¡Un problema resuelto!

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Panamá, 29-11-2012

Estamos de nuevo en el Hostal Casco Viejo de Panamá. Hemos pasado casi dos semanas en casa de Roger y nos parecía que continuar allí por más tiempo sería abusar de su hospitalidad. Aquí sólo vamos a estar un par de días porque el mismo Roger nos consiguió otro couchsurfer en un pueblecito llamado Penonomé.

Hoy vamos a recoger la cámara a la central de Panasonic, a dónde la llevamos tras la no-reparación que nos hicieron en un servicio técnico cercano. Cuando pasamos a por la cámara, el chico de recepción nos dice que esperemos un momento, que el ingeniero quiere hablar con nosotros, va a llamarlo y regresa con él. Lo primero que este nos dice es:

- Quería hablar con ustedes. He estado mirando su página web y la he estado comentando con mis compañeros... No nos lo explicamos. He leído que usted -dice mirando a Javi- tenía una empresa, que los dos eran profesores... y que lo han dejado para irse de viaje y hacer ese proyecto de los niños.

- Si, así es -dice Javi extrañado por la pregunta.

- ¡Que valientes! He leído que estuvieron enfermos varias veces y que les ha pasado de todo, seguro que viven con muchas incomodidades. -dice sorprendido todavía- Quería hablar con ustedes porque tengo curiosidad. A veces he leído historias así, pero ahora que conozco a alguien que lo ha hecho, quería saber... ¿por qué lo hacen? Quiero decir... no tienen ninguna necesidad. -nos pregunta el ingeniero.

La pregunta nos hace mucha gracia. Le intentamos explicar que estamos haciendo algo que nos gusta, que era nuestro sueño. Le decimos que se echan un poco de menos las "comodidades" pero que uno se acostumbra y que compensa todo lo que vivimos y lo que aprendemos. Es curioso, a nosotros lo que nos ha sorprendido ha sido su pregunta. Tenemos tan claro que somos unos privilegiados al poder hacer esto que se nos había olvidado que hay gente que no lo entiende y que lo ve como un sacrificio. Es curioso lo que pueden llegar a diferir los pensamientos, los puntos de vista.

Finalmente el ingeniero parece que nos entiende e incluso llega a comentar:

- Sí, quizás tengan razón. A veces parece que todas las comodidades que tenemos son necesarias y lo cierto es que no lo son... Todo esto me está haciendo pensar. En cualquier caso ¡ enhorabuena por su proyecto! Les seguiré por Internet.

Nos despedimos dándole las gracias por habernos resuelto el problema tan rápido (él solo tardó unos días, fue el servicio técnico el que tardó 3 semanas en devolvernos una cámara sin reparar) y salimos con nuestra cámara ¡Por fin! La hemos probado y, ahora sí, todo funciona correctamente. Finalmente la reparación ha tardado... ¡un mes! Un mes atrapados en este país al que solo veníamos para unos días. Y lo que nos queda... Ahora tenemos que esperar hasta casi Navidad para salir con el velero de Miguel, el norteamericano que nos va a llevar a Chile pasando por las galápagos. Al final puede que haya valido la pena la espera.

Al llegar al hostal nos reencontramos con viejos conocidos: Carlos. un venezolano que intenta ganarse la vida en Panamá por un tiempo; una argentina que ¡cómo no! vende artesanías; Luis, un actor de teatro encantador que ahora está acompañado de su mujer; y Sara, una italiana que viaja con un colombiano... o al menos viajaban juntos cuando los conocimos. Ahora la vemos a ella sola y bastante triste, así que sospechamos que algo ha pasado entre ellos. Se ve que necesita desahogarse y tenemos una larga conversación en la que me cuenta su historia. No es fácil pasar por situaciones duras estando lejos de casa, y muchas veces se encuentra consuelo en otros viajeros.

Mientras, Javi ha conocido con Clara y Jose, una pareja argentino-brasileña. Son muy simpáticos y están viajando por Sudamérica haciendo un trabajo sociológico e histórico a través de vídeos y entrevistas. Comemos con ellos al día siguiente y tenemos varias conversaciones muy interesantes. ¡Está claro que es imposible pasar por el Casco Viejo sin hacer nuevas amistades! Además, están muy contentos porque Javi les ha ayudado a recuperar de su ordenador unos archivos que creían perdidos. Ellos, a cambio, se ofrecen a cedernos su habitación: es mucho más luminosa, tiene balcón y, lo más importante para Javi: ¡llega la señal de wifi! Aún quiere dejar terminadas algunas cosas antes de ir a Penonomé, y es mucho más cómodo trabajar en la habitación.

Mientras Javi se dedica a esta tarea, yo salgo otra vez a vender. Mi única venta surge cuando me ofrezco a hacerle una foto a una pareja. Él tiene unos 50 años y aparenta tener dinero. Ella no tiene más de 25, morena, con curvas, va muy muy maquillada y las posturas que pone cuando les hago las fotos son... ¿cómo definirlas? A ver, esta es una: pies de puntillas, culo fuera, pecho arriba, cabeza hacia atrás y poniendo morritos. Creo que ya os hacéis una idea de lo que quiero decir. Los comparo con la pareja que conocimos en Nicaragua: a pesar de llevarse casi 40 años de diferencia, era una pareja muchísimo más natural que esta.

En estos días también aprovecho para buscar a otra persona que nos acoja después de estar en Penonomé y encuentro en Boquete a unos couchsurfers muy curiosos: ¡son una pareja de 76 años! Han estado navegando en un barco durante 10 años y ahora se han instalado aquí. Su hija, que vive cerca de ellos, les habló de couchsurfing, decidieron apuntarse, y nosotros seremos sus primeros huéspedes. Parecen muy simpáticos y tenemos curiosidad por conocerlos. Pero, de momento, nos vamos a Penonomé.