Trekking día 2: de Nadi Bazar a Bahudanda

Información
This post is categorized under...
Sections: 
Countries: 
Authors: 

Día 2 – Domingo 15/4/2012 – Nadi Bazar a Bahundanda

Nos levantamos a las 6:30, después de una noche espantosa. Gallinas corriendo por el tejado de hojalata, ratones saltando, perros ladrando en la puerta y gallos saludando al sol mucho antes de tiempo.

Todo esto nos amenizó la noche, pero lo peor fueron la arañas. No tan grandes como nuestra amiga de Tailandia pero con un tamaño más que considerable y con muchas ganas de viajar de un rincón a otro por el plástico azul que hace de doble techo. El ruido que hacían al caminar en la oscuridad me ponía los pelos de punta. No era nada agradable encender la linterna rápidamente al oír un ruido cercano y ver a una de ellas en el plástico, a medio metro de mi cabeza, moviéndose lentamente hacia su próximo destino. Por aquello de “ojos que no ven...” no le dije nada a Mayte por la noche, mientras ella leía y yo observaba fijamente a una de estas arañas sobre la puerta. Ella les tiene fobia pero a mi tampoco me hacen ninguna gracia, sobre todo cuando tienen ese tamaño. Me pasé media noche despierto y la otra media despertándome inquieto con los ruidos e inspeccionando las paredes junto a Mayte y junto a mí. Y todo el tiempo pensando en lo bien que estaría en la tienda de campaña. ¡Vaya primera nochecita!

Cuando hablamos con Dahn por la mañana nos explica que no son peligrosas, que no pican. Aún así yo me llevo de recuerdo un par de picaduras muy molestas de vaya usted a saber qué bicho que compartió catre conmigo.

Tras un breve desayuno nos despedimos de Dahn y nos alejamos mientras él dice “¡Burkina Faso!” alegremente. El paisaje es muy similar al del día anterior. Cruzamos algún puente y vamos dejando atrás más pueblos.

Junto frente a nosotros, interrumpiendo nuestro ascenso por la orilla derecha del río, podemos ver una gran colina con una forma cónica casi perfecta. El sendero la rodea por la derecha, la parte contraria al río. Se pueden ver varios pueblos colgados en las laderas de las montañas más altas que van cerrando el valle cada vez más. Algunos de esos pueblos parecen estar a alturas y en enclaves casi imposibles: “antinaturales”, comenta Mayte. Allí donde se han podido esculpir terrazas, ganando un poco de terreno horizontal para los cultivos a la verticalidad reinante, allí hay un pequeño pueblo.

La montaña que nos impedía el paso está unida a una montaña mucho mayor hacia la derecha, hacia el Este. La arista que une estas dos montañas nos obliga a una pronunciada subida que atraviesa campos de arroz y otros cultivos, todos en terrazas.

Justo en el punto más alto de este paso, antes de empezar a bajar por el lado contrario para continuar río arriba, está Bahundanda, un bonito pueblo en el que decidimos quedarnos a pasar la noche. Hoy no hemos caminado mucho, unas 3 horas en total, pero queremos ir con calma y darnos el lujo de parar y disfrutar de los lugares que nos gustan. Además, para qué engañarnos, los primeros días de un trekking siempre son los más duros. Si no estás entrenado, que suele ser lo habitual para nosotros, el cuerpo se tiene que ir habituando y los músculos fortaleciéndose, a la vez que los hombros se habitúan al peso de mochila poco a poco, hasta que casi ni la sientes.

Hay varios Tea Houses en el pueblo y a nuestra llegada nos agobian varias personas para que vayamos a la suya, que siempre es la mejor, claro. Estamos un poco preocupados ya que casi toda la gente que hemos ido encontrando en el camino parece obsesionada con que paremos a tomar algo o a dormir en su negocio. Otra vez el efecto distorsionador del turismo. La insistencia con la que los lugareños intentan vender sus servicios nos recuerda más a un bazar de la India que a un pequeño pueblo perdido en las montañas.

Parecía que la sensación que teníamos antes de salir iba a ser cierta, pero por la noche damos un paseo por el pueblo y, con solo caminar un poco, alejándonos del centro y de las tea houses, la gente es muy amable y auténtica. Hemos hecho bien quedándonos aquí.

Tras cenar, y antes de irnos a dormir, decidimos que nos vamos a quedar un día más para ir a visitar algún pueblo cercano “fuera de ruta”. De nuevo pensamos que es una bendición viajar con tiempo. Somos muy afortunados.