¡Nos vamos a Ometepe!

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Ometepe, 21-9-2012

Hemos estado unos días en el mismo hotel de Managua donde pasamos nuestras enfermedades. Aún teníamos que entrevistar a Erick, uno de los ex becarios de Escoles Solidàries que está estudiando en la universidad. La entrevista da de sí mucho más de lo que pensábamos.

No es sólo que su familia fuera muy humilde y no pudiera ayudarle en los estudios, es que nunca le han apoyado. Sus padres piensan que la educación no es importante, sólo querían que trabajara en el campo como ellos. A pesar de todas las dificultades, ahora está estudiando Turismo Sostenible en la Universidad de Managua gracias a una beca del Ministerio de Educación y a mucho esfuerzo personal.

En estos días aprovechamos también para preparar algunos post (seguimos con la ilusión de ponernos al día en algún momento).

Y después de todo esto ¡hoy nos vamos a Ometepe! Tenemos muchas ganas de volver a esta isla. Estuvimos allí hace cuatro años con nuestros compañeros del PIEE y, además de que es un sitio precioso, fue el escenario de algunos momentos y conversaciones especiales entre Javi y yo. Entonces sólo éramos amigos, ¡ni se nos pasaba por la cabeza que volveríamos al mismo sitio en unas circunstancias tan diferentes!

A pesar de que ni siquiera recordaba el nombre, pude encontrar el mismo hotel en el que los alojamos la otra vez. Es muy bonito, en la misma orilla del lago, con cabañas, hamacas... muy tranquilo y relajante. También es bastante más caro para nuestro presupuesto, pero decido darle una sorpresa a Javi y reservo allí la primera noche. 

A media mañana cogemos el bus que nos llevará al puerto de San Jorge, desde donde salen los barcos a Ometepe. Desde el embarcadero se ve perfectamente la isla, que se extiende de este a oeste, con un volcán en cada extremo. A la izquierda está el volcán Concepción, el más alto de los dos, el cual, aunque hace años que no erupciona, sí tiene algo de actividad. El otro, el Maderas, está al este y en el cráter tiene un lago. Ambos tienen su parte superior coronada por unas nubes que parecen hacer de tapadera para sus respectivos cráteres. Cae una lluvia suave que dibuja un arcoiris justo a la altura de la isla, junto al Maderas, regalándonos una preciosa postal.

El barco es bastante grande y las aguas del lago, que más bien parece un mar de agua dulce, son tranquilas, por lo que el viaje es muy suave. Llegamos al puerto y cogemos un bus que nos deja a la entrada de nuestro hotel, la Finca Venecia. Dejamos rápidamente las mochilas en nuestra habitación (tras conseguir un descuento por ser clientes “habituales”) y nos acercamos a la orilla del lago a ver el atardecer. El cielo empieza a teñirse de tonos rosas y rojos que se funden con el azul y un extraño verde mar que nunca había visto en el cielo. Increíble.

Nos miramos y recordamos hace cuatro años, cuando estábamos sentados en las hamacas del jardín hasta bien entrada la noche, con una copa de ron Flor de Caña, hablando de mil cosas y retrasando el momento de despedirnos para irnos a dormir, yo con mis compañeras Enma y Neus, y Javi con Carles.

Después de cenar volvemos a sentarnos en las mismas hamacas, un Flor de Caña en la mano... pero esta vez nos vamos juntos a la habitación.