Entrevistando a uno de los chicos de El Patio

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Medellín, del 18 al 22-1-2013

El viernes fuimos a conocer otro de los proyectos de Ciudad Don Bosco en Amagá, una localidad a una hora de distancia de Medellín. Aprovechando que varias personas de Don Bosco y de la gobernación tenían que desplazarse hasta allí con vistas a desarrollar un proyecto conjuntamente, nos invitaron a acompañarles. Amagá es una zona de minas de carbón, en la que hace años había muchos niños trabajando. Don Bosco llegó allí con el objetivo de “rescatarlos” de ese duro trabajo y facilitarles el acceso a la educación. Quince años después, el trabajo infantil en esta área está prácticamente erradicado y el proyecto atiende a niños en situación desfavorecida.

Además, tienen un programa de “Educación para el trabajo y el desarrollo humano” en el que ofrecen formación de Técnico Laboral para jóvenes. Con ellos visitamos las instalaciones de los diferentes centros que tienen en Amagá y nos hablan del funcionamiento de sus diferentes programas. (hablaremos de todo esto en un artículo más extenso acerca de la institución).

El fin de semana se nos pasó sin apenas enterarnos. ¡Prácticamente no salimos de la casa! El sábado íbamos a ir a pasar el día a un parque que hay en la parte alta de la ciudad, pero amaneció lloviendo y el domingo también, así que anulamos los planes. De todas formas (como siempre) teníamos trabajo que hacer, así que hemos estado escribiendo, mandando correos, revisando fotos y publicando post. Menos mal que esta tarde nos han llamado David y Andrés y hemos salido de nuestra madriguera. Hemos quedado para cenar e ir al cine (¡por segunda vez en un mes!) y la verdad es que ha valido la pena, tanto por la compañía como por la película (“Argo”, de Ben Affleck)

Y hoy martes habíamos concertado una entrevista con Cristian, uno de los chicos de El Patio-Albergue Don Bosco, un centro que atiende a menores en situación de calle. Tiene 17 años y hace 4 que está en esta organización. Es un joven muy sensato y responsable que va a estudiar en la Universidad, así que es el candidato perfecto para nuestro proyecto. Cuando fuimos a El Patio a recogerlo, nos estaba esperando con él Luisa, la trabajadora social. Al igual que el resto de trabajadores de Ciudad Don Bosco, es una mujer encantadora. Hablando con ella, nos propuso ir a visitar a la familia de Cristian y y así conocer su barrio y el ambiente donde creció. Por supuesto, aceptamos encantados.

La madre de Cristian vive con sus tres hijos pequeños (uno de los cuales solo tiene unos meses) y su actual marido en un barrio a las afueras de Medellín. Cogemos el bus con Cristian y Luisa y una hora después llegamos allí. En el trayecto tenemos tiempo de conocernos un poco. Yo voy sentada con Luisa, mientras que Javi va charlando con Cristian. Este tiempo nos viene muy bien para ir rompiendo el hielo y que la entrevista sea más natural. Según nos ha dicho Luisa, Cristian es muy tímido:

- La verdad es que me extrañó que accediera a hacer la entrevista, suele ser muy reservado. ¡Supongo que notó cierta empatía con ustedes! -nos comenta Luisa, y nosotros nos alegramos de que sea así.

Una vez en el barrio de San José de la Cima, situado en una de las colinas por las que se extiende la ciudad de Medellín, caminamos hacia su casa. El camino, parte del cual está sin asfaltar, discurre cercano al borde de la ladera desde donde tenemos una panorámica de toda la ciudad. Algunas de las casas están hechas de madera o de plásticos, con el techo de uralita pero la mayor parte son de cemento. Es uno de esos barrios que creció de forma desordenada con el asentamiento de los nuevos pobladores de la ciudad.

Esta “comuna”, como se conocen aquí a los barrios periféricos,  no es precisamente de las más seguras de Medellín, por lo que Johanny nos ha prestado a cada uno un chaleco de Ciudad Don Bosco, para que no tengamos problemas. Y es que en San José de la Cima, a pesar de que parece un lugar tranquilo, existen lo que se llaman “fronteras invisibles”, como en muchos otras comunas de Medellín.

Los barrios, que  suelen estar controlados por bandas (“bacrim” o paramilitares), están separados por estas “fronteras”. Las bandas controlan y deciden quién puede entrar o salir de su barrio. Si de repente ven a un desconocido merodeando por “su” zona y no saben quién es, este puede tener graves problemas. Luisa nos cuenta el caso de un chico que se quedó dormido en el autobús y  pasó, sin darse cuenta, a un barrio que no era el suyo. Ni siquiera le dio tiempo a despertar: subieron al bus y le pegaron un tiro en la cabeza. Por supuesto no se suele llegar a esos extremos, pero más vale prevenir.

- Hace un tiempo vinieron unos familiares a visitarnos y fui a recogerlos a la entrada del barrio, como siempre, por su seguridad. -nos cuenta la madre de Cristian, sosteniendo a su bebé en brazos.- Como era por la noche, nadie los vio entrar y al día siguiente alguien avisó al “grupo” de que estaban por aquí. Vinieron y les dijeron que habían entrado sin permiso y que se tenían que ir de inmediato.

La casa de Cristian es sencilla, pero limpia y arreglada. Su madre nos recibe muy amablemente, mientras los hermanitos de Cristian lo saludan muy alegres. Se nota que lo quieren y que se alegran de verlo.

Gloria, la madre de Cristian, una mujer con apariencia dulce y tranquila, sigue contándonos cosas acerca de la vida en el barrio y de lo mucho que le preocupaba que le pasara algo a Cristian cuando era pequeño.

- Veía que los muchachos se juntaban con malas amistades y empezaban a consumir drogas, a unirse a las bandas, a meterse en problemas... Aunque una los cuide, las malas amistades pueden hacer mucho daño a un muchachito. Ahora con estos -añade mirando a sus hijos medianos, de 5 y 9 años- también me pasa, pero menos, ya no es tan peligroso. Para Cristian fue muy bueno tener la oportunidad de salir de aquí.

Y es que Cristian lleva desde los 13 años en Ciudad Don Bosco.

- Un primo mío estaba empezando a ir, y me dijo que lo acompañara. Luego él lo dejó, pero yo me quedé. -nos explica Cristian.

Seguimos charlando hasta que se hace la hora de llevar a los niños a la escuela y nosotros volvemos al centro. Después de comer en El Patio, vamos a la casa taller donde estamos viviendo para grabar la entrevista, ya que en El Patio está lleno de niños y hay demasiado ruido.

En la entrevista, Cristian nos habla con confianza de su infancia, de su vida actual y de sus planes de futuro. Nos encanta tener la oportunidad de conocer y de entrevistar a chicos como él, con las cosas tan claras y una visión de la vida tan positiva después de haber pasado por situaciones tan complicadas.

Y es que, cuando entrevistamos a alguien, rara vez nos quedamos en lo “profesional”. Casi siempre se establece una relación de simpatía, incluso de amistad. Eso nos ha pasado con Cristian. Ahora Javi y yo llevamos puestas unas pulseras que nos ha regalado Cristian, tejidas por el mismo. Un recuerdo material que se unirá al recuerdo de este día compartido con él.