Navegar entre ballenas

Información
This post is categorized under...
Sections: 
Countries: 
Authors: 

Puerto Madryn, 19-7-2013

Después de nuestro primer contacto con las ballenas de hace un par de días, ayer dedicamos el día a descansar en el hostal, a escribir un poco y a dar algún paseo corto. El día no dio para más: hay lluvia, frío y el puerto sigue cerrado.

Hoy parece que hace mejor tiempo ha mejorado. Al menos luce el sol y a pesar del viento, que sigue siendo fuerte, es posible que se habrá el puerto hoy a media mañana. Después de mucho dudar, decidimos hacer la salida oficial en barco para ver a las ballenas más de cerca todavía. Con lo bien que las vimos desde la playa de El Doradillo y dado que el precio no es barato precisamente,  no teníamos claro si valía la pena hacer la excursión, pero al final pensamos que es una de esas cosas que hay que probar. Hemos quedado con nuestro amigos Darío y Tamara para ir juntos esta mañana, si el tiempo lo permite.

Salimos pronto y otra vez entramos al parque haciéndonos pasar por argentinos. Cuando llegamos a Puerto Pirámides, la pequeña población desde la que salen los barcos, el puerto está cerrado. Nos dicen que es posible que salgamos a las 12 así que aprovechamos el tiempo para dar un paso por los alrededores de esta pequeñísima población situada en medio de un paisaje tan bonito como desierto.

El puerto no se abre y el paseo se prolonga de forma obligada. Lo amenizamos con varios mates compartidos hasta que finalmente, pasadas las 3 de la tarde, nos avisan de que vamos a salir. Nos vestimos con los impermeables y los chalecos salvavidas sobre nuestras ya gruesas ropas y, al final, tenemos un aspecto muy cómico: ¡parecemos luchadores de sumo!

Por fin subimos al barco y comienza la excursión. El mar está muy movido y la visibilidad bajo el agua no es muy buena. Se ven algunas ballenas muy cerca. Una o dos se acercan curiosas e incluso pasan por debajo de barco.

Es muy bonito pero no podemos evitar pensar que no ha habido tanta diferencia con el avistamiento desde la costa. Probablemente con el mar en calma se podrán ver más ballenas y, lo más importante, verlas mejor. A pesar de volver a la costa un poco decepcionados, la experiencia no ha estado nada mal. No todos los días puede uno navegar entre ballenas.

Aprovechamos el tiempo de luz que queda para ir a ver las loberas cercanas. Tan solo encontramos unos pocos lobos de mar rezagados que permanecen aquí mientras casi todos sus compañeros partieron en busca de otros lugares en los que pasar el invierno. El paisaje es bonito pero hace mucho frío así que no tardamos en volver al coche y de allí al hostal.

Por la noche volvemos a cenar con nuestros amigos argentinos. Esta vez la cena es un poco especial. Darío dice que no podemos dejar Argentina sin haber probado el cordero patagónico, así que vamos a un asador con un nivel (y sobre todo un precio) bastante por encima de nuestros restaurantes habituales (estamos hablando de algo más de 10 euros por persona). Darío tenía razón: había que probar el cordero de la Patagonia cocinado en la Patagonia. No es como ver a las ballenas, pero casi. Realmente disfrutamos de la cena y de la conversación.

El día siguiente vuelve a ser de relax. Lo dedicamos a pasear de nuevo y a despedirnos de nuestra querida Patagonia. Pasamos la tarde en el muelle viendo un hermoso atardecer, saludando a algún lobo que nada bajo los barcos y viendo a las ballenas, que a lo lejos, agitan su enorme cola como si se despidieran de nosotros.

En teoría, hoy debíamos estar viajando hacia Buenos Aires en un bus, pero Darío y Tamara salen mañana para allá y vamos a ir con ellos compartiendo gastos. Nos sale mucho mejor que ir en bus, el viaje es mucho más rápido, y sobre todo, lo haremos en buena compañía.