Balewa

El pueblo

Un pueblecito muy cerca de la frontera con Pakistán. Es necesario solicitar un permiso especial en Barmer para entrar a esta zona, aunque en realidad el pueblo de peligroso no tiene nada ¡Todo lo contrario!Es un pueblo de lo más tranquilo. Estar en este lugar es toda una experiencia.

Dónde dormimos

Nos quedamos en la casa para los voluntarios de la ONG El Somriure dels Nens.

Dónde comimos

Allí no hay ningún restaurante ni nada que se le parezca. Todos los días nos daba de comer y cenar la familia de Krishna, amigo y cofundador de la ONG.

Qué vimos

El pueblo, la escuela ¡y muchas sonrisas!

Blog

Krishna es un joven padre de familia de 34 años. Krishna es pobre, al igual que sus padres, sus abuelos, sus bisabuelos y todas las generaciones que le precedieron...
Esta podría haber sido la vida de Krishna, habría sido lo normal en su país, en su pueblo y en su situación. Pero algo hizo que todo cambiara unos años atrás. Algo cambió su destino, el de sus hijos, el de sus futuros nietos y el de todos sus descendientes.

Son las 6:30 de la mañana. Mayte, Narce, Krishna y yo caminamos por las calles de Balewa. Todavía es noche cerrada. Pasamos por delante de la casa de Krishna, su nueva casa de ladrillo a medio construir. Lila, su mujer, esta fuera, en la terraza. Nos dice adiós con la mano pero no contesta a nuestro “¡Namasté Lila! ¡Goodbye! ¡Adiós!” Estamos seguros de que le gustaría hacerlo pero Narce no es de la familia y no puede escuchar su voz. Nos conformamos con intuir su silueta agitando la mano en la oscuridad, mientras nos alejamos de allí.

Al poco de llegar a Balewa, tenemos la ocasión de visitar a una familia que vive al otro lado de una gran duna. Podría decirse que están a las afueras del pueblo si el pueblo tuviera afueras y adentros, cosa que no ocurre porque es un conjunto de casas más o menos aisladas. En cuanto nos ven, el padre nos invita a pasar a su casa, compuesta por dos cabañas tradicionales y un corral de estructura muy similar, todo ello rodeado por una pequeña valla. Una vez en el interior, nos sentamos en el suelo y conversamos con el hombre, ayudados por Krishna.

Balewa es un pequeño pueblo en medio del desierto del Thar y a pocos kilómetros de la frontera con Pakistán. No hemos sido capaces de encontrarlo en los mapas, pero existe: estamos pisando sus calles. Nos dice Krishna que tiene unos 2.000 habitantes aunque un tanto dispersos. Después de todo, esto es el desierto, aquí no hay problemas de suelo. El terreno de los pueblos es comunal, no hay que comprar una parcela para construir.

La mayoría de los matrimonios en la India son concertados por los padres de los novios. Guira nos cuenta que su mujer tenía solo 15 años cuando se casó con él, que rozaba entonces la treintena. No le vio la cara ni habló con ella hasta el día siguiente de la boda. Tardó varios días en poder mantener una conversación con ella. Podemos imaginar el terror de una niña de 15 años en una situación así.