País y gente

En comparación con los otros países de centroamérica, Panamá es un país muy desarrollado, al que quizás se acerque Costa Rica.

Su famoso canal trajo y sigue trayendo muchas riquezas, pero casi todo el dinero se queda en su capital, como se puede apreciar a simple vista. La parte antigua de la ciudad está en una etapa de restauración y es bastante tranquila y bonita. A una media hora andando se encuentra la gran ciudad, llena de rascacielos y centros comerciales. Es impresionante.

Las zonas rurales y más alejadas de la ciudad no tienen nada que ver con la capital del país, por supuesto. De hecho algunos pueblos costeros están muy abandonados y los índices de pobreza son mucho más elevados de lo que esperábamos.

El desarrollo económico no ha venido acompañado de mejoras educativas. El nivel de las escuelas públicas es muy bajo, y en zonas rurales la educación es muy deficiente. Parece que esto se acentúa en los territorios indígenas. Y es que en Panamá hay dos grandes etnias que mantienen fuertemente su cultura y tradiciones, como los “Kuna Yala” y los “Ngäbe Buglé”. Es fácil reconocerlos por sus vestimentas tradicionales y coloridas y hemos visto muchos durante el tiempo que hemos estado aquí. Sin embargo no es fácil relacionarse con ellos: son bastante cerrados y se mantienen bastante al margen del resto de la sociedad.

En la zona del Caribe, como en la zona caribeña de otros países, el ambiente es un poco raro, a veces hostil. Hay buena gente, como en todas partes, pero en general la sensación es de desconfianza.

Respecto a los panameños en general, podemos decir que son bastante agradables. Suelen estar dispuestos a ayudarte y a entablar una conversación, aunque tampoco son especialmente abiertos. Sin embargo, cuando están trabajando la mayoría están como a desgana y no son muy simpáticos.

Cada vez se confirma más nuestra teoría: a mayor nivel de “desarrollo”, más individualidad.