TIPA: preservando la cultura tibetana

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Cuando China invadió el Tíbet en 1949, miles de tibetanos salieron de allí, cruzando la cordillera del Himalaya. Buscaban un lugar más seguro, donde no tuvieran que temer por sus vidas, a las torturas, a la represión... Por supuesto, su líder político y espiritual, el Dalai Lama, también tuvo que escapar. Y cuando lo hizo en 1959, se estableció en Dharamshala, un pueblecito en las montañas del norte de la India.

Muchos de los que quisieron salir de sus tierras murieron en el intento. Otros consiguieron cruzar la frontera y se establecieron en diferentes zonas de India y Nepal. Este fue el caso de la familia de Tenzin, un estudiante de 22 años:

“Mi abuela me contó la historia cuando era muy pequeño. Me contó que vivían en el Tíbet y trabajaban en una granja muy grande con un montón de yaks y un gran jardín. Entonces mi madre era aún muy pequeña. Eran muy felices allí. De repente, un día recibieron un mensaje que decía que la policía china iba a arrestar a todos los tibetanos del campamento donde vivían. Y entonces mi abuela y todos los vecinos del pueblo se unieron y comentaron “¿Qué vamos a hacer ahora? La policía china va a venir y vamos a ir a la cárcel” y uno de mis familiares dijo “Mejor que escapemos a India, es mejor que ir a la cárcel” Así que recogieron, en 5 minutos, solo algunas cosas importantes como fotos y algunas pertenencias realmente especiales para ellos. Cogieron a mi madre, que solo tenía 6 años,  escaparon del campamento por las montañas y finalmente llegaron aquí”

Aquellos que consiguieron cruzar la frontera estaban a salvo, pero, ¿y su cultura? ¿Qué pasaría con esa cultura que el gobierno chino lleva represaliando desde entonces? En el territorio del Tíbet corre riesgo de desaparecer. En el exilio tampoco es fácil que permanezca.

Por este motivo el Dalai Lama creo el TIPA (Tibetan Institute of Performing Arts, en español Instituto Tibetano de Artes Escénicas) Esto ocurrió solo 4 meses después de su exilio, y desde entonces este centro sigue en funcionamiento.

El objetivo del TIPA es preservar las artes escénicas tradicionales tibetanas en el exilio, a sabiendas de que el gobierno chino iría destruyendo todo lo que tuviera que ver con su cultura y sus tradiciones.

“Lo principal es que desde 1959, no solo las artes escénicas, sino también la religión y la cultura tibetana se están perdiendo allí. Por eso es muy importante que nuestros jóvenes conserven y promuevan las artes escénicas” nos comenta Lobsang Samten, director artístico del TIPA, que comenzó su relación con esta institución hace 37 años, primero como alumno y luego como profesor hasta alcanzar su cargo actual.

Desde sus inicios, cientos de alumnos han pasado por este centro aprendiendo las canciones y bailes tradicionales, así como a tocar instrumentos clásicos. Todas estas disciplinas tienen un punto de encuentro en la ópera tibetana, conocida como “lhamo”. Además, la temática de estas obras, que suelen tener más de 12 horas de duración, gira en torno al budismo y a la historia del Tíbet. La representación de los “lhamo” en diferentes países de todo el mundo permite difundir tanto la problemática del Tíbet como la esencia de este país.

“A través de las artes escénicas le mostramos al mundo la cultura tibetana, la religión tibetana, los vestidos tibetanos, la lengua tibetana... Le enseñamos al mundo que es completamente diferente de la cultura china”, explica Lobsang, “En Tibet se siguen practicando estas artes, pero esta muy mezclado con lo chino, no es el puro arte tibetano, no es lo mismo”.

Los alumnos ingresan en esta escuela a partir de los 16 años y les llevará otros 12 completar su formación en áreas como coreografía, canto, música, baile,etc., en las que acabarán siendo expertos. Es un largo camino, al final del cual pueden decidir en qué disciplina se quieren especializar. Tenzin ya lo tiene bastante claro “No sé lo que va a pasar, pero mi primer objetivo es ser profesor de danza tradicional. No soy bueno en opera, pero soy bueno en danzas folclóricas. Quiero ser bailarín y también profesor, para enseñar a las nuevas generaciones cómo bailamos. Tienes que bailar con dignidad, controlando cada uno de tus movimientos".

Durante todos estos años de formación los alumnos viven en el instituto que, según nos dice Lobsang, “es como una gran familia. Mientras no están casados los estudiantes viven aquí, y cuando se casan les damos una habitación especial para ellos”. El gobierno tibetano, el gobierno indio y las donaciones de instituciones y particulares sustentan económicamente a la institución.

Tanto profesores como alumnos son conscientes de que no solo están enseñando y aprendiendo un arte, sino que están participando activamente en el mantenimiento de algo que corre el riesgo de desaparecer. Por eso no se trata de una escuela cualquiera.

“Creo que es responsabilidad de las jóvenes generaciones mantener las tradiciones y la cultura viva, ya que no es posible hacerlo para los tibetanos que viven en Tibet. Los que vivimos en India tenemos más oportunidades. Este es un país democrático, tenemos la oportunidad de hacerlo” nos dice Tsering de 24 años, otra de las alumnas del TIPA.

Además, están orgullosos de estar en el selecto grupo de alumnos que tiene la suerte de estudiar en esta prestigiosa institución.

“Mi madre tuvo que dejar la escuela para trabajar como granjera y luego siguió trabajando en lo mismo, pero se preocupó de que yo estudiara. Con el poco dinero que ganaba, me daba de comer, me cuidaba, e hizo que estudiara mucho. Así lo hice y ahora estoy aquí preservando la cultura tibetana. Yo estoy muy contento y ella está satisfecha de que esté aquí... está feliz por ello”, añade Tenzin.

Lo más triste es que parece que la del Tíbet es una historia olvidada. Y lo es más el hecho de que esta historia aún no haya terminado. Los tibetanos siguen siendo encarcelados, torturados, incluso asesinados en su país, simplemente por el hecho de ser tibetanos. Son expulsados de sus casas, obligados a trasladarse a ghetos aislados donde no pueden ganarse la vida . Las mujeres son esterilizadas a la fuerza. Los niños son educados conforme a la cultura china. Por eso muchos tibetanos siguen intentando salir de allí, jugándose la vida. Muchos la pierden en el intento. Otros llegan en condiciones deplorables, con los pies congelados, desnutridos, casi sin fuerzas para tenerse en pie.

Esto ocurre hoy en día, y a la mayor parte del mundo parece no importarle. Ha habido grandes protestas, como la de 2009, cuando los juegos olímpicos se celebraron el Beijing (China). Algunos tibetanos se han quemado vivos como acto de protesta y para llamar la atención sobre esta causa. Sin embargo, la mayor parte de nuestros gobiernos siguen haciendo negocios con China, sin importar ni la ocupación del Tibet ni el numero de condenados a muerte cada año en este país.

Y nosotros, ¿qué podemos hacer?

Lobsang, Tenzin y Tsering nos dan algunas ideas:

“Podéis ayudar a través de vuestros políticos, vuestros ministros, o presidentes, y podéis apoyar la causa tibetana. Y también escribir una carta a las Naciones Unidas por los derechos humanos. Cosas así podrían ayudar” propone el profesor.

“Me gustaría decirle a los jóvenes españoles, que por mi experiencia personal, no tengo país. Estoy aquí, en el exilio, conservando la cultura tibetana. Es nuestro deber porque los tibetanos en Tíbet quieren hacerlo, pero debido a la ocupación china no pueden hacer nada. Cuando tienes un país, tienes cultura, tienes religión, lo mejor es mantenerlo vivo, hacer algo por vuestro país. Así que quiero decir a los jóvenes y estudiantes españoles: sed conscientes de ello, es muy duro no tener un país.  Y algo más importante aún: estudiad. Estudiar es lo mas importante, si no tienes conocimiento, no tienes nada excepto un cuerpo, eso es todo” concluye Tenzin.

Su compañera Tsering, se dirige a los estudiantes españoles con estas palabras: “Sólo quiero que sepáis acerca del Tíbet y lo que esta pasando allí, para que podáis contárselo a otra gente. Que hay un país llamado Tíbet y qué significa eso: nunca ha sido parte de China. Todo el mundo debería saber eso  y lo que esta pasando allí, y por supuesto apoyarnos en esta situación tan dura en la que estamos.”

A menudo parece que el único motivo para estudiar sea conseguir un buen trabajo y ganar dinero y, por supuesto, es uno de ellos. Pero hay muchos más: crecer como persona, adquirir conocimientos, desarrollar unas habilidades  y descubrir otras nuevas, aprender valores, saber relacionarse... y conocer y apreciar la cultura.

La tendencia actual en la educación es formar trabajadores eficientes y obedientes y parece haber olvidado que su objetivo último es formar personas con espíritu crítico, iniciativa y creatividad. En definitiva, formar al tipo de ciudadanos capaces de crear un mundo mejor. Para conseguir esto es fundamental el trabajar la cultura, en las aulas y fuera de ellas. Hay que enseñar, explicar, practicar, vivir y crear cultura.

En este instituto se persiguen estos objetivos, aunque es su caso la motivación es aún más clara, es algo más especial ya que se trata de mantener viva una cultura en peligro de desaparición, y además han de hacerlo desde el exilio. Deben darla a conocer fuera de sus fronteras, difundir el problema del Tíbet. Y lo hacen por ellos, por su cultura, por los miles de tibetanos que viven en el exilio, por los que murieron cruzando las montañas, por los que son masacrados en su propia tierra...

Al despedirnos, Tenzin nos mira y, haciendo el signo de la victoria con los dedos, dice con una sonrisa: “¡Free Tibet!”.

NOTA

Próximamente prepararemos el vídeo que completa este material. Mientras tanto, os invitamos a ver este vídeo que hicieron nuestros amigos Argi y Leandro, Alapar.

 

Puedes leer más acerca del TIPA en su página web

Puedes ampliar la informacion leyendo los post que escribimos cuando estuvimos en Dharamshala, concretamente pueden resultar interesantes los titulados ¿Qué pasa en el Tíbet? y Trabajamos sobre la cultura tibetana en el exilio.