De vuelta en Panamá ¿Dónde nos quedamos?

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Panamá, del 13 al 15-11-2012

Después de una semana en casa de Juan y Juli, decidimos volver a Panamá. Nos sabe mal estar tanto tiempo aquí y además necesitamos un sitio con Internet para trabajar. No nos importa esperar a que nos reparen la cámara siempre y cuando aprovechemos el tiempo para adelantar trabajo pendiente.

En el hotel Casco Viejo siguen muchas de las personas que dejamos al irnos. No queremos quedarnos aquí mucho tiempo; es muy caro para nosotros. A Javi se le ocurre que podemos intentar alquilar una habitación o un piso para 15 días. Parece que la cámara aún tardará y podemos seguir trabajando.

Pasamos un par de días mirando distintas opciones. El segundo día vamos a ver un apartamento, pero no nos convence. Volvemos al hotel decepcionados, encendemos el ordenador y... ¡sorpresa! Un couchsurfer ha aceptado acogernos en su casa. Nos dice que va a estar en el Teatro Nacional esta misma tarde, no sabemos si como espectador o para actuar, ya que canta en un coro. Lo llamamos por teléfono y quedamos en vernos allí.

Roger es un chico de la edad de Javi. Parece muy serio y educado, pero no tenemos tiempo de conocerlo mucho porque un minuto después aparece una compañera suya del coro que monopoliza la conversación. Más que conversación, es un monólogo en el que la señora, de origen español, nos expone su visión de la historia (cuántas cosas buenas hizo Franco) y de la crisis (provocada porque estábamos gastando demasiado en sanidad) En fin... es una situación bastante incómoda. No queremos ser maleducados ni que esto acabe en una discusión política; no es el lugar ni el momento. Pero tampoco vamos a decir que estamos de acuerdo con ella, así que educadamente damos unas pinceladas de nuestra visión del asunto y nos callamos, esperando a que se vaya y podamos hablar con Roger. En lugar de eso, la señora se pone a contarnos cómo es su día a día. No deja de hablar hasta el momento en que ambos tienen que entrar porque falta poco para que empiece la actuación.

Roger nos dice que mañana mismo podemos ir a su casa y concretamos un sitio y una hora para irnos con él. Cuando ya nos estamos despidiendo, nos dice:

- Vengan para acá. No sé si se paga entrada, pero en cualquier caso pasen por aquí –nos dice mientras entra en el teatro por la parte trasera del escenario.

Nosotros le seguimos sorprendidos. ¡No esperábamos esto! Así que, cuando nos damos cuenta, estamos sentados en dos butacas con nuestros pantalones cortos y nuestras camisetas, rodeados de señoras perfumadas y hombres arreglados, escuchando a una orquesta sinfónica acompañada del coro de Roger y un coro de niños. ¡Qué cosas nos pasan! El caso es que disfrutamos, con una ropa totalmente inapropiada, de un concierto muy interesante y totalmente inesperado.

A la mañana siguiente recogemos nuestras cosas para mudarnos a casa de Roger. Pero como parece que el negocio de la artesanía empieza a funcionar, antes de salir vamos a comprar más materiales para poder seguir trabajando.

De momento sólo vamos a comprar hilos y algunas semillas. Ya cargo con un montón de cosas de Solentiname, conchas y corales de Corn Island, cuentas de cristal y de madera y algunas cosas más que compré en Managua. Mi mochila, que iba medio vacía, ahora cierra a duras penas. ¡Voy  tener que ponerme a vender en serio, aunque solo sea para quitarme peso!

Mientras vamos hacia la tienda, nos llaman Juan y Juli. Están en la ciudad y quedamos para vernos y tomar algo juntos. Volvemos al hotel con el tiempo justo de comer algo y coger nuestras cosas antes de ir a encontrarnos con Roger.

Su casa está bastante alejada del centro, a unos 45 minutos en coche. Es una casa bonita en una urbanización tranquila. Enseguida nos lo enseña todo, cómo funciona la lavadora, dónde están las cosas en la cocina y nos da una copia de sus llaves.

- Están en su casa –nos dice.

- ¡Vaya! ¡Gracias! –contesta Javi sonriendo.

Cenamos juntos y Roger se va pronto a dormir. No hablamos demasiado, pero es un chico agradable. Cuando, al día siguiente, le preguntamos cuántos días podemos quedarnos, nos responde:

- Quédense todo el tiempo que quieran, por eso no se preocupen, no hay problema.

Lo cierto es que hemos tenido mucha suerte. Si no fuera por él  tendríamos que estar pagando hotel durante muchos días. Seguimos encontrando gente sorprendentemente generosa en nuestro camino.