¿Nos hacemos una casa de barro?

Información
This post is categorized under...
Sections: 
Countries: 
Authors: 

El Bolsón, 12-5-2013

A medida que nos adentramos en el tema de la construcción natural con barro vamos dándole vueltas a la idea de construirnos nuestra propia casa cuando volvamos a España. Empezamos a hacer castillos en el aire, o más que castillos, casas de barro. Como no tenemos casa  y nos gustaría vivir en una zona de montaña, empezamos a hablar de la posibilidad de comprar un terreno barato y hacernos nosotros la casa.

Siempre se ha considerado que las casa de barro son para campesinos, pobres y sin recursos, pero lo cierto es que eso es un prejuicio sin ningún fundamento. Los conocimientos tradicionales combinadas con las técnicas modernas hacen posible el construir casas sanas (sin materiales tóxicos), confortables (el barro mantiene una humedad constante durante todo el año y es térmicamente perfecta), resistentes (al agua, a los terremotos y sólidas como las de cemento) y muy muy bonitas.

Una mañana, tras haber visto el vídeo de Belanko la noche anterior, los dos nos despertamos con sueño:

- He dormido muy poco -le digo a Mayte-. ¡Me he pasado la noche construyendo una casa de barro!

- ¡Yo también! -responde ella- Me la he pasado pensando en cómo se podrían hacer las estanterías y los muebles con el mismo material.

A medida que pasan los días ayudando a nuestros amigos a construir su hogar, la idea de construir nuestra propia casa va tomando cuerpo. Paso los ratos libres leyendo sobre el tema, investigando los posibles problemas legales que podríamos tener en España, leyendo sobre permacultura, buscando información sobre construcción ecológica y sostenible... Lo que era solo una idea se va transformando en una ilusión, casi una pasión.

Tengo que decir que no es la primera vez que paso por algo similar. Hace unos 5 o 6 años, antes de viajar a Nicaragua por primera vez y antes de conocer a Mayte, estuve a punto de comprar un terreno en un pueblecito de la Sierra Calderona, cerca de Valencia. Por aquel entonces quería construir una casa de madera.

Pasé muchos fines de semana informándome, mirando alternativas, diferentes tipos de construcción. Visité algunos terrenos, hablé con los propietarios e incluso quedé con una amiga arquitecta para asesorarme. No quería la típica casa prefabricada, quería una casa de madera maciza y eso era caro, casi tan caro como una casa de obra. Además el terreno no tenía luz eléctrica y estuve estudiando soluciones a base de paneles solares y baterías. Cada vez me gustaba más la idea.

Solo había un pequeño problema: no tenía el dinero para comprar el terreno y mucho menos para que me construyeran la casa. La posibilidad de construirla yo mismo ni se me pasó por la cabeza: eran otros tiempos y solo estaba comenzando mi cambio vital. Aún así, estuve a punto de meterme en una hipoteca y comprar la parcela unas semanas antes de salir hacia Nicaragua.

No lo hice.  Al final decidí que no quería pasar por el aro, no quería hipotecarme de por vida y pagar los precios desorbitados que se manejaban en España durante la burbuja inmobiliaria. Los precios, la situación general, era absurda e insostenible así que decidí seguir de alquiler. Eso me salvó. El viaje a Nicaragua cambió mi vida en muchos sentidos y el proyecto de la casa de madera quedo enterrado en un cajón. A partir de ese momento tenía otros planes y otros sueños. Esta vez compartidos con Mayte.

Ahora noto como renace esa pasión, pero hoy soy una persona muy diferente de la que era entonces. Durante este año y medio de viaje mi forma, nuestra forma de ver las cosas ha cambiado mucho. Ahora vemos posibilidades y opciones que antes ocultaban el miedo o las convenciones sociales. Noto cómo tenemos la mente más abierta, más dispuesta a aceptar cosas que antes ni se nos pasaban por la cabeza.

Otra cosa que hemos aprendido durante el viaje es que podemos vivir con muy poco. Nunca hemos sido muy derrochadores, pero es que ahora nos da la sensación de que podemos pasar del aire. Exageraciones a parte, hemos llegado a plantearnos cuestiones como vivir con solo uno de nuestros maltrechos sueldos de profesor, o trabajar los dos a media jornada (si nos lo permite la administración, cosa que está por ver).

Todos estos descubrimientos y cambios en nuestra forma de pensar nos han llevado a plantearnos que podríamos construir nuestra propia casa con muy poco dinero y darle así una patada al sistema a la vez que ganamos en calidad de vida. Quizás ahorrando un año o un poco más podríamos tener una casa en el campo, una huerta y... ¿quién sabe qué más?

En varios momentos del viaje hablamos del futuro, de qué haríamos al volver a casa, de si compraríamos algo, si volveríamos a alquilar... Hace mucho que decidimos que no queríamos vivir en la ciudad bajo ningún concepto. Es algo que ya teníamos bastante claro desde antes pero que hemos reafirmado durante estos meses. Decidimos que nos gustaría vivir en el campo y vimos en Internet que ahora se podían encontrar casas asequibles.
Antes de todo esto yo le comentaba a Mayte, sin mucha convicción, que quizás podríamos resucitar mi sueño de construir una casa y ella me decía que no, que eso era muy complicado. Y solo hablábamos de una construcción tradicional, pagando a un constructor. Ni nos planteábamos construirla nosotros mismos. ¡Y ahora, de repente, queremos construirla con nuestras propias manos! ¿Será posible? ¿Nos estaremos volviendo locos?

En Valencia, y bajo ciertas condiciones, se puede construir en un terreno rústico de forma legal. Hay terrenos de este tipo que son muy baratos y donde podríamos construir nuestro hogar. ¿Que no hay luz o agua? ¡Existen soluciones para todo! Siempre que uno esté dispuesto a cambiar su forma de vida. Siempre que estés dispuesto a renunciar a algo. Lo importante es saber qué prefieres: una vida llena de cosas o una vida llena de experiencias y más coherente con tu forma de pensar. Nosotros hemos decidido que no nos compensa pagar un precio desorbitado por algo que podemos hacer nosotros y que además queremos hacer nosotros.

Quizás podríamos comprar el terreno y los materiales que no podamos sacar de la tierra. Después podría pedir un permiso o una excedencia sin sueldo y dedicarme a construir la casa con Mayte. Lo haríamos con nuestras propias manos y con la ayuda de nuestros familiares y amigos. Aunque en nuestro país natal esto suene a locura, es muy común en otras partes del planeta. Al fin y al cabo estamos hablando del lugar donde vamos a pasar nuestra vida. ¿No merece la pena dedicarle un año de nuestra vida? La idea es muy tentadora.

Además, una vez acabada la casa, no habría que pagar ni alquiler ni hipoteca. Al tener que gastar menos, en lugar de trabajar para comprar cosas que no necesitamos podríamos trabajar menos y tener más tiempo libre para dedicarnos a otras cosas.

Y así seguimos, fantaseando con la idea. Pero ahora sabemos que nuestras fantasías, nuestros sueños, pueden hacerse realidad...