Sólo jóvenes, sin etiquetas.

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Medellín, 17-1-2013

Hoy hemos pasado la tarde con un grupo de jóvenes, hablándoles de nuestro proyecto. 25 chicos y 6 chicas de entre 15 y 18 años han visto uno de nuestros vídeos de la India y lo hemos comentado. Luego hemos estado hablando de nuestro viaje, de los lugares y las personas que hemos conocido. Han encontrado similitudes y diferencias entre lo que han visto en el vídeo y su propio entorno. Hemos desmontado algunos prejuicios sobre ciertos países. Algunos de ellos han demostrado una gran sensibilidad hacia las injusticias que les hemos contado. Nos han hablado de sus ilusiones, algunas de las cuales también tienen que ver con viajar y descubrir lugares exóticos. También nos hemos reído con ellos y nos hemos hecho fotos juntos.

Sin embargo no podemos mostrar aquí esas fotos por su seguridad... Porque son los chicos y chicas del CAE, el centro que visitamos hace un par de días. Son, por tanto, jóvenes y adolescentes que han participado en la lucha armada. ¿Por qué no lo he dicho hasta ahora? Sencillamente porque, estando allí con ellos, se me ha olvidado.

El otro día no podía evitar mirarlos y pensar “Estos chicos han empuñado un arma”, pero han sido suficientes 5 minutos de conversación con ellos para olvidarme y verlos como lo que son: chicos y chicas con inquietudes y sueños, que estudian, que están aprendiendo un oficio, a los que les gusta bromear y estar con sus amigos.

Y es que, dicho sea de paso, nosotros mismos hemos tenido que desmontar nuestros prejuicios. Antes de conocerlos, pensábamos que todos tendrían pinta de “chicos duros”, que tendrían demasiado adentro todo lo que vivieron, que tal vez no serían capaces de demostrar su sentimientos como los demás porque estarían endurecidos por la guerra o la violencia. Nada más lejos de la realidad.

Por ejemplo, hay un chico que tiene unos 18 años y se ha quedado hablando con nosotros después de la charla. Nos ha contado que sueña con ir a China y nos ha preguntado un montón de cosas. Es muy dulce y simpático y se ha despedido de nosotros con un abrazo sincero y cariñoso.

Como digo, la mayor parte del tiempo ni he pensado en su situación.

Pero sabemos que estas navidades, este chico fue a visitar a su familia, en su pueblo natal. Nada más llegar se encontró con que la guerrilla lo estaba buscando para matarlo. En media hora, él, sus padres y sus tres hermanos pequeños tuvieron que coger cuatro cosas y salir corriendo para salvar sus vidas. Ahora están todos en casa de una hermana suya que vive en la ciudad y que tiene 4 hijos. No hay espacio ni camas para todos. Por eso este joven, que está haciendo prácticas en el taller de ebanistería, le ha pedido permiso a su profesor para hacer una cama para sus padres.

Entonces recordamos dónde estamos y por qué estos jóvenes están aquí.

Pero pienso que tal vez lo mejor es lo que nos ha pasado hoy: olvidarnos de ello. Olvidar las etiquetas. Tratarlos como lo que son: adolescentes. Y ya está. No son “desmovilizados”, no son “ex niños soldado”. Eso fue una parte de sus vidas que, por supuesto, no podemos olvidar, ni ellos tampoco. Es algo que quienes trabajan con ellos deben tener presente para comprenderlos y ayudarlos, pero no tenemos que ponerles esa etiqueta en la frente. Y lo mismo pasa con todas las etiquetas.

Otra cosa a tener en cuenta es el buen trabajo que están haciendo los profesionales de la organización en la que están. Si no fuera por ellos, seguramente estos chicos habrían tenido muchas dificultades para volver a sacar todo lo bueno que tenían dentro y que quizás tuvieron que esconder mientras estaban luchando.

Estamos realmente impresionados por todo lo que estamos viendo y viviendo. Como le decía hoy a una de las chicas, preferimos pasar una tarde con ellos y dos semanas en Medellín para conocer su realidad, que visitar veinte lugares bonitos. Y se lo he dicho con sinceridad, y ella ha sonreído mirándome a los ojos. En ese momento he pensado: “¿cómo pudo alguien poner un arma en las manos de esta niña?”. Y, aunque casi no tengamos fotos con ellos, aunque no sepamos todas sus historias (cuestiones de privacidad y seguridad) podemos asegurar que no nos vamos a olvidar de ellos ni de quienes trabajan en el centro.

No podemos acabar este post sin decirles a todos y cada uno de ellos: GRACIAS.

NOTA: Próximamente iremos publicando los artículos y demás materiales que estamos elaborando respecto a este tema