Triund: una pequeña incursión en los Himalayas

Información
This post is categorized under...
Sections: 
Countries: 
Authors: 

Dharamshala, 17-12-2011

Estamos en la cordillera del Dhauladhar, la primera linea de los Himalayas y hace varios días que estamos viendo los picos nevados que rodean McLeod Ganj. Hoy vamos a acercarnos un poco a ellos. Se trata de una pequeña ruta que se puede completar en un día o se puede dividir en dos si se desea dormir en la parte más alta. Nosotros tenemos nuestras dudas sobre si hacer noche allí o no. Lo cierto es que debe hacer mucho frío en pleno diciembre.

Nos levantamos a las 7 para salir temprano. Los días ahora son los más cortos del año y hay que aprovechar las horas de luz. A pesar del frío conseguimos salir de la cama, vestirnos y desayunar mientras vemos el amanecer por la ventana. Ayer dejamos la mochila preparada con ropa de abrigo, agua, algo de comer y los sacos de dormir por pasamos la noche arriba.

Salimos de “casa” alrededor de las 8. Nuestra idea inicial es coger un tuk-tuk para ahorrarnos los 5 km iniciales de la ruta, que discurren por una pista bastante decente. De esta forma empezaríamos a caminar en el templo Galu Devi, de donde parte un sendero que solo se puede recorrer a pie, ahorrando así algo de tiempo y energías. Finalmente decidimos recorrer el trayecto hasta Galu Devi caminando ya que el único tuk-tuk que hay en marcha a esas horas nos pide una cantidad desorbitada.

En la oficina de turismo de McLeod Ganj nos dieron un mapa muy esquemático del recorrido así que, haciendo caso a las recomendaciones del mismo, cogemos una pista que asciende desde la plaza principal del pueblo en dirección a Dharamkot, un pueblecito cercano. Tras un par de kilómetros con una buena pendiente que nos hace entrar en calor rápidamente, llegamos a este pueblo y nos encontramos con 6 ó 7 perros que se acercan curiosos. En esta zona, como en toda la India, hay muchos perros salvajes que viven en las calles o en el campo y se pasan las noches jugando, ladrando y corriendo de un lado a otro. La diferencia es que aquí estos perros callejeros están bien alimentados gracias a los budistas. Esto no suele ocurrir en otros lugares. Al principio Mayte les tiene un poco de miedo, ¡aún se acuerda del perro que le mordió en Nicaragua!, pero enseguida vemos que son muy simpáticos y empiezan a caminar junto a nosotros.

Poco antes de las 9 Salimos de Dharamkot acompañados por nuestros nuevos amigos. La pista tiene una bonita vista del valle del Kangra hacia el Sur aunque, como suele ser habitual, la neblina no deja ver muy lejos. Al poco rato el camino gira hacia el Noreste y nos permite ver Dharamkot desde arriba. Los tejados de piedra de las casas relucen bajo el sol.

A las 9:30 ya estamos en Galu Devi, donde acaba la pista y comienza el sendero. Allí nos encontramos a varias mujeres y algunos hombres sentados bajo los rayos del sol. Parece que tan solo admiran el paisaje. Seguimos subiendo con la mitad de los perros, los más fieles, que se sientan con nosotros a comer un frugal almuerzo. Parece que nos les gusta mucho la comida que llevamos.

El sendero comienza a dejar de ser simplemente bonito para convertirse en espectacular. El abismo que se abre a nuestra derecha permite ahora  ver McLeod Ganj y Dharamshala. Decidimos para run rato para admirar a las águilas. Observamos cómo ascienden en amplios circulos siguiendo las corrientes de aire que crea el sol al calentar las laderas. Pasan muy cerca, resulta hipnótico observarlas mientras de fondo se escucha la música de la ópera tibetana que ensayan en el TIPA.

Seguimos ascendiendo en ziz-zag por un camino que cada vez es más empinado y menos camino. Mayte va delante, a Javi le cuesta más; parece que se resiente de la operación de tobillo y de los meses sin poder hacer ejercicio, además del peso de la mochila, claro.

A las 13:45, tras más de 4 horas y media, unos 13 km y alrededor de 1200 metros de desnivel, alcanzamos nuestro objetivo y nos quedamos con la boca abierta. Triund es una cresta montañosa muy escarpada. Mientras subes por su vertiente suroeste, te oculta lo que hay detrás hasta el último momento. Por ello, una vez llegas a la cima, impresiona lo que queda al otro lado: grandes y espectaculares picos nevados con laderas muy pronunciadas que pasan de ser roca desnuda a estar cubiertas de bosques en unos cientos de metros. Tan solo nos separa de estas montañas un abrupto valle al que van a caer las torrenteras que salen de ellas y de la cresta en la que nos encontramos. Es el comienzo del gran valle del Kangra.

Estamos a casi 3.000 m, casi en el nivel de la nieve. Podemos ver algunos neveros en la cara norte de las rocas grandes y en los agujeros que nos rodean. En la cima hay dos o tres puestos de té y un par de hostales o refugios. Es el momento de descansar un rato y hacernos algunas fotos. Comemos unas tortillas con queso y tomamos un par de chais (té local con leche) que nos preparan rápidamente.

Entablamos conversación con dos monjes budistas que nos pasaron en la parte final de la subida. Uno de ellos, llamado Karma, es de Nepal y Kompo es del Tibet. Están muy contentos por estar en las montañas, ya que les recuerdan a sus hogares. Nos cuentan que vienen de un monasterio en el Sur de la India y que están aquí desde hace unos años para rezar con las familias locales. Por lo visto la mayoría de los budistas están en el Sur de la India a pesar de que el Dalai Lama reside aquí. Nos dicen también que hoy es un día especial: se despiden porque Karma se va unos meses a su casa y querían celebrarlo con esta excursión.

Finalmente decidimos que no vamos a pasar la noche aquí. A Javi le apetece quedarse y tratar de subir al día siguiente hasta un punto cercano en el que se divisa un glaciar. Pero, por un lado, él también está muy cansado y no le iría mal dormir abajo y, por otro, Mayte no tiene muchas ganas de quedarse por el frío, así que al final bajamos hoy.

Los monjes nos dicen que volvamos con ellos por otro camino que es más corto aunque un poco más difícil. Como parece que conocen el terreno y siempre preferimos las rutas circulares a tener que volver por el mismo sitio, al final nos vamos con ellos.A las 14:30 comenzamos la bajada, que también es espectacular ya que durante un buen tramo transcurre a lo largo de la cresta de Triund, con un valle a cada lado. Kompo, el más joven de los monjes, resulta muy gracioso y entrañable ya que va dando saltos de alegría por lo feliz que le hace estar en la montaña y haber podido tocar la nieve.

Llegado un momento, el camino deja la cresta y baja por la ladera hasta llegar a una cascada cercana a McLeod Ganj. Allí nos despedimos de nuestros compañeros de viaje, con los que hemos pasado una agradable tarde y que nos han enseñado algunas cosas más sobre el budismo. En el último tramo del recorrido aún tenemos la suerte de asistir a un atardecer con unos colores fabulosos. Ya son casi las 6 cuando llegamos exhaustos a casa y nos dejamos caer rendidos sobre la cama.