En el tren de Agra a Varanasi

Agra-Varanasi, 23-1-2012

Los largos trayectos que tenemos que realizar para desplazarnos de un lugar a otro en este enorme país que es India a veces pueden resultar agotadores. Sin embargo también pueden convertirse en un placer.

Doce horas de tren nocturno separan Agra de Varanasi. Subimos al tren, que llega puntual, y  encontramos rápidamente el vagón y las literas que nos corresponden. Nos acomodamos y, unos minutos después, el tren se pone en marcha.

Mientras sale de la estación se mueve despacio, ayudando a que nos acostumbremos a su bamboleo. Poco a poco va cogiendo velocidad y sentimos el movimiento ondulante en nuestro cuerpo, al tiempo que escuchamos el ritmo de sus pasos en los raíles.

El movimiento es muy relajante. Ahora entiendo por qué los bebés se tranquilizan cuando se les pasea en  el carrito; la sensación debe de ser similar.

Me pongo los auriculares para escuchar una música suave que amortigüe las voces de la gente al subir y bajar de las estaciones, los reclamos de los vendedores de chai y comida que no dejan de pasar en toda la noche y los ronquidos de los vecinos de vagón.

El tren sigue acunándonos con su movimiento y disfruto de ese breve instante de relajación absoluta antes que caer profundamente dormida.