos, con nuestros vaqueros y nuestras camisetas, rodeados de brillantes saris y elegantes camisas, disfrutando del convite de la boda. Increíble.

Mientras acabamos de comer sale la novia. No parece muy feliz, probablemente porque, como es tradicional, se trata de una boda concertada y los novios casi ni se conocen. Como nos explicaba Mehar, aquí primero se casan y luego llega el amor, si es que llega.

Se hacen las fotos de rigor, primero solos y luego con amigos y familiares, mientras la gente sigue disfrutando de la música que no ha parado en ningún momento y de los deliciosos dulces que ofrecen como postre.

Aún nos quedamos un rato más, bailando con los amigos del novio y conversando con la hermana del mismo ¡que nos agradece que hayamos asistido a la boda! Intentamos explicarle que los que estamos muy agradecidos y sorprendidos somos nosotros. No nos imaginamos una situación similar en nuestro país ¿verdad?

Y para rematar, en medio de todo esto, nos llaman de Radio Nacional de España para decirnos que nos van a hacer una entrevista en directo esta misma tarde.

Este viaje nos está proporcionando una serie de experiencias que seguro no olvidaremos y de las que tenemos mucho que aprender.