De Managua a Panamá

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Panamá, 25-10-2012

El viaje de Managua a Panamá en bus es muy largo: unas 30 horas de camino, un cambio de bus, cruzar dos fronteras... pero atravesamos rápidamente toda Costa Rica, que es lo que nos conviene.

Al menos, según nos dicen, el autobús es cómodo, con aire acondicionado, televisión, baño, y está incluido el desayuno y la comida del segundo día. Lo que no nos dicen es que el aire acondicionado está permanentemente en temperatura “Polo Norte”, que las películas las quitan antes de que acaben y que el baño está cerrado con llave.

El paso de la frontera de Nicaragua a Costa Rica es rápido y sencillo, aunque desde los últimos meses exigen tener un documento de salida del país. En nuestro caso es suficiente mostrar el billete que indica que continuamos de camino hacia Panamá.

Llegamos a San José de Costa Rica sobre las 9 de la noche. Aquí tenemos que bajarnos del bus y coger otro que sale a las 11 de la noche. Las condiciones del bus son las mismas, con el añadido de que tenemos los últimos asientos pegados al baño. Nos ponemos la ropa de abrigo que teníamos preparada y nos dormimos. A las 4 de la mañana nos despiertan y nos dicen que bajemos del bus. Estamos en la frontera con Panamá.

- Bajen y hagan fila. A las 6 abren la frontera. Nosotros les esperamos al otro lado.

No entendemos por qué no podemos dormir en el bus hasta las 6 y le exponemos nuestra queja al conductor. Él nos  nos dice  que si se esperan ahí nos revisan el equipaje dos veces y que si llega otro  autobús pasarán antes que nosotros y que esto nos retrasaría mucho y no sé qué más. Nosotros pensamos que prefieren dormir tranquilos, pero poco podemos hacer. El caso es que nos quedamos de plantón durante dos horas, muertos de sueño.

Atravesamos a pie la frontera de salida de Costa Rica y caminamos hasta la entrada de Panamá, donde nos espera el bus. Antes de cruzar nos hacen firmar un papel: hay manifestaciones en Panamá, hemos sido informados y entramos bajo nuestro propio riesgo. No tenemos ni idea de qué pasa porque no nos explican nada más, pero si no firmamos no pasamos, así que aceptamos y firmamos. ¡Ya nos enteraremos de lo que pasa cuando lleguemos!

Para entrar a Panamá también hay que mostrar un billete de salida del mismo y además demostrar que tienes “solvencia económica” mostrando 500$ en efectivo o una tarjeta de crédito. Ambas cosas nos parecen bastante absurdas. La tarjeta de crédito puede estar inutilizada. Respecto al billete de salida del país, ¿cómo decirlo? Nosotros ni siquiera sabíamos cómo ni por dónde vamos a cruzar a Colombia, pero sí teníamos en el ordenador la reserva de un vuelo cualquiera a la que no resultó difícil cambiar las fechas y los nombres de aeropuertos y países...

Ahora tienen que revisar los equipajes. Nos hacen pasar a todos a una sala con nuestras mochilas y nos hacen ponerlas sobre unas mesas. Nos van a  revisar a todos, pero van a elegir a unos cuantos para inspeccionarlos más minuciosamente y hacer algunas preguntas. Los elegidos son cuatro mejicanos. Tenía razón el chico argentino que un rato antes nos ha dicho que a los mejicanos les ponen problemas en todas las fronteras. Pero... un momento, parece que van a nombrar a alguien más:

- Francisco Javier Lafuente y María Teresa Carrilero.

¡Mira, qué suerte! Y yo que llevo una bolsa llena de caracolas, conchas y corales que cogí en Corn Island, seguro que me las quitan o empiezan a interrogarme al respecto. Nos pasan a una habitación más pequeña y nos hacen algunas preguntas mientras revisan nuestras mochilas.

- Entonces, ¿se quedan en Panamá hasta el día 6?

- Sí, exacto –¡Seremos mentirosos!

- Ah...  y de ahí se regresan a España.

- Sí, claro, tenemos que volver al trabajo -¿Se nos notará que estamos nerviosos?

Las caracolas están en la parte superior de la mochila, pero por alguna extraña razón, el policía abre la cremallera de abajo y sólo tantea las bolsas en las que va mi ropa. ¿Esta es la inspección exhaustiva? ¡Por mí, perfecto!

Subimos al bus y retomamos nuestro camino. Parece que nos van a dar el desayuno. Oigo que uno de los asistentes del bus le dice a otro que caliente el café y reparta los desayunos. Un momento después va pasando viajero por viajero repartiendo vasos de té frío y sandwiches. No se preocupan demasiado por el bienestar de los viajeros... Más tarde nos traen la comida ¡Una hamburguesa de Mc Donalds! Increíble.

Debido a las manifestaciones de las que nos han “informado” en la frontera, hay cortes en las carreteras y llegamos a ciudad de Panamá sobre las 6 y media de la tarde. Compartimos un taxi con otra pareja hasta el casco viejo de la ciudad y buscamos el que parece ser el hotel más económico de la misma y que recibe el original nombre de Casco Viejo. Sólo les queda una habitación disponible. La otra pareja y nosotros nos miramos. ¿Qué hacemos? Afortunadamente Mabel, la recepcionista, que también es española, nos evita el dilema: tienen una reserva que de momento no se ha presentado, así que nos dan la habitación y si llegan los mandarán a otro hotel del mismo dueño. Estamos cansados y nos vamos enseguida a dormir. Ha sido un viaje muy largo.